Por Manuel Araníbar Luna.
El triunfo es meritorio no por Gnar jugando en el clima infernal de Piura, Tampoco por la volteada, porque los celestes están acostumbrados a voltear las tortillas en partidos que muchos creen ya perdidos sin remedio.
Pesadilla en el aeropuerto…
Quien no ha viajado en un avión ignora lo que es la angustia de
llegar de noche a un aeropuerto sin luz y tener que regresar. En un par de
segundos uno rememora toda su vida y reza a todos los santos y a Papalindo
aterrizar sano y salvo. Ya en tierra firme uno mira al cielo y agradece, pero
créannos que esa noche uno sueña pesadillas de aviones estrellados.
Se tenía que ganar sí o sí,
teniendo en cuenta que los de Ate habían perdido en la víspera. El ánimo estaba
en alza, pero sólo el ánimo porque los celestes llegaban agotados (sí, esos
viajes y sobresaltos agotan, estresan, y bajan el rendimiento) luego del tremendo
susto en el aeropuerto sin luces, regresar al Jorge Chávez, picar unos
sanguchitos, dormir poco, y luego viajar por la mañanita para jugar por la tarde.
Casi las historias de Job y Moisés. Sin embargo,
no había tiempo para reclamar y mandar un oficio para pedir explicaciones. Había
que picar a la bolada un par de empanaditas y un juguito, un trayecto de una
hora mientras el aroma de las picanterías de la carretera se mete por la
pituitaria, unas cuantas estiradas en el bus y de ahí a la cancha.
Indiana Jones en el abismo…
Quienes han ido a los
estadios norteños saben que el viento fuerte y siempre cambiante retuerce la trayectoria de las pelotas lanzadas con
fuerza, lo mismo que esas turbulencias con las en que encuentra un avión y que
asusta al pasajero sin experiencia en vuelos (y con experiencia también)
El ánimo estaba en alza,
dijimos, pero dos goles de excelentes zapatazos de los locales, con la ayuda de
los ya famosos vientos norteños sorprendieron a Solis agarrándolo dos pasos
adelante y pusieron a los rimenses como Indiana Jones, al borde del abismo con
los cocodrilos hambrientos esperándolos barranco abajo.
Los celestes estaban bien
marcados. Es que ya todos saben que los ataques cerveceros van hacia Joao y le
pusieron tres guachimanes que lo tenían con vigilancia tipo grupo Terna. ¿Y por
la derecha? También se llegaba pero menos velocidad. ¿Por el centro? Poca elaboración.
Jugando con arena en la
lengua…
Al peliblanco Nunes -acostumbrado
al calor de Brasil- el sol de Piura no lo hace ni transpirar, pero viendo al
equipo con dos pepas en contra, echaba vapor de tetera hirviendo por las orejas.
Hizo cambios apenas empezó la segunda etapa. Metió al vietnamita Alarcón por el
Lobo y a la Manchita por Alejandrinho. El chino era el necesario tocador adicional
como media punta. La Manchita era la cuota de velocidad.
¿Tons? Los norteños tuvieron
que quitar un par de guachimanes encargados de Joao para frenar a Corozo pero
se descuidaron al medio. Y lo peor, dejaron de ponerle un tombo a Joao, lo cual
fue su desgracia. Pasquini corta un avance, y habilita en guan al Chino, y este
al toque se la suelta a Speedy que está solo, triste y abandonado por los
niñeros. Joao la recibe, se acomoda y mete un derechazo que deja en ficha Super
Mantequilla. Sobre el pucho, la recogen, una palmaditas y a buscar el empate,
pese a que tienen arena en la lengua.
Sudao de ojo de uva…
Corozo llegó a la Florida a
jugar por las bandas , que es su puesto natural donde juega más a gusto, desde ahí
corre, desplaza, driblea y centra. Hoy vemos que con la ausencia de Brenner la
Manchita se está metiendo en diagonal por el centro, filtrándose entre los
centrales. Es el centro delantero de emergencia, como veremos en el segundo
gol.
Los norteños juegan en casa
y buscan el tercero metiendo todas las cachemas a la sartén. Los celestes
agradecen. En un par de toques llegan al cajón norteño, Speedy quiebra a un
volante y se la pone en bandeja a La Manchita que se ha metido por el centro y hace
la más fácil, la empuja dejando nuevamente a Blooperman en ficha. 2 a 2, pero
los cerveceros no celebran, quieren ganar para almorzar seco de cabrito de
leche y sudao de ojo de uva ya que Távara es churre y conoce los huariques donde
se come riquisisísimo ¡guaaa! No obstante, los celestes, con tanto
trajin desde la noche anterior, ya están deshidratados. Nunes saca a Pasquini y
mete a Nilson, a Otoya por Irven y a Ugarriza por Joao que ya está con la
lengua afuera. Llegan los noventa y el soplapitos Bruno quiere irse ya a la
picantería.
¿La quiso meter o centrar?
El partido ya terminaba y
Bruno Pérez ya quería su vaso de chicha y soplar el chau. Ugarriza que, tras su
lesión entró acelerado para aprovechar los pocos minutos que quedaban, quita una
bola y al verse rodeado por dos churres se la deja al Tíbiri churre que quiebra,
se saca a dos paisanos y le manda la cuchara a Nilson. Este no quiere perder
tiempo y no la deja tocar el pasto, mete el centro, pero como dijimos al
inicio, el viento le da una ayudadita empujando la chancha para chocar en el
tronco y meterse. 3 a 2. Dejemos para después si la quiso meter o centrar. Diploma
de Honor y medalla de oro para este par de zurdos.
¿La SDZC? ¿Qué es eso?
No, no hemos metido de
contrabando a dos letras entre las clásicas SC. Es que ya no es el día del
zurdo. Ahora se ha declarado la SDZC (la Semana Del Zurdo Celeste). Y todo se
debe a que a Yoshi por su día le reventamos fuegos artificiales y sólo un par
de líneas al resto de zurdos cerveceros. Recontra piconazos por la omisión, Távara
y Nilson levantaron la voz: “¡cómo es posible que mencionen a un solo zurdo, no
hay derecho!”. Al toque se pusieron de acuerdo: “metamos un golazo para que
vean que en la SC hay otros zurdos que la rompen”. Con toda humildad y la más estricta
autocrítica pedimos disculpas a los mencionados zurdos por la injusta omisión.
De pasadita nos acabamos de
enterar que los otros zurdos cerveceros se han propuesto meter golazos de izquierda.
Ya se están poniendo de acuerdo Pasquini, el chino Jostin y otros para meter su
golcito. Disculpen por la omisión una vez más, zurdos queridos. Esperamos más
goles de ustedes. Los zurdos se lo merecen (y los derechos también). Buenas noches.
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