viernes, 18 de diciembre de 2020

MIS INICIOS COMO BARRISTA

Por Aldo David Alvarado Hinojosa

Corría el año 1987. Yo era hincha desde muy niño, escuchaba mis partidos con mi radio a transistores. Tenía 19 años y mi papá -también hincha del Cristal- empezó a darme permiso para acudir al estadio a ver a ese equipo que siempre me cautivó por jugar tan bonito y esas hermosas 11 camisetas de color celeste que me emocionaba de sólo verlas. Entonces llegué al Estadio Nacional y compré mi entrada para ver el partido entre Sporting Cristal y el Melgar.


Sale el campeón...

Quedé entonces tan admirado de ver un puñado de hinchas en una pequeña pero muy bullanguera barra, que no dejaban de gritar todo el partido, acompañados de instrumentos, cornetas, tambores , bongós, bombo, triángulos de camión de basura y barritas de madera, con estribillos alegres, pero con mucho ritmo, que lo único que hacían era entusiasmarte y darte energía para cantar y gritar todo el partido.

Era hincha del Cristal desde muy niño, pero nunca iba al estadio y solamente me nutría de las informaciones que daban los programas deportivos en la radio o de revistas como Ovación y recortes de periódico. Aquella tarde de invierno del 87 -en que fui por Primera vez al estadio- comprobé con emoción que me sentía muy bien ver a ese equipo tan querido por mi padre. Me pegué a ese puñado de entusiastas chicos y señores que coreaban por esos colores, muy discretamente y con el temor que alguien me diga que me aleje, sin embargo, encontré solo sonrisas amigables y de repente salía el Sporting Cristal bajo el estribillo "sale el Campeón, sale el Campeón♫♫", y el equipo venía a saludar a esa barra.

La invitación…

Yo me sentí tan emocionado que lo único que hice fue cantar, saltar y bailar todo aquel partido que ganamos creo que 1 a 0. Al finalizar el partido se me acercaron dos jovencitos muy parecidos a mi persona, en edad y entusiasmo, y me dijeron que me habían visto cantar y bailar todo el partido, me invitaron a formar parte de la barra. Yo no lo podía creer, me sentí tan honrado que me invitaran a pertenecer a esta barra tan linda que no dudé un instante en responder el halago de manera positiva y con un tajante “claro que sí”. Ellos eran Aldo Celis, Martin Adiaz y Martín Avendaño. A partir de ese momento no falté ni un solo compromiso ese año. En esos tiempos salía corriendo de la universidad o cancelaba citas con mi enamorada -ahora mi esposa- por ir a ver al Cristal, cortaba papel periódico toda la víspera del partido para hacer mis propios contómetros y mi propio papel picado, llenándome de ampollas en las manos de tanto cortar tiras largas de papel periódico para luego engraparlas y enrollarlas para luego entrar al estadio con mínimo 100 contómetros y por lo menos 5 kilos de papel picado, que yo -muy generoso- regalaba a todos los chicos menores que me pedían un poco de papel picado y algunos contómetros.

Bombo, corneta y bongós…

En eso salía el Sporting Cristal entre aplausos de aquellos 50 o 60 barristas dentro de los cuales no olvido al gran loco Galliani, quien un día vino y me ofreció tocar el bombo. Yo me sentí aún más halagado cuando me dieron el bombo de la barra del Cristal que luego junto con Toño Calienes o el gordo Rolando nos turnaríamos en tocar aquel bombo que junto a los Bongós del tío Freddy Ambia y a la corneta clásica de “El Chaira” o de Perico Ugaz, se armaba la fiesta en aquella tribuna y de repente veías bailar a los entusiastas barristas. No dejo de olvidar al tío Koki Abratani y sus cigarros Inca con su propio filtro, al señor Guillermo Mazuelos y su hijo, a Gustavo Calienes y el ya mencionado querido amigo Toño, al “Muñeco” Meza y el cholo Wilson, a los Gatos y sus hermanos -cajamarquinos ellos - que siempre iban juntos al estadio, a Pablo Merea Vidalón que ingresó a la barra el mismo día que entré yo, al señor Echevarría. También iba “el italiano” que era un gordito bonachón que usaba unos mostachos y que siempre iba al estadio con su hijo pequeño también gordito y ambos con esas paletas de madera acompañaban el ritmo de la barra.

Hola, hola, hola…

El eterno renegón Pancho Payasito Extremo, que solo puteaba y nunca cantaba, jaja. Y de repente el Cristal tocaba y tocaba y la barra bailaba y bailaba y veías a Cesar Loyola -padre de la actual jugador del Cristal Nilson Loyola- metía goles, y si fallaba otros y que cuando metía goles venía corriendo a la barra del Cristal para escuchar su canto dirigido a él: “hola, hola, hola, golazo de Loyola“. Es más, él fue la primera persona que le vi hacer como gallina cuando le metía goles a la U, luego esto fue típico de la Pepa Baldessari en los noventas. No puedo dejar de mencionar tantos recuerdos como esas banderolas grandes que las usamos con unas cañas grandazas y guardábamos debajo de la tribuna, o de mi almuerzo de seco con frijoles que comíamos debajo de la tribuna en aquellos tripletes inacabables de domingo, cuando Cristal jugaba generalmente el semifondo y nos retirábamos sin ver el partido de fondo cantando el clásico “ya jugamos, ya ganamos, ahora nos vamos a chupar”.

Papel picado con mis separatas…

Un párrafo aparte a uno de mis mejores amigos que encontré en aquella barra de muchachos sanos y buenas personas. Este era un chinito, chiquito él, pero gritón y entusiasta , que se hizo mi mejor amigo en la barra y que hasta ahora no olvido aquella vez que, llegando de la universidad con mi mochila llena de apuntes y separatas de los cursos de medicina que llevaba en San Fernando, - y este personaje oriental (¡Salud Arturo Kikuyama!) se dedicó a convertir mis apuntes y separatas en papel picado, (chino de mierda !!). Arturo Kikuyama Arakaki me arruinó aquel ciclo por no poder estudiar mis apuntes, pero al final todo era por continuar la fiesta en aquella pequeña pero gran y bullanguera barra que sólo se llenaba de gran cantidad de hinchas en partidos importantes como contra la U o Alianza, pero en partidos pequeños éramos siempre los 40 o 50 hinchas que no dejaban de gritar en todo el partido.

El bombo que nunca enmudece…

Hasta ahora siento el dolor de las ampollas en mi mano de tocar todo el partido el bombo. Aunque el Cristal estuviera perdiendo el bombo no dejaba de sonar, y eso lo dijo Micky Rospigliosi que “el Cristal podía estar en una tarde mala pero el bombo de la barra nunca dejaba de sonar”. El tiempo pasó, pasaron décadas, pero la alegría de escribir y recordar todo lo mencionado nunca pasará. En mi mente y en mi corazón quedarán tantos recuerdos imborrables de aquella pasión desmedida que empecé a vivir por mi Sporting Cristal en los ochentas. Hoy estamos ad portas de culminar una campaña diferente, en un año difícil en que las formas de alentar han cambiado mucho, pero el corazón y el amor del hincha nunca cambiarán.

¡Fuerza Cristal, equipo de mis amores!

¡Salud, salud, salud Cristal!

¡Dejen la vida el domingo y que ojalá llegue el 20º título!

El Doctor Celeste

Aldo David Alvarado Hinojosa

 

 

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