Por Ernesto Moreno Ampuero
El
Historiador Celeste
La gratitud es la memoria del corazón. Querido profesor Mosquera, toca agradecerle por tantas alegrías y cariño incondicional al club de nuestros amores en estos cerca de 5 años, por los títulos, las copas, los grandes triunfos y por reflotar dos veces un barco que a la deriva parecía hundirse.
Llegó
en el 2012 y nos devolvió la identidad histórica, el buen fútbol, esa filosofía
que acercaba al hincha a los estadios y con un equipo demoledor nos regaló un
nuevo título, luego de 7 largos años de sequía que parecían interminables.
En
su segunda estadía, también estábamos convulsos, pues no se había iniciado de
la mejor manera la temporada 2019 con Barreto; sin embargo, como hombre de
retos tomó al equipo y de los últimos lugares no paró hasta llevarnos a la
consecución de una segunda estrella bajo su mando, nuevamente con el fútbol de
toque y ataque característico, fiel a su religión, para así olvidarnos por un
momento de la dura pandemia que tocó afrontar a nuestro país.
Y
si habláramos de justicia, en el 2021 también debimos salir campeones; no
obstante, los árbitros no lo quisieron en una manchada final ante los de La
Victoria, donde gravísimos errores arbitrales nos condenaron al segundo lugar.
Y
en el 2022, con el mejor acumulado por quinto año consecutivo, estuvimos cerca
de obtener una nueva estrella, aunque el destino caprichoso no lo quiso así.
Quiero enfatizar que más allá de lo futbolístico, en su persona hemos encontrado la decencia, los valores que lo definen como un gran profesional y como la gran persona sencilla que es, lo que finalmente trascenderá. Es usted un caballero, un ganador de la vida, que en la adversidad supo fortalecerse para salir airoso. Sabe que tenemos el orgullo y el enorme privilegio de ser sus amigos. Damos por descontado que por su capacidad manifiesta le seguirá yendo bien en los nuevos retos laborales-profesionales que se le presentarán con prontitud. Y siempre tendrá en nosotros, sus hermanos Celestes, un bastión de hoplitas de su amistad, férrea e incondicional a donde quiera que vaya.
Le
mandamos un fuerte abrazo y nos despedimos calurosamente no sin antes gritar
un: ¡Fuerza Cristal por siempre y salud Mosquera!
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