Por Manuel Araníbar Luna
Un vecino de esos que ven el vaso medio vacío nos lo resumió en unas frases “Jugamos mal contra los más malos pero ganamos. Los más malos jugaron bien y nos dominaron, pero perdieron. Apuesto que jugando bien íbamos a perder.
Un
cuadro de Picasso al revés.
Esta especie de trabalenguas de mi vecino tiene mucho de razón. Es
que ver este partido luego del vale triple contra los boliches era como ver un
cuadro de Picasso al revés. ¿Qué pasó, qué
pisó? (son palabras de Pocho Rospigliosi).
Primero,
ya lo dijo Pocho, el piso, mejor dicho, la cancha. Todo dueño de fecha la
arregla o desarregla como quiere, esto lo sabemos todos. Los venecos -nadita
giles- mojaron la cancha en la víspera, lo volvieron a hacer en la mañanita y
antes del partido repitieron el riego. En el entretiempo la volvieron a regar. Si
querían que Perú se sumerja en un pantano lo consiguieron, la diferencia es que
tuvimos a Gallese, al Bambino y a Cuevinha.
Segundo,
lo mismo de casi siempre, cuando los peruchos se enfrentan a un equipo grande
como Argentina o Brasil los blanquirrojos se tiran para atrás. Sólo dejan
adelante a uno en punta sin tajador. Esto es explicable porque se reconoce el
mejor nivel del rival. Esta vez, contra el sentido común, tocamos retirada
contra el equipo que siempre está en el sótano de la tabla. Eso debe estar escrito
en la pizarrita de acrílico con su respectivo plumón, pero al pisar una cancha lodosa,
con un calor de 37°C hasta el plumón se derrite.
Tercero,
el humo fue que los cojumentaristas de siempre dieron su sermón de sabelotodo en jarabe de
lengua:
—No
se preocupen, el partido está papayita. No juegan Soteldo ni Rondón que son los
capos, el resto son paquetes de muestra gratis para llenar la lista de 11.
Los
mensajes eran de tanta panudez y soberbia que los hinchas se la creyeron, y hasta
los más pesimistas como mi vecino metieron su plata en las casas de apuesta y a
ganador, ya estaban contando sus ganancias de la noche.
—nah,
a los chamos les ganamos con ocho jugadores enyesados aunque ellos sean quince en
la cancha. Ta’ facilito.
¿Facilito?
¡Las huellas!
Sucedió
todo lo contrario. Los de la concho de
vino eran dueños de la fecha y por supuesto, como locales se apoderaron de la
cancha. Apenas el referí sopló el piticlín asustaron un par de veces poniendo
en aprietos a la defensa rojiblanca. Luego del susto los peruchos empezaron a
tejer, hilvanar y parchar las situaciones, aunque no tanto como para echarse
una siesta panza arriba y esperar que los goles lleguen solos.
Menos
mal que luego del apretón inicial los granates les dejaron un cachito de
soltura y los rojiblancos empezaron a llegar, no mucho, pero al menos para
crear un pequeño peligrito, una sirenita de alarma en el área de los chamos. Usaín
se escapa por derecha y lanza un centro arrastrado que la Culebra venenosa
empuja con el taco, la rechaza un defensa que deja al Bambino en coitus
interruptus, un casi-casi autogol. La siguiente escapada fue una serie de
toques en pared que al último remató la Culebra pero el veneno se le quedó en
el camarín.
¡Pizza
e vino para el Bambino!
