Por Manuel Araníbar Luna
A pocos días de la revancha contra el Globito, Thiago, en vista de que hay que guardar a los titulares optó por la chibolada y metió a escolares aprovechando que no pueden ir al colegio por culpa de las lluvias. Tan chibolos eran que la policía creía que se habían tirado la pera.
Casi le cambiamos la letra al himno
Los
rimenses entran con camiseta verde pasto ante un rival que juega con trece
jugadores, uno de ellos es la altura, y el otro la localía. La orden es no
exigirse ni hacer esfuerzos innecesarios. Casi empezando el combate, los
celestes quieren sorprender. Como sabemos, Bernardo Alzedo fue autor de la música
del himno nacional. No sabemos si Flavio Alcedo (con c) es su tatara tátara o tatarabichozno
pero arrancando la contienda, y al estilo Loba, mete un patadón con música celestial
desde el medio campo que el Platanazo salva con la justa colgándose como
bandera del poste, que si esa pelota entra ya se estaría cantando otro himno,
el himno cervecero. Sigue otra música, aunque mejor es llamarla ruido de golpes
cuando empieza a correr la taba , se escucha mucho plaf, crack, crunch, zás y
pácute. Al Uga Uga le meten la guadaña, no a la canilla ni a la rodilla,
menos al muslo que es el lugar donde golpean los macheteros. No, La Hiena le da
mucho más arriba, al cuello. Uga Uga lanza un ruido como de “uuuugh”, cuya
traducción es “casi me decapita este reconch” en ucraniano.
Carambola de billar...
Ya
que hablamos de tabazos y tátaras, el Tíbiri Távara mete un tiro libre con
curva de arco iris que el robafocos la manotea al corner. El mismo Tíbiri manda
el centro a la candela. Rafa -el flaco de la barba- se ha metido entre el
primus y la sartén mientras el dron llega a la cabeza de dos defensas y Rafa la
mete sin querer queriendo y sin saber sabiendo quién le mandó el maná. Sea maná
o maní, la cosa es que los rimenses se ponen en incómoda ventaja mientras los
celestes de allá atacan por las dos alas, y sin desodorante. Cada ataque por
las puntas es una novela turca para la zaga cervecera. Centro y mitrazo,
mitrazo y centro, peloteras, pateaderas hasta que el juez sopla un hasta luego
para que los gladiadores tomen un poco de oxígeno del tanque.
Contra
por siaca…
Para
el regreso, luego de una discusión con las dirigencias cusqueñas, el juez pide garantías
por haber recibido ataques en el camarín durante entretiempo (cuándo no). El
libreto es el mismo, los celestes de allá mandan centros por las bandas a la olla
hirviendo. Un mitrazo define el empate. No importa, los cerveceros quieren ganar
y están seguros de que pueden. Aclaración, de que pueden ganar es cierto, pero
de que puedan soportar la altura es otra historia. Los cusqueños ganan los
centros saltando con garrocha mientras los limeños saltan como conejitos. Es
que ya no tienen fuerza, ni reflejos ni nada porque está prohibido jugar con
tanque de oxígeno.
Ni
bien los locales empatan ponen todo el carnero en la pachamanca adelantando su
defensa para voltear el partido mientras los rimenses comienzan a jugar a la
contra por siaca. Y vaya que les liga. Ascues le pasa una pelota en callejón
de un solo caño a Joao, que la desperdicia por patear apurao. Los locales
siguen llegando. Los volantes y defensas se baten como pumas clamando por un descansito
de aunque sea cinco minutitos pero el juez no les perdona ni una ñisca de
tiempo.
Un par de bloopers...
Uga
Uga, que ha estado recibiendo palos y machetazos durante todo el partido se
escapa por la zurda y la pica a media altura, la gorda choca en la mano de un
defensa. Penal no negociable. Previo saltito la mete Hohberg pinchándola como inyección
a la nalga. 2 a 1. Claro que se puede. Pero los cusqueños empatan por un centro
pasado, también de cabeza. Ojo, Tiago, que ya van dos de mitra.
Los
limeños siguen agotados, perdiendo reflejos y pelotas en salida, con impresionantes
bloopers. Uno del Tíbiri que casi nos cuesta un gol. Para no ser menos, Alcedo
desafina y mete la pata en el concierto. Uf, menos mal que Matías las salva todas.
Tres
al hilo del Enano.
Luego,
Uga Uga se escapa y habilita al Enano que da media vuelta y la clava a un
costado. 2 a 1. Pero picados por la viruela del mono, los cusqueños nos vuelven
a empatar, y de cabeza para no variar el menú (van dos de mitra Thiago). Más Tarzán,
Tavara -para que no se comente su blooper- le pone una bola en Callejón de
Huaylas a Hohberg que la mete rodadita mientras Platanazo se lanza pero demora cinco
minutos en llegar al pasto. Es su tercer gol. 4 a 2 y esto es definitivo.
¿Definitivo?
¡pamplinas! Los cusqueños se siguen mandando al todo o nada. Nos meten el
tercero de cabeza tras un centro pasado (vaya que se les está haciendo costumbre).
Tiago dice "qué hago" con una cara de medio metro, la cual se le estira a treinta centímetros más
cuando nos empatan en los descuentos, Y para variar, de cabeza. Menos mal que el
partido termina, que si se juega cinco minutos más los cusqueños voltean la
tortilla. El árbitro a punto del soroche sopla el pitito y dice chau. Buenas noches.
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