Por Manuel Araníbar Luna
Durante las nueve temporadas de permanencia en el club de la Florida Jorge Piki Cazulo nos dejó varias frases. Hay dos que son las que más se repitieron:
“Nunca
nos den por muertos”
“Si
las piernas no responden hay que correr con el corazón”
Sale
un faraón y entra un chamo…
Los
rimenses habían jugado un excelente y cómodo primer tiempo adelantando dos
goles, fallando varios y jugando desde el inicio del partido sin el faraón
Riquelme por una tempranera lesión por choque con un jugador rival. El ingreso
del Chamo Marchán hizo que los celestes variaran el sistema. Los dos centrales
cusqueños suspiraban aliviados creyendo que así ya no tenían que marcar a
un centro delantero como el Faraón de la Salsa que va bien por alto se podían
adelantar. Fue su desgracia. El profe Mosquera dio una orden. “tóquenla en primera”. Calca,
Jesucito, Canchita, Irven, el Chamo y Grimaldo tejían un endiablado baile de
paredes cortas y trueques de posición que desestabilizaba a la defensa sureña. Grimaldo,
que dribleaba por izquierda aparecía por derecha, Canchita recorría la cancha
de lado a lado, Irven se metía entre los dos centrales que al verlo bajito lo
miraban con desprecio.
Por fin IR100
Es así como llega el centésimo gol de Irven con la celeste. La inicia Canchita que habilita a Irven. Este la toca para Calca y se mete entre los dos centrales. Calca le adivina el pensamiento y le manda una granada por encima de todos. El delantero de los noventa y nueve goles la deja dar un bote, le hace a Nicosia un sombrero de rondero y la chancha se mete en la canasta de huevos. Desde ese momento su nombre cambia de Irven a IR100. El ariete huanqueño salta, mete puñetes al aire y cierra los ojos. Todos le leemos el pensamiento (y pensamos lo mismo que él): “Uf, ya era tiempo”.
Autogol
del Faraón cusqueño…
Minutos
después el Chamo quiebra en el área y mete el zurdazo que viola a toda la
defensa pero a uno de ellos se le ocurre meter el chimpún por siaca y la salva de
la raya de puro lecherazo que es. Sin embargo, la divina leche no lo vuelve a
acompañar. Nuevamente Canchita inicia el peligro dándole una pelota en callejón
de Malambo a Grimaldito que se mete por derecha. Un defensa se rasca la cabeza:
“¿cómo, este chibolo no estaba en la otra punta?”. Grimaldito la mete a rastrón
y un pelado igualito al Faraón, creyéndose delantero la mete en su propia canasta.
2 a cero, y el partido para los cerveceros se percibe más fácil que la tabla
del 1. Así se van a tomar una gaseosa.
El
cerquillo de la soberbia…
¿Dijeron que el partido estaba fácil? Gran error de los cerveceros pese a que Mosquera ya lo había recalcado en el camarín: “No se confíen, no hay partido fácil si no se está ganando por menos de cuatro goles”. Pero bien dice el antiguo refrán preincaico: “la soberbia es un cerquillo que tapa los ojos a los jugadores”. Empezando el segundo tiempo la peluca ciega a los defensas y un delantero se mete en medio de todos tras un pase adelantado y anota el descuento cuando los centrales aún están durmiendo la siesta del entretiempo. Dos a uno, y los cusqueños quieren el empate. Se apoderan del medio campo y hacen retroceder a los rimenses, que sólo atinan a contragolpear de vez en cuando y de cuando en vez. Para colmo Jesucito le mete un manazo al Chapu y se va a las duchas por roja directa. A los celestes no queda más que defender el 2 a 1. Jugar diez contra once es difícil, y mucho más cuando el otro equipo se va con todo. Las piernas se cansan y el aire empieza a faltar. Uno por uno lo celestes se van lesionando.
Chau
gol 101…
Es
entonces que aparece la frase máxima del Piki. “si las piernas no obedecen hay
que poner corazón”. Los celestes sacan fuerzas de flaqueza y se multiplican aguantando
los ataques, tocando de costado, enfriando el partido, contragolpeando y probando
a ver si entra el tercero. Irven vuelve a hacerle un sombrerazo
a Nicosia pero -piña con sal- la gorda choca en el dintel. ¡Iba a ser su gol 101! Más tarde
Pretel, al ver que la defensa del Vilcanota está adelantada se la juega en
callejón a Irven y este -más solo que Adán antes de que Dios le saque la
costilla- define al cuerpo de Nicosia. Por lo visto, no es día para un doblete
de Irven.
Ola. Ola. Ola…
Los
celestes siguen aguantando. El juez da ocho minutos, falta poquito y para colmo
Menéndez le muestra la roja a Aubert. Mucho mejor para los celestes, "ahora estamos
10 contra 10", suspiran aliviados. Pero el diablo es una rata, el hombre la maltrata y Pretel mete la
pata cuando faulea a un cusqueño faltando tres minutitos. Tiro libre y el jabibi
Abisab empata de tiro libre. Todo el mundo cree que se va a definir por penal
de Piedras Gordas. Los celestes recuerdan la otra frase de Piki, “nunca nos den
por muertos”. De inmediato un cusqueño jalonea a Canchita lejos del área. No es
distancia para rematar al arco. ¿Qué hace Canchita? Con el rabillo del ojo nota que Nilson se está metiendo por la izquierda y aprovechando que los cusqueños
ya están pensando en quiénes patearán los penales, se la juega suave a Nilson
que la domina con el pechereque y mete el tercero cruzándola de zurda. ¡Ola, ola,
ola, golazo de Loyola! 3 a 2. ¿No decíamos que en La Florida aún resuenan las frases de
Piki? Nos vamos a cuartos. Buenas
noches.
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