Por Manuel Araníbar Luna
Para describir lo que fue el partido de Cristal contra Cienciano no hay más que mencionar una estrofa de un tema del popular cantante Tongo (+): “Sufre peruano, sufre, si tú quieres progresar”. Con el respeto que se merece el compositor lo podríamos variar: “Sufre celeste, sufre si quieres campeonar”.
Bien, ayer Sporting Cristal sufrió durante todo el encuentro. Para un equipo de la
capital el solo hecho de jugar a más de 3600 msnm es ya un sufrimiento. El
soroche no perdona hasta al atleta mejor dotado que no conoce lo que es
practicar deporte en canchas andinas. No es una excusa por supuesto, pero vale
para dar una explicación, mas no justificación, de todo lo que sufrieron los
celestes.
El
Killer dispara primero…
Ningún
equipo de Lima puede rendir al 100% de su capacidad allá. Pese a ello, los
celestes entraron a jugar de igual a igual a los cusqueños que llegaron con
peligro al área cervecera apenas empezando el partido. Primera alerta
roja. Los celestes no se quedaron de
chimpunes cruzados. Alerta celeste. A los 6 minutos el Killer
Caute entrando por la esquina izquierda mete un zapatazo que choca en la mano
de un jugador rojo. De primera intención, el miope Ortega señala que ha sido
fuera del cajon. Los celestes pitean y tras una deliberación de los varrachos
del VAR se decreta la pena de fusilamiento. El Killer la toma y con la frialdad
de un sicario abre el marcador con cuchillo de boy scout. Uno a cero.
Como
jodienda de suegra…
Los
cusqueños siguen atacando y los escuderos celestes se defienden con todo y
contragolpeando de vez en cuando. Los ataques no cesan. Un
disparo por la derecha choca en el hombro de Leo. Penal. 1 a 1. Los rojos no
están contentos y siguen insistiendo. Por su parte los celestes pierden
coordinación motriz, pierden pelotas en simples amagues puesto que la pelota
corre más rápido por menos presión atmosférica (es mentira que en altura pesa
menos), son superados en velocidad mientras los rivales pasan como balas. En
resumen, se empiezan a ahogar. Es entonces que los rojos voltean el
partido. Sus ataques se hacen frecuentes
como jodienda de suegra. Se pierden varios goles y esa es su perdición.
El
olvido de Peloduro…
Para
el segundo tiempo recordamos una certera frase del Piki
-Jamás
des por muerto a un cervecero.
Bien
esta frase no la conocían los cusqueños. O no se lo advirtió su entrenador
Peloduro Ibañez quien ha sufrido varias remontadas cerveceras en su propia
cancha cuando era guardavallas del equipo de Ate. La ven fácil al ver la lentitud y el ahogo
de los rimenses. Se pierden goles jugando al gato y al ratón ante
el jolgorio de su hinchada. Es bueno acotar que no todos los celestes se
ahogan. Nacho, el Hombre Lobo, Leo y el coloradito Wisdom no lo sienten o al
menos no lo demuestran (aunque hay que ser justos, el Colo está fresquito
porque recién ha entrado). Los celestes toman los últimos aires y empiezan a
atacar, no mucho pero sí lo suficiente para asustar a los pupilos de Peloduro,
aunque siguen confiados en una victoria. Los rojos quieren atarantar
charlándole a la oreja al Killer y a otros como Távara. Bah, ese floro barato ya
está viejo. Inventen otro. Los celestes vuelven a triangular. Un disparo del
Speedy Joao sale desviado. Peloduro se jala los trinches. Todo indica que se
viene el empate.
El
Killer vuelve a matar…
Entonces
viene el tiro de esquina desde la zurda ejecutado por el zurdo Távara. Dron con
curva que llega a la candela. Los rojos la rechazan y la gorda llega a los
pies del Coloradito Wisdom que mete la volea como le salga pero (hay que reconocerlo) la pifia, pero la bola llega a los pies de Leo que la vuelve a meter al
fogón. Otro rechazo. La pesca el Lobizón que se la juega al Killer. Y como todo
matador que se precie de serlo, no perdona a la res. Se la acomoda y la mete. 2
a 2. Peloduro envejece al punto que parece el abuelito de Anita la Huerfanita.
Es su culpa por no advertir a sus pupilos que están enfrentándose a un grande.
Papá
no fue papá…
Tiro
libre contra los celestes. Centro y la meten de rebote. El árbitro ciego señala
gol. Peloduro rejuvenece y celebra saltando como un pulpín pero sólo por pocos
segundos porque los borrachos VARicosos indican que dos rojos están más
adelantados que Suecia y Dinamarca juntas. Ibáñez vuelve a envejecer. Luego al
grito de “celestes a defender”, los
rimenses pelean tal como en cantina, golpe por golpe y botellazo por botellazo.
Entran Pacheco, Irven y Alejandro el chico. Y ya no pasa nada. El Papá ya no es
el Papá, se queda como tío nomás. Buenas noches.
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