Por Manuel Araníbar Luna
Algunos hinchas creen que los jugadores son de fierro y no se agotan, que las patadas no les afectan y que deben correr a 120kmph los 90 minutos más IGV sin detenerse a razonar que los celestes vienen de dos partidos durísimos, sin un solo día de descanso.
En
Cuidados Intensivos…
Todo
esto se reflejó en el primer tiempo del partido. En esos cuarenta y
cinco minutos Cristal fue un moribundo en sala de
cuidados intensivos, con suero en un brazo, máscara de oxígeno, maniatado y
sedado como loco furioso; los chimpunes amarrados con soga de plomo y un cura
dándole los santos óleos. Cristal miraba (sí, miraba) pasar a los rojinegros con
la cancha cuesta arriba como si el equipo arequipeño atacara desde las faldas
del Misti.
Todo
desde el arranque. El equipo dominó encimó a los celestes, amarró la línea
creadora que no alimentaba a Joao y Brenner que se morían de hambre y de sed. Y
cuando les llegaba una limosnita por amor a Dios inmediatamente se la
arrebataban el cuarteto de pirañas del equipo de casa al que, a decir verdad,
le salían todas. Los ataques perfectos y las triangulaciones de billar, lo que desembocó
en un gol madrugador de Cuesta en el área chica. No hay que culpar a nadie en
especial, porque todos estaban jugando mal, todos. En adición, para temblar, ¡mamma mía!, dos tiros al palo.
La
alegría de las comadres…
Los
rimenses no daban dos pases seguidos. Todas las pelotas las perdían en salida.
Todos cometían errores infantiles, todos. Mientras tanto, seguían llegando los
ataques rojos. Salvo un cabezazo de Brenner que salva Cáceda de un manotazo,
más ná. Viendo esta calamitosa desventaja, aquí en Lima las comadres ya celebraban
la inminente derrota de los celestes para repartirse la torta con su bolsita
para llevarse bocaditos a casa (¿se han dado cuenta que siempre celebran
triunfos contra Cristal?, por algo será).
Hágase
la luz…
Ya
lo dijimos, Cristal venía de una seguidilla muda. Empate en Matute y -casi de
inmediato- el partido en Guayaquil. Las piernas no respondían. ¿Qué era lo que
faltaba? un rocotito en el cucú, y sobre todo, las santas palabras del apóstol
Piki:
“Si
las piernas no responden hay que poner corazón”
Nunes
decidió rápido. Su grito se escuchó hasta Pernambuco:
"Que haja luz no campo de futebol! (en carioca, “hágase
la luz en la cancha”)
Y
la luz se hizo. Al principio una velita misionera, pero luego se fue agrandando
como cirio de procesión hasta iluminar como reflector de estadio. El juego de
los celestes se hizo tan claro que los espectadores mistianos tuvieron que
mirarlo con lentes ahumados. El partido se hizo de dame que te doy.
Alucinar
es dañino…
Thiago
movió los trebejos. Sosa, para el necesario subibaja en apoyo de Medina, y
Távara, para crear juego, salida limpia y kilométrico delivery para los
encaradores. Con este cambio oxigenó el equipo (se jugaba a 2,335msnm). El once
rimense salió de la sala de cuidados intensivos y pasó a la de recuperación. El
medio campo se ordenó. Ya salían con más libertad, evadiendo las cadenas y
vallas impuestas por el equipo local que había aflojado el paso. Es que los
mistianos se veían ya goleando a los celestes. Dicha alucinación les jugó en
contra, porque los celestes han demostrado en los últimos partidos que -al
igual que fieras acorraladas- pelean mejor cuando juegan con marcador en contra.
Joao empezó a chocolatear, los pases kilométricos llegaban y la cancha se
inclinó para el otro lado. Ahora los locales tenían la cancha inclinada.
¡Una
trampa para ese pericote…!
Para
el segundo tiempo, Cristal ya avisaba que se podía anotar. Yoshi era ya el
conductor de la diligencia, Távara el lanzador de cohetes y 'Speedy' Joao el
animador del tono salsero. Los locales se chuparon y retrocedieron. Un centro de Yotún es cabeceado por Joao y lo
saca el arquero de un manotazo; el rebote vuelve a los pies del pericotito que
lanza una tijera de hojalatero y Cáceda la vuelve a sacar. Esa fue la atajada del
partido y/o -quién sabe- de la fecha. Soso manda comprar una trampa para el
pericotito. Las ferreterías estaban cerradas. Los celestes ya
mandaban sus mensjaes por whatsapp: “Ahorita la metemos”, porque guerra avisada
sí mata gente.
Joao
desatora el Misti…
Ya
hablamos de la atajada del partido, ahora llega el gol del partido. El Chévere
quita una bola en el medio campo y se la juega al Speedy Gonzales y este -epa,
epa, ándale- se mete en diagonal al centro de Arequipa dejando plantado
a su marcador como a novia en el altar, juega en pared con Caremalo Brenner,
este agradece y le devuelve el favor a media altura. El pericote la baja con la
derecha, le deja dar bote, mete el zurdazo por la huacha de Cáceda y la pelota
se mete al cráter del Misti. 1 a 1 y Cristal se va al todo o nada porque el
empate no sirve. ¿Y los del Misti? Una que otra llegada debilona. Lo más
peligroso fue el casi autogol de San Ignacio da Loyola, perdón, Da Silva.
La
sospecha…
No nos gusta celebrar empates, pero hay que valorar que se le empató a once rojinegros+Ordoñez. Miremos su faenón: Última jugada del partido, un pelotazo para Hohberg. Lindísima oportunidad para
que la pare de pecho, anote el 2 a 1 y se desquite de tantos goles
fallados, pero, pero, pero… sospechosamente Ordoñez da el pitazo final cuando
la pelota estaba a un metro del pecho de Alejandro. Ya en el primer tiempo le había
mostrado una injusta tarjeta amarilla al Tractorcito Pretell. Minutos más tarde
no hizo lo mismo con un rojinegro por una falta más fuerte. Los celestes
patalearon, pero el árbitro volteó a mirar al volcán para tomarse un selfie. Después
del partido Ordoñez se quedó a comer chupe y rocoto relleno en Arequipa. Gratis,
por supuesto. Buenas (y sospechosas) noches.
Lo de Ordóñez es escandaloso, hubieron hasta 2 jugadas de falta contra nuestra. Celeste, donde en lugar de dar ley de la aventaja, paralizó el juego en pleno ataque peligroso.
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