Por Manuel Araníbar Luna.
Ya lo habíamos dicho, el mal del fútbol peruano es que sus jugadores corren a 40km por hora como por temor a las multas de tránsito mientras en el extranjero lo hacen como Fórmula 1. Como no tenemos jugadores veloces, en este compromiso a los uruguayos que juegan a 120kmph había que frenarlos, pero por etapas.
Con tan poquita fe…
La fecha en que se jugaba no auguraba nada bueno. Huelga
de transportistas, manifestaciones callejeras, extorsiones, choques y bombas lacrimógenas
anunciaban que las graderías iban a estar peladas por todo lado.
La selección blanquirroja había venido enfermando
de a pocos. De debilidad, anemia, lentitud. Hasta hace unos años por lo menos se
lograba ganar a Paraguay, Venezuela y Bolivia. Hoy estos mismos equipos han puesto
motor nuevo y se acercan a los 90kmph. Nadie apostaba por la sele ni una china partida
por la mitad (nos incluimos en la lista). Corregimos, casi nadie. Unos pocos
mantenían sus cien gramitos de fe, como para cantarle el antiguo bolero Poquita fe.
En
la primera media hora, esa ñisquita de fe se fue diluyendo como el azúcar
en el café al ver que los peruanos quedaban como tortugas mirando cómo los
orientales se metían veloces como guepardos, pero se encontraron con un once de
peruanos que, aunque un tanto chupados en el ataque y la generación de futbol, todos ponían el hombro, la pierna, el codo y
la rodilla.
Casco,
escudo y chaleco antibalas…
La
idea era frenarlos de a poco. La primera trinchera era de los volantes que, más
que armar, se dedicaron a bloquear, a cavar zanjas, a poner minas matagente. Si
pasaban esa primera frontera los esperaban Callens, Zambrano y Abram bien apertrechados.
El peligroso Darwin, por ejemplo, sólo pudo meter un débil mitrazo que Gallese
embolsó como a una bolsa de granadillas, con mucha panza y poco peso. La evolución de Darwin se devaluó. Quienes sí crecieron
fueron los peloteros cholos. Había que poner fuerte la napier y amortiguar con
parachoques las veloces entradas de los celestes. Abram se puso el casco, Zambrano
el escudo, Callens el chaleco antibalas. Polo por derecha hacía el apoyo al
colorao Sonne, Jesusito Castillo les daba su tatequieto de ida y vuelta. Luego
de los 35 minutos maomeno, los cholocolateros (los chocolateros cholos) empezaron
a salir, un tanto tímidos como niños en su primer dia de clases.
El
Nono y el toro…
Peña
y Sonne se atrevieron a pisar terrenos ajenos y empezaron a la llegar al área
de Rochet. Es que los peruchos no tenían otra. El Nono en el camarín les dijo
que si un torero entra al ruedo tiene dos alternativas, enfrenta al toro, aunque
con el pantalón cagado, o se escapa corriendo al inodoro, entonces deja de ser
torero para convertirse en gallina. Bien, los peruchos entendieron que jugábamos
en casa. Gallese dejó de sacar los pelotazos que siempre las perdían Valera y
el Orejas. Empezaron a tocarla, no sueltos, por cierto, pero ya pisaban predios
ajenos como invasores de tierras.
La fe renació vuando un
misil disparado por Peña desde fuera del área anunció el primer talán. La tremenda
molotov lanzada con honda le quemó los guantes a Rochet y dio rebote al que no
llegaron ni el Oreja ni Valera. Entonces el partido cambió. Es que mientras en
el camarín uruguayo querían ponerle camisa de fuerza al loco Bielsa, entre los
peruanos se jugaba como una familia, tal como lo dice el refrán: La familia
te lleva a la peña, pero no te despeña.
Siga
intentando...
Ya
que mencionamos Peña, en el segundo tiempo ya los volantes peruchos son los verdaderos
espesos. No dejan jugar a los yoruguas haciéndolos perder bolas en salida. Un
rechazo del central cae a los pies del Orejita, este se mete por la zurda, la bombea,
pero la granada sale por el otro lado Ese es el segundo talán.
El
tercer talán es de Peña que esquiva la leña (muy característica limeña) y se la
adueña, la diseña, la domeña, pone el cañón sobre la cureña y dispara y la bala
rompe la malla pero por el lado de afuera. Como dice el comercial de la gaseosa,
siga intentando.
Los
cholos siguen atacando, mordiendo, estorbando, poniendo la pata de palo y la
guadaña, respondiendo cada chiquita con otra más grandecita. ¡Óigame, tío,
pareciera que los uruguayos están jugando para los peruanos! Recién promediando
despierta un delantero apellidado Olivera que debe haber estado durmiendo
porque no se le vio en todo el partido. Olivera, nada familiar con el gringo
Oliver Sonne, dispara un tirito que más fuerte le da una monjita, y con esto, los ataques yoruguas dicen chau.
Como
trucha enjabonada…
Las
agujas del reloj no perdonan y ya casi estamos sobre los 90’. Los rojiblancos ganan un córner. Como es usual, los defensas peruchos, verdaderos saltadores se
meten al área a ver si pescan alguito. Cuando Peña manda el delivery, Abram y
Araujo ya se han metido al punto X. Alguien tumba a Abram de un puñetazo y este
queda tirado como quien toma una siesta después de tanto trajín. No es maña, le
han dado una chiquita bien solapa. El rebote lo recibe Araujo que manda
el patadón pero la chancha choca en un celeste. Araujo se ha quedado en el área
por siaca. Abram también se ha quedado en la candela, pero tirado al piso retorciéndose
de dolor. Nadita gil, no se levanta ni interviene para no quedar en offside. La
redonda cae a los pies de Zambrano que la juega para Quispe por la derecha y este
manda el centro a la olla con curva platanar. Araujo la va midiendo, salta
solito y la mitrea. La gorda choca en la barriga de Rochet, se le resbala como trucha
enjabonada y se mete a la valla con saltitos de conejo. Como dicen los
piuranos, golazazazo.
Poniendo
el trasero en baño María…
¿Qué
los celestes no lo marcaron? No importa. ¿Qué Araujo la cabeceó mal? No importa.
¿qué fue regalo de Rochet? No importa. Lo que importa es que los veintitantos
mil espectadores (sin contar a los que entraron con entradas revendidas por los
dirigentes) saltan, gritan, lloran y aplauden, porque después de varios años
celebran un triunfo que logra hacerlos olvidarse por unos minutos de la huelga de
transportistas, de los politicos corruptos, de los secuestradores, de los extorsionadores.
Ya después harán gárgaras para la ronquera, pero hoy la celebración es porque dejan en el último lugar a
la selección sureña.
Total,
Rochet es el pagapato de la noche, Varela se come la vela, Valverde se pone azul,
Fonseca se reseca, Olivera se convierte en huevera, Arrascaeta se rasca la jeta
¿y Bielsa? Tanto rato se ha sentado sobre el cooler que ha tenido que calentar
el trasero en baño María. Buenas noches.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario