Por Manuel Araníbar Luna.
El estadio de Gremco no asusta a los bajopontinos ni cuando juega de visita versus el elenco de Ate abarrotado con toda su hinchada, por tanto entraron con tranquilidad para jugar a puertas cerradas. Ambas vallas, al igual que las puertas de Gremco, estuvieron igualmente cerradas hasta los 40 del primer tiempo, cuando Hohberg abrió la cuenta.
Más
poblado que Bombay…
Desde
que Ordoñez sopló la flauta, el rival evidenció que no venía a acurrucarse en su
área tal como suelen enfrentarse los visitantes contra los celestes. Por el contrario,
tomaron la iniciativa y con un medio campo más poblado que Bombay aplicaron un
pressing exasperante que no dejaba tranquilidad ni para armar juego. Calca y
Hohberg y Canchita no tenían una pizca de espacio ni para filtrar una tarjeta
de crédito. En vista de tanto amarre de prestamista jacoibo, lo único que quedaba
era labor de arquitecto con la regla y el compás y hacer triángulos y trapecios.
Para
ello quedaba el experto en pases largos, el Chévere Távara como contención y de
salida, pero también como lanzador de pases kilométricos. Ya recuperado de su
lesión, pisaba fuerte, bloqueaba y rascaba (aunque por momentos se pasaba de la
raya), su zurda estaba lista para el toque y el reparto de naipes y no le quedó
más que hacer de granadero que engatillaba con la zurda para lanzar los pases tipo
rugby. Uno de ellos originó la primera llegada, aunque sin fuerza, al área de Platanazo.
¿Y luego? Ataques y llegadas sucesivas de los norteños contra esporádicos toques,
paredes y movimientos de los armadores cerveceros pero viajando por Circunvalación, sin entrar a la candela. Este primer
tiempo pintaba con spray para un 0 a 0 con ligero predominio de los churres,
hasta que los celestes se acordaron que tenían que triangular como siempre lo
han hecho desde los 60s.
Choclito
de Lorita…
La
jugada la inició Canchita que viendo que el flanco izquierdo estaba lleno de
churres optó por pasársela a Lorita que hasta ese momento no había comido su
choclito. Se la pasa a Calca quien agradece con una venia y le devuelve el préstamo
de inmediato para no tener fama de enyucador. Lorita la centra con curva
de plátano de la isla y la chancha va directo a la parrilla donde la esperan tres
celestes, de izquierda a derecha, Canchita, Alejandro el Chico y Ávila . Uno de
ellos la tenía que pescar. La chancha se entrega en cuerpo y alma a Hohberg que
hace tiempo que no la ve ni la mete. El enano no pierde la ocasión, la mitrea y la gorda
se mete entre la esquina de la canasta y los dedos largos de Platanazo. Así se
van al camarín con un uno a cero ajustado, peleado, mordido, pero así es el
soccer. Los goles no los mete el que quiere sino el que se aprovecha de puro
conchudo.
Joao,
endiablao y malcriao…
Esta
ventaja para irse a los camarines no le da tranquilidad al cuadro cervecero. Por
el contrario la cosa, al igual que a un adolescente, se le comienza a poner
peluda. Para alivio de esta jaqueca, llega el receso de quince minutos para
tomar un paracetamol. Para el regreso los norteños sueltan la presión y quieren
empatar lanzando bolas que son bien rechazadas por Solís y sus cuatro cancerberos.
Para el contragolpe, el profe Mosquera saca a Hohberg y hace entrar al pitufo
Joao que entró entonao, endiablao, rompiendo cinturas y, ¡qué malcriao!, metiéndose
a la cocina sin que lo hayan invitao.
¿No
entró la pelota? Si cuñao.
Los
cerveceros empiezan a triangular y contragolpear hasta que llega la jugada
polémica del partido. el pequeño Joao recibe un pase por la derecha y desde el
filo de la navaja la saca a rastrón. Irven dispara fuerte y Platanazo la rechaza. La
pelota va hacia Canchita que la vuelve a percutir, pero un defensa la saca cuando
ya había entrado. Ordoñez se hace el loco y dice que sigan, pero luego consulta
con el banderillero que le responde que no la ha visto porque está concentrado en
buscar cucarachas albinas en la línea de cal. Más tarde en la TV se observa al defensa
con ambas piernas dentro del arco y la pelota entre ambos chimpunes. La otra evidencia
es que el otro defensa, pegado al palo izquierdo, sigue la trayectoria de la pelota mirando
hacia dentro del arco. No obstante, en la tele dicen que no entró, huummm, habrá
que creerles mientras esperamos que instalen cámaras en el filo del arco, es
decir para el siglo XXII. Sí cuñao.
Casi
un gol de dos sombreros, casi…
Más
tarde en uno de sus contragolpes el pequeño Joao burla al defensa con un
sombrero de Catacaos, queda solo frente a Platanazo e intenta tejerle otro
sombrero de charro pero este la pesca cuando la pelota ya volaba a la altura
del segundo piso con balcón a la calle y con ello se frustra el gol del
campeonato. El rebote lo pesca Canchita, habilitando para Irven que remata,
pero la desvía otro defensa. Casi entra, que si entraba lo íbamos a titular “el
gol de los dos sombreros”. Pero, debemos quitarnos este “casi” de la mente
porque es más lindo decir “ganamos” que “casi ganamos”. ¿Y luego? Nada más que
un gol anulado por infracción a Solís, pero como siempre, para los de la tele
no fue foul. Sí cuñao. Buenas noches.
LA
DEL ESTRIBO
Tras
una semana llena de chismes malintencionados con la intención de desestabilizar el
plantel, insultos y rajes de comadres, datos falsos no sólo contra el comando
técnico sino contra los propios jugadores el triunfo fue gratificante y se
evidenció que el rendimiento de los jugadores va en aumento y que el equipo está
plenamente concentrado con miras a la obtención del título. ¿Y los insultos? Al
río, junto con la envidia y la mala fe.
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