Por Manuel Araníbar Luna
Los rimenses arrancaron con el acelerador en tercera para remontar cuanto antes el dos a cero en Asunción. Sin embargo, lo hacían con el reloj en la mano, tal como Gilberto Santa Rosa en “Conteo Regresivo”. En 90 minutos más IGV se tenía que meter, mínimo, tres pepas, pero al final metieron cinco, muchos más que las peperas de discotecas.
Como un novio
ansioso…
El jugador
número 12 del rival era el tiempo. Los delanteros rimenses jugaban en juicio de
separación de bienes con el gol mientras los paraguas no salían ni a preguntar dónde
venden tereré. Cada saque del arquero duraba un laaaaargo minuto. Para
colmo, el árbitro, paisano del tristemente célebre mafioso Bascuñán, no vio una
mano más grande que la de King Kong en área de los rojos. ¿Así cómo? Y es que
anoche Cristal atacaba como el novio ansioso que luego de la boda pide ya ya, camita
nupcial junto al cuartito del cura; como el último pasajero en la cola del
metro que quiere meterse al caballazo por encima de todos; como el jubilado
misio que hace cola desde las cuatro de la madrugada para cobrar su exiguo pago
del Banco de la Nación. Todo ese apuro es ansiedad, desesperación. Un jugador
no es un batracio que puede mirar con un ojo en el reloj y otro en la pelota.
Por ello jugaban
trabados, con los chimpunes metidos en su la caja. A Nilsson le anularon su
golazo de sombrerito por posición adelantada. El Hombre Lobo marró un par de
veces por patear apurado, y Justin “Bieber” Alarcón eludió a varios troncos,
pero se le cansaron los caballos al pisar el cajón criollo. Jugando así la vista
se nubla, las ideas se diluyen, la cancha se achica, los rivales se acurrucan como
anchoas en aceite y el arco se achica como en pichanga de pista. Claro, dirán
algunos, hay que atorar desde el inicio. Pero todo se hace en orden, pues papay.
Antes de ponerte los chimpunes tienes que ponerte las medias.
Las canas verdes de Nunes…
Los paraguas entraron
a jugar a los carritos chocones con tanta fuerza que varios de ellos se abollaron
solos y tuvieron que irse a Asunción por un planchador de carros porque los de acá
son muy caros y además son celestes. Los
minutos pasaban, la hinchada se mortificaba y a Nunes las canarias ya se
le estaban poniendo verdes. Así se fueron a los camarines.
Entra Irven de
Acero por el Hombre Lobo y el chévere Távara por Pretell que estaba haciéndola
bien de muro de contención, pero se le necesitaba a Martin para que mande sus
pases kilométricos. Y vaya que tuvo pupila el DT de cabezinha branca,
porque ni bien empezó el segundo Paul Mc Cartney, el Chévere le manda un misil
con paracaídas directo al pie de Irven, que hace su media vuelta y le mete la
primera de las cinco espinas a Espínola, que es como darle veneno a una víbora.
Uno a huevo.
Como barriga de embarazada…
Pero la
alegría dura sólo un minuto. Al chévere se le escapa una bola, aprovecha el
delantero paragua y mete un lindo gol, como para bajarle las llantas a la
máquina celeste. Nunes se rascaba las canadienses como si tuviera
liendres. Pero estábamos en casa, la teníamos controlada como a hija quinceañera
en shortcito y blusa, sólo faltaba la segunda pepa. Y esta llega por mitrazo
del mismo Irven. Lorita la pierde, pero mete la patita en carretilla, recupera,
suelta y se la vuelven a poner. Da media vuelta y la mete a la candela para
Irven que se la gana al defensa que juega con un condón rojo en la cabeza y la manda
contra el piso. Dos a huevo y la esperanza crece como barriga de embarazada.
Cuarto con cama redonda…
Entra Leo Díaz
por Nilsson que rengueaba. Los celestes quieren otra porque en el acumulado
están perdiendo. Távara mete un centro cuyo rebote llega a Corozo, la Manchita
mete un fogonazo que se le enreda como culebra a Brenner entre las piernas, dispara con el cañón torcido y el
rechazo de Espínola llega a los pies de Nazinho que la revienta con furia. La pelota entre
silbando, lógico porque se apellida Da Silva. 3 a 1 (pero 3 a 3 en el
acumulado). Por lo menos hay opción de penales. Sin embargo, los celestes tienen
hambre porque no la ven desde el almuerzo. Los minutos avanzan y los guaraníes esperan la hora de los penales mientras en La Florida esperan tamales,
y estos llegan por obra y gracia de Lorita que hoy es el Espíritu Santo cuando
era adolescente con acné. Recibe pase largo, quiebra y mete el tamalazo con el
metatarsiano, según explica el traumatólogo Aldo Alvarado. ¿Fue centro? Naka,
no había nadie. ¿fue champa? Menos, esos son chismes de las comadres envidiosas.
Sucede que vio al arquero salido y le mandó el dron con curva bananera. Ese gol
fue el cuarto con cama redonda, espejo en el techo, frigobar con vino y jacuzzi.
¿Con ese bendito cuarto cómo no se iban a escuchar en la tribuna tantos alaridos
de orgasmo?
Motorizado con tamales…
Ya se juegan
los descuentos y los paraguas quieren remontarlo, Ahora cabezinha branca,
previniendo la andanada de centros a la olla, mete al Flaco Lutiger para hacer línea
de cinco. Bien hecho, no hay quinto malo. El flaco Rafael ni llega a sudar
porque de inmediato Irven le manda la encomienda con motorizado, casco, cajita
con tamales y dirección exacta a los pies de Washington. La Manchita la dispara,
el arquero la toca con la mano fuera del área, pero el chileno deja seguir. Corozo
la mata de pecho y empuja la chancha al fondo de la canasta. ¿No decíamos que
no hay quinto malo? Thiago celebra corriendo como adolescente que ha ingresado
en primer puesto a la universidad. El juez dice que para gusto ya está bueno y sopla
el muy esperado chau de tombo de tránsito. Buenas noches.
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