domingo, 20 de junio de 2021

¡OLA, OLA, OLA, GOLAZO DE LOYOLA!

Por Manuel Araníbar Luna

Durante las nueve temporadas de permanencia en el club de la Florida Jorge Piki Cazulo nos dejó varias frases. Hay dos que son las que más se repitieron:

“Nunca nos den por muertos”

“Si las piernas no responden hay que correr con el corazón”



Sale un faraón y entra un chamo…

Los rimenses habían jugado un excelente y cómodo primer tiempo adelantando dos goles, fallando varios y jugando desde el inicio del partido sin el faraón Riquelme por una tempranera lesión por choque con un jugador rival. El ingreso del Chamo Marchán hizo que los celestes variaran el sistema. Los dos centrales cusqueños suspiraban aliviados creyendo que así ya no tenían que marcar a un centro delantero como el Faraón de la Salsa que va bien por alto se podían adelantar. Fue su desgracia. El profe Mosquera dio una orden. “tóquenla en primera”. Calca, Jesucito, Canchita, Irven, el Chamo y Grimaldo tejían un endiablado baile de paredes cortas y trueques de posición que desestabilizaba a la defensa sureña. Grimaldo, que dribleaba por izquierda aparecía por derecha, Canchita recorría la cancha de lado a lado, Irven se metía entre los dos centrales que al verlo bajito lo miraban con desprecio.

Por fin IR100

Es así como llega el centésimo gol de Irven con la celeste. La inicia Canchita que habilita a Irven. Este la toca para Calca y se mete entre los dos centrales. Calca le adivina el pensamiento y le manda una granada por encima de todos. El delantero de los noventa y nueve goles la deja dar un bote, le hace a Nicosia un sombrero de rondero y la chancha se mete en la canasta de huevos.  Desde ese momento su nombre cambia de Irven a IR100. El ariete huanqueño salta, mete puñetes al aire y cierra los ojos. Todos le leemos el pensamiento (y pensamos lo mismo que él): “Uf, ya era tiempo”.

Autogol del Faraón cusqueño…

Minutos después el Chamo quiebra en el área y mete el zurdazo que viola a toda la defensa pero a uno de ellos se le ocurre meter el chimpún por siaca y la salva de la raya de puro lecherazo que es. Sin embargo, la divina leche no lo vuelve a acompañar. Nuevamente Canchita inicia el peligro dándole una pelota en callejón de Malambo a Grimaldito que se mete por derecha. Un defensa se rasca la cabeza: “¿cómo, este chibolo no estaba en la otra punta?”. Grimaldito la mete a rastrón y un pelado igualito al Faraón, creyéndose delantero la mete en su propia  canasta. 2 a cero, y el partido para los cerveceros se percibe más fácil que la tabla del 1.  Así se van a tomar una gaseosa.

El cerquillo de la soberbia…


¿Dijeron que el partido estaba fácil? Gran error de los cerveceros pese a que Mosquera ya  lo había recalcado en el camarín: “No se confíen, no hay partido fácil si no se está ganando por menos de cuatro goles”. Pero bien dice el antiguo refrán preincaico: “la soberbia es un cerquillo que tapa los ojos a los jugadores”. Empezando el segundo tiempo la peluca ciega a los defensas y un delantero se mete en medio de todos tras un pase adelantado y anota el descuento cuando los centrales aún están durmiendo la siesta del entretiempo. Dos a uno, y los cusqueños quieren el empate. Se apoderan del medio campo y hacen retroceder a los rimenses, que sólo atinan a contragolpear de vez en cuando y de cuando en vez.  Para colmo Jesucito le mete un manazo al Chapu y se va a las duchas por roja directa. A los celestes no queda más que defender el 2 a 1. Jugar diez contra once es difícil, y mucho más cuando el otro equipo se va con todo. Las piernas se cansan y el aire empieza a faltar. Uno por uno lo celestes se van lesionando.

Chau gol 101…

Es entonces que aparece la frase máxima del Piki. “si las piernas no obedecen hay que poner corazón”. Los celestes sacan fuerzas de flaqueza y se multiplican aguantando los ataques, tocando de costado, enfriando el partido, contragolpeando y probando a ver si entra el tercero. Irven vuelve a hacerle un sombrerazo a Nicosia pero -piña con sal- la gorda choca en el dintel. ¡Iba  a ser su gol 101! Más tarde Pretel, al ver que la defensa del Vilcanota está adelantada se la juega en callejón a Irven y este -más solo que Adán antes de que Dios le saque la costilla- define al cuerpo de Nicosia. Por lo visto, no es día para un doblete de Irven.

Ola. Ola. Ola…

Los celestes siguen aguantando. El juez da ocho minutos, falta poquito y para colmo Menéndez le muestra la roja a Aubert. Mucho mejor para los celestes, "ahora estamos 10 contra 10", suspiran aliviados. Pero el diablo es una rata, el hombre la maltrata y Pretel mete la pata cuando faulea a un cusqueño faltando tres minutitos. Tiro libre y el jabibi Abisab empata de tiro libre. Todo el mundo cree que se va a definir por penal de Piedras Gordas. Los celestes recuerdan la otra frase de Piki, “nunca nos den por muertos”. De inmediato un cusqueño jalonea a Canchita lejos del área. No es distancia para rematar al arco. ¿Qué hace Canchita? Con el rabillo del ojo nota que Nilson se está metiendo por la izquierda y aprovechando que los cusqueños ya están pensando en quiénes patearán los penales, se la juega suave a Nilson que la domina con el pechereque y mete el tercero cruzándola de zurda. ¡Ola, ola, ola, golazo de Loyola! 3 a 2. ¿No decíamos que en La Florida aún resuenan las frases de Piki?  Nos vamos a cuartos. Buenas noches.


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