TRIUNFO CELESTE CON GOLAZOS DE HOHBERG Y TÁVARA.

 Por Manuel Araníbar Luna

Bien. se ganó por dos goles, pero no hay tiempo  para celebrar con bailes y cánticos carnavaleros, se ganó tres puntos, y punto. Se ha ganado una laboriosa batalla pero aún falta la última y la más difícil. Ayer se le ganó a un equipo oriental cuya falta de calidad la suplía con la verdadera garra uruguaya y no la que acá los diarios chicha venden envueltos en tamales llenos de humo y sueños de cannabis.

Santa Puntería, madre del gol…

Aunque algunos sabelosaurios van a salir a contradecir, si analizamos a fondo, el equipo jugó tal como en los anteriores compromisos, con toques cortos y llegadas al arco contrario, pero con una diferencia, anoche el gol entró, y hasta pudo ganarse por 4 a cero, aunque con una diferencia. En aquellos partidos Santa Puntería (patrona de los goleadores) no les hizo caso entretenida como estaba en partidos de la Champions.

Bien, se ganó con ganas, defendiendo el área con alma, corazón y vida y dejando la piel en cada choque; atacando con triangulaciones y sorprendentes habilitaciones en Callejón de Huaylas a las espaldas de los troncos defensores uruguayos que en su impotencia apelaban a la patada artera. Y es que el mediocre árbitro que —para consuelo de sus colegas nacionales— con más vocación de afilador de cuchillos que de juez Fifa, les dio carta blanca para toda clase de infracciones, anulando un legítimo gol cervecero. Vale añadir que en esta invalidación lo ayudó su compañero de la misma nacionalidad (y mediocridad), además de otros cobros que sólo existieron en su imaginación.

Robots sin baterías…

Se jugó del único modo que se le podía ganar a un equipo que pobló el medio campo para anular el armado de los cerveceros que trataban de jugarla corta y larga, triangulando, soltando pases a las espaldas de los backs orientales.  Al igual que en partidos anteriores de la Liga y de la Líber, entraron a la cancha sin un 9 que entretenga a sus marcadores para jalar marca, que pelear y ganar los centros en área rival y en la propia. Recién promediando la segunda etapa entró el Faraón Riquelme para aguantar a los centrales rojos en su zona y no se manden tanto al ataque.

¿Que los orientales son troncos? Eso ya se sabía desde el partido de ida en el que el jugador del partido fue su extraordinario arquero. Por tanto, a los troncos hay que jugarles así, haciéndoles quedar como como robots sin baterías y sorprenderlos con pases en corte de filetes de bonito para el escabeche.  Claro que los rentistas defendiendo demostraban tener cintura de huevo y escasa pericia en el armado acompañándose de carritos chocones en la contención, pero veloces en sus desordenados ataques por las bandas, sobre todo por el lado de Lorita que tuvo mucha dificultad para controlar sus arremetidas.

Mongo, perdón, Congo…

Los cerveceros poco a poco fueron armando paredes y puertas un poco toscas, pero aun así obligaron a los orientales a faulearlos a la mala para contrarrestar los finos toques que destroncaban cinturas, dejaban soso a Sosa, moreteaban a Morales, sazonaban a sus laterales, desesperaban a Pérez y le recortaban el apellido a Urretaviscaya. Pero no todo fue ciento por ciento redondo. Los celestes perdían algunas pelotas en salida lo cual generaba pánico en el área propia por lo que Duarte tuvo más trabajo que en partidos anteriores. Como ya se ha hecho costumbre, los rimenses desperdiciaron preciosas oportunidades de perforar la valla de Rossi. Del resto se encargó el árbitro Mongo, perdón, Congo que anuló dos goles, uno recontra legal y el otro con el 98% en ADN de paternidad.

La Manchita que habilita…

En los primeros minutos del duelo era difícil triangular porque su entrenador Varini había poblado el medio campo con un apretujamiento de anchovetas. ¿así cómo? Aun con todos esos palitroques rojos en el medio campo, los rimenses paseaban la pelota de un lado al otro y de cuando en vez metían pases en cuchillada. Tras un centro venenoso y una pelotera en el arco Merlo la clava en la misma raya maldita rodeado de peones y alfiles pero Congo hace borondongo y le anula el gusto de la celebración argumentando un banderazo de posición adelantada. Ya el once cervecero llegaba y eso era síntoma de mejoría. Un pase en callejón le cae a los pies de La Manchita pero no la puede retener y se la quita el buen arquero Rossi.

A los 39’ llega el momento de celebrar. Washington siempre falla a la hora de definir. Sin embargo, desde el año pasado ha demostrado que es el mejor habilitador del fútbol peruano actual. Quita una pelota en el medio campo, pica a velocidad y habilita a Alejandro el Chico que corre acompañando por derecha. Con la gorda en su poder no lo piensa dos veces y fusila a Rossi con un misil que hincha la bolsa del mercado. Uno a cero. Se espera una avalancha colorada pero no lo es tanto porque pasan cinco minutos y el mongo Congo dice que hay que descansar.

Tavarazo o tavaragol…

Para el segundo tiempo los rojos se adelantan y los celestes retroceden para contragolpear. Irven se escapa y estropea una preciosa ocasión de aumentar. No importa, se nota que van llegar más chances. La idea es no desperdiciarlas porque dice el viejo refrán “una vez lanzada la pelota, ya no te obedece”. Canchita sorprende de media vuelta desde fuera del cajón pero Rossi la chapa como político. La ocasión para meter el segundo tenía que llegar y llega. Todo empieza con Hohberg, de buen desempeño, que arrinconado en el ángulo de Occidente y Sur a punta de pisadas de bola se escapa de la maraña de rojimios que lo acorralan. Juega con Ávila y esta toca para Calca que la devuelve al pecho. Irven, viendo que no tiene ángulo para definir, levanta la mitra y se la suelta al Chévere que de un tavarazo la clava en un ángulo del arco Sur. 2 a cero. El entrenador uruguayo mete delanteros y el DT cervecero mete defensas y lo que sigue son ataques y defensas sin trascendencia para ambas vallas, salvo una escapada por el lado de Madrid que sale desviada. Luego el mediocre Congo dice chau. Buenas noches.