Por Manuel Araníbar Luna
“Por fin anotó Irven, mi hermano”, nos dijo aquel mediodía del 2012 en la ardiente tribuna, con satisfacción de padre tras ver los primeros pasos de un niño, “sólo le faltaba meterla para agarrar confianza”. No era una entrevista periodística sino una conversación informal la que sosteníamos en la tribuna del Alberto Gallardo al finalizar un encuentro en que la escuadra celeste derrotó al cuadro arequipeño.
Era
don Wilbert Espejo, el resiliente padre de Gianfranco Espejo Reyes, nuestro recordado flaco de oro. La tristeza de su semblante denotaba que iba al Estadio
Gallardo no sólo como hincha del Sporting Cristal sino que sentía que la nostalgia lo
llevaba de la mano a la tribuna con la expectativa de ver otra vez a Gianfranco
entrar a la cancha para jugar como volante por la divisa celeste de sus amores.
Ya
descansa al lado de Dios…
Hacía
tremendo calor, llevaba puesta la camiseta del Sporting Cristal y se abanicaba
con un ejemplar de la revista Sentimiento Celeste. Nos comentaba lo incómodo que
era ver partidos del Sporting Cristal al mediodía en el Gallardo en pleno
verano. “los que se sientan en la tribuna a pleno sol se fríen por arriba y por
abajo. Por lo menos yo estuve bajo la sombra de la tribuna”. No quisimos
recordarle los tristes momentos que viviera tras el trágico accidente (jamás lo
hicimos en las repetidas ocasiones en que nos encontramos dentro y fuera del estadio). Sin embargo, no
faltó un inoportuno colega que metió la pata. Se le ensombreció el semblante y levantó
la vista hacia el firmamento “Ya mi hijo descansa al lado de Dios”. Luego
guardó un silencio que de súbito se rompió al ver una incomprensible bronca
entre dos facciones de barristas cerveceros.
“Saltaba
como un niño…”
Sin que se lo pidiéramos se lanzó a recordar la molestia que le causaba ver las broncas de barristas cuando
Gianfranco pertenecía al Extremo Celeste en su adolescencia, los consejos que
le daba para que no caiga en provocaciones porque siempre se opuso a la condenable
violencia por el ciego fanatismo en tribunas y calles. Luego pasó a recordar el
orgullo de ver a su hijo vistiendo la camiseta del equipo de sus amores. “En
realidad jamás se le quitó el alma de barrista”, nos decía emocionado, “en las
épocas en que el equipo estaba en peligro del descenso llegaba a casa furioso y
a punto de llorar. Y cuando no jugaba por lesión u otros factores subía a la
tribuna para cantar y saltar”. Sonrió por primera vez recordando cuando el
recordado flaco anotó uno de los goles que sirvieron para salvar la categoría aquella
jornada 2007 ante el Sport Boys. “saltaba de alegría como un niño”.
“Hoy tengo miles de hijos…”
Prosiguió
relatando la seriedad con la que Gianfranco desplegaba su papel de futbolista
sin descuidar sus estudios, lo que siempre le inculcó: “el fútbol es una
carrera corta, hijo, tus estudios son tu futuro”. Cuando nos estábamos
despidiendo un grupo de jóvenes hinchas se acercó a saludar y palmotearlo soltó
una frase que se nos grabó para siempre. “ya lo ves, mi hermano, se me fue un hijo,
pero hoy tengo miles de hijos, los hinchas celestes”
Hoy
acompaña a Gianfranco en la tribuna de la eternidad, ambos celebrando los triunfos
de la escuadra celeste.
Adiós
don Wilbert, sus miles de hijos cerveceros lloran su partida.
SALUD DON WILVER SALUD GIANFRANCO. FUERZA CRISTAL TODA LA VIDA!!!!!!!!!
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