Bien,
a veces dicen que a la tercera va la vencida, en este caso a la tercera fue la
apertura. La serie de toques empieza desde la salida del área perucha. Yoshi vio
que el Bambino esperaba su porción de pizza en el medio campo, este recibe la
pelota (y también un codazo que el árbitro no ve) y abre para Cuevinha que
viene por la zurda. El bambino resbala en la cancha fangosa pero se levanta
como gladiador turinés para recibir el encargo y devolverle el paquete a
Cuevinha. Este levanta la mitra y la pasa a la Culebra que serpenteando por derecha
le envía un dron con efecto a la cabeza del Bambino que no hace más que meterla
entre el palo y el arquero venezolano. ¡gol di testa del guerriero
mascherato que corre, una pirámide rojiblanca lo tapa al punto que le
desabrochan el antifaz de llanero solitario (ya los chibolos se están comprando
su antifaz). Uno a cero. Luego los granates tienen a maltraer a los peruchos, algunos
van a las casas de apuestas a meter su plata a la contra porque ven que la mano
venía peluda y con uñas largas. Así se van al descanso con dos limones en las amígdalas.
En
el segundo tiempo cae una granizada sobre el área perucha. Gareca se despeina
gritando que están regalando el medio campo y no están armando ni un
rompecabezas de cuatro bloques. Los venecos tienen una puerta abierta y si no
se meten al arco es porque Pedrito está en su noche. El empate se ve venir y al
fin llega con una jugada melliza del gol peruano con la diferencia de que el
remate final del delantero es de puntazo cruzado. El ataque de la concho de
vino no se detiene y se pierden el gol de la volteada cuando un chamo hace a la
Tarántula un sombrero cajamarquino que sale desviado, ¡uf!. Los peruchos le dan
su vuelto. Un zurdazo de Trauco da en el poste venezolano. Otro pase de
Cuevinha para Canchinha le sale muy arribinha.
Gol
con el dedo gordo…
Llega
entonces la pintura del encuentro. Una infracción al borde del área caraqueña
da lugar a tiro libre. Cuevinha la chapa y no la suelta ni con orden del juez.
Es suya y los chotea: “por favor salgan todos que yo sé lo que hago”. El chato huamachuquinho
mira a derecha e izquierda y se empina para ver dónde está el arquero, que
ordena su barrera con los jugadores más altos. Un granate se acuesta a tomar la
siesta por si las moscas detrás de la barrera en caso de que al chato le ocurra
arrastrarla por el piso. Cuevinha le da con el dedo gordo y la pelota vuela con
curva de plátano bellaco pero a Ferraresi se le ocurre meter sus narices y
desvía la pelota que entra limpia hasta el fondo de la canasta petrolera. 2 a
1.
“Pedro
nuestro que estás en el arco…”
Las
cosas que suceden: Peú sin dominar va ganando. Venezuela domina, pero la pelota
no entra. Un granate lanza centro que Trauco manotea creyendo ser el arquero.
Penal. “Trágame tierra” dice Trauco pero la tierra caraqueña no traga a los
peruanos. ¡uf, la canción! A rezarle a San Pedrito, patrono de los arqueros que
los van a fusilar. El encargado es Machíz.
Los jugadores peruanos le meten labia y floro en jerga y en quechua.
Mientras el Ave Pedro aletea como mariposa con los brazos tan largos que llegan
a los postes. El arco se le achica a Machiz que patea fuerte pero ya la Pantera
se ha lanzado y la manotea. El rebote lo revienta Ramos hasta la tribuna.
Trauco se desentierra, sale llorando del ataúd, camina como los muertos
vivientes y promete invitarle juanes a la Pantera si le regala los guantes para
ponerlos en un altar con su velita misionera.
Gareca,
poto de muñeca…
¿Y
que sigue? Ataques y más ataques, disparos y más disparos pero Pedro Gallese
que al inicio del partido era una tarántula de 1.90 de estatura se ha
convertido en un pulpo de 2.50mts que las saca todas con sus ocho brazos. Al final
de la contienda ya es una pantera
gigante de tres pisos de altura y sus brazos son dos paletas de helicóptero. Se
lleva cargados en un brazo a Cueva y en el otro a Trauco que promete regalarle
juanes y tacacho con cecina para todo el 2022; Bambino le traerá Pizza, y Canchita chifles. Gareca le ha prometido parrillada, pero vaya usted a creerle
a un argentino que es más duro que poto de muñeca (espérate sentado porque parado te vas a cansar). Buenas noches.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario