Por Manuel Araníbar Luna
En Lima nunca llueve, y cuando suelta la garúa lo hace a la muerte de un loco. Por tanto, los jugadores peruanos (salvo los que juegan en el exterior) están muy poco acostumbrados a jugar con lluvia y cancha mojada. Esto lo saben todos los rivales desde antes que los visitemos a su casa. Es usual, por tanto, que nos mojen la cancha. No nos sorprendió, por tanto, que los jugadores del seleccionado de la franja entraran a jugar a un terreno con césped alto y cancha mojada. No húmeda, mojada.
En arenas movedizas...
Por
lo general es una norma establecida que antes de los partidos le dan una
rociadita con manguera a la cancha para que la pelota corra más rápido. Ignoramos
si ayer llovió en Asunción, pero parece que antes del partido abrieron la llave de la manguera como para inundar el río Paraná, porque la pelota en vez de correr se
trababa y los peruchos se hundían en áreas movedizas.
Los
locales entraron a definir cuanto antes el partido, sabedores que los peruanos
no iban a desplazarse cómodamente por el temor a patinar. Los guaraníes la veían fácil porque a decir
verdad los peruanos no salían ni a ver si llovía. ¡Qué iban a salir si los pies
se les quedaban atorados en esas champas llenas de agua!
Frenando a la camioneta...
La
primera de peligro para los peruchos es
un sombrerito que le hace Lezcano al León Zambrano y sobre el pucho define con
una patadita de calichines que Gallese la agarra fácil. Como sabemos, el León
es picón y se encrespa mucho más cuando le hacen huachas o sombreros jugando
por la sele. A la siguiente el paragüita viene con velocidad de combi frente a
frente contra Zambrano. Este tenía dos opciones.
1)
hacerse a un lado para esquivar a la camioneta con piloto borracho.
2)
frenarlo en seco.
Recordando
el sombrerito, Zambrano opta por la segunda. El codo del León le hunde la
manzana de Adán hasta la nuca y con ello evita que siga avanzando. Lo que no logra
evitar es la tarjeta amarilla que ya tira para naranja. Los paraguas pitean
reclamando en guaraní. Desde el VAR le consultan, pero Pitana solo pita cuando
le da su pita gana. Gracias Pitana por no dejarte manipular. El resto del
primer tiempo se juega al gato guaraní contra el ratón perucho. Y después no hay
más. Así se van al camarín.
Volviendo a mojar la cancha...
Lo gracioso fue que en el entretiempo a vista y paciencia de todo Sudamérica vuelven a regar la cancha… pero sólo en la zona que le corresponde a Perú. ¿algún reclamo de los dirigentes peruanos? Naka. ¿Aló, toc toc, toc, hay alguien ahí? Ni los fantasmas.
Un culebrazo...
Para
la segunda etapa los peruchos entran a jugar a lo que saben, a pichanguear, a
triangular , a tocar, que es lo mismo que hacen acá pero en cancha seca. Y
temprano nomás el juego da sus frutos. Saque lateral de Yotún, fuerte y a la
bomba. Ilógico porque en el área todos los defensas paraguas son de 1.85 para
arriba mientras que en el Perú hay varios chatos. Quien se acerca al área es la
Foquita, hacia él van los paragüitas gracias a la fama de goleador que tiene.
Todos va al salto. un grandazo gana -lógico- y la desvía como lo tiene que hace
un central, a un lado, lógico. Lo ilógico viene cuando la pelota va a dar al
chimpún de la culebra que la pesca antes de que caiga al suelo. El culebrazo se
mete entre el pie del arquero y el poste. Tenía que entrar y entró. Lógico.
¿Y
por qué los paraguayos están siendo sobrepasados por el toque peruano? Porque
Gareca ha movido los trebejos. Ha puesto a Yoshi por el centro y desde ahí se
generan ataques y toques, espadas y estoques que dejan a los paraguas como palitroques.
Es que eso de mojar la cancha es una espada de doble filo. Las champas de grama mojada le quitan velocidad a los peruchos y por el doble esfuerzo se agotan rápido, sin embargo, los paraguayos también se agotan, sobre todo por el desgaste del primer tiempo donde han corrido el doble que los rojiblancos de acá.. Al verlos cansados y con gol de la visita, de inmediato su DT mete tres refuerzos frescos y recién saliditos de la ducha. Empatan por una desinteligencia entre la línea defensiva al dejar habilitado a su delantero que anota solo frente a Gallese. Al rato voltean el partido al ganar una pelota por alto (era de esperar). El rebote llega a los pies del mismo delantero que dobletea sin marca alguna.
La culebra y su palomita...
No
obstante, lo hecho en la segunda etapa nos decía que había que rescatar por lo
menos el empate. Yoshi, un gigante en el medio campo, reparte bolas como bonos para la pandemia,
incluso se da el lujo de regalar una oportunidad de gol como si fuera panetón para los congresistas.
Todo se inicia tras una habilitación por la banda zurda de Canchita para
Trauco. El charapa manda el bombazo a la sartén. Y como en el primer gol, a los
paraguas no se les prende el foco y rodean a la Foca, sin pensar que atrás está
la Culebra que la mete de palomita.
Luego a defender. Y ya no pasa nada pues. Es preferible regresar con un
punto y no perder tres. Buenas noches.
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