domingo, 20 de septiembre de 2020

PIKI DEMOSTRÓ QUE HAY FUEGO EN EL 23.

 Por Manuel Araníbar Luna


Los celestes entraron a la cancha de la decana de América con algunas novedades. El chamo Jhon Marchán ya estaba apto para volver a cancha. Nilson Loyola quedaba habilitado luego de su suspensión por acumulación de tarjetas amarillas. A su vez, Canchita Gonzales quedaba inhabilitado por acumulación de tarjetas. Volvía a la volante como titular -y como capitán- el Piki. Y como segundo arquero, calentando por primera vez la banca de suplentes, el joven guardavallas Emil Franco.



Estaba escrito…

De modo que el once que en la cancha de San Marcos quedaba definido con Solis, Madrid, Chávez, Omar Merlo y Nilsson. Cinco metros más adelante Piki, Távara y Calca.  Adelante por derecha, Kevin,  y por la zurda Corozo. Y en punta, bien en punta, Emanuel como camión demoledor de vallas. Al toque de la chicharra, los celestes arrancaron la máquina como suelen hacerlo, acosando con seis y siete jugadores, atorando, asfixiando, maniatando las débiles defensas del rival. Tan sorprendidos estaban los huanuqueños que no sabían por dónde y cómo defenderse ante una seguidilla de ataques por todo lado. Estaba escrito en las Sagradas Escrituras Celestes que el gol iba a darse de un momento a otro.

Hay fuego en el 23…

Conforme se desarrollaba esa pelea de pulpos llamada partido, Emanuel retrocedió diez metros y se dedicó a jalar marca hacia las puntas. Esta estrategia ordenada por Mosquera dio resultados: jaló a los centrales, los obligó a adelantarse y perseguirlo como patrullero a ladrón en moto, lo  que les dejó un gigantesco terreno abandonado a sus espaldas. La tarea de Herrera era pivotear. Así ganaba unas y perdía otras, pero la zona prohibida seguía intacta a las espaldas de sus cancerberos. Esperando su momento, Emanuel acechaba con paciencia de monje budista. Alguna tendría que ligar. Y como corolario de tantos ataques desde el inicio del partido, al fin ligó. Pivoteó una bola por alto entre sus guachimanes a la zona vacía que habían dejado sus marcadores, donde no la esperaban Corozo ni Kevin. El infiltrado era un celeste con el número 23 en la espalda. Un jugador con barba de apóstol que suda la camiseta como cocinero de chifa. Era el Piki.

Adelantándose al rival, Jorge Luis se la picó y se la volvió a ganar dos metros más adelante. El arquero ya le estaba suplicando que no lo vacune, que por favor más tardecito cuando termine el partido. Piki no es enfermero, pero le coloca la hipodérmica. Uno a huevo.

¿Qué hacía ahí el capitán mucho más adelantado que los mismos delanteros? No tienen por qué que preguntárselo a Piki, el gladiador es así. Se mete donde no lo llaman y se compra todos los pleitos en todos los rincones de la cancha. ¿hay pelota dividida? Ahí está Piki. ¿Sobrepasan a un compañero? Ahí está el celeste del 23. Es que en el interior de Piki no sólo corre sangre sino candela. Algo presagiaba Arsenio Rodríguez cuando compuso “Hay fuego en el 23”. Porque eso es lo que hay dentro de la camiseta de Piki: candela.

No obstante, en vez de seguir atacando ante esa defensa desorientada, los cerveceros, muy caballerosos ellos, les ceden a iniciativa a los huanuqueños que se pierden un gol tras rebotar una pelota contra la valla de Solís. ¿Y el resto en el primer tiempo? Nada. Así se van al camarín.

Herrera en Monterrico…

Para el segundo tiempo, la secuencia del primer gol pero al revés, de Piki a Emanuel. Este se la bombea a Washington que solo frente al arquero se la juega a un lado. No obstante, Moralitos se la saca con un pie. Era el segundo.  La pelea sigue, aunque los huanuqueños se equivocan al creer que un partido se define a punta de patadas. Por ello le muestran la color sangre a Morales.

Luego se produce la estupenda salvada en la raya por parte de Cabello que la saca como su apellido, por un cabello. El equipo rival se envalentona y ataca con todo. A un tiro de esquina al área rimense, los once huanuqueños, incluido el arquero Morales, se van al centro a ver si la meten al caballazo. La pelota es rechazada por Cabello que se la lanza a Corozo. Este hace su mejor jugada en el partido dándosela en profundidad a Emanuel que en su carrera de caballo en Monterrico y sabiendo que el arquero se ha quedado en el área se mete un carrerón al estilo Usain Bolt y desde treinta metros dispara el cañón y la pelota es un misil que se infla las mallas. Dos a uno. Uf qué tranquilidad.

¿Tranquilidad? Esa palabra no se debe mencionar hasta que el partido se termine. A los pocos segundos, por esa desmesurada confianza les anotan el gol del descuento en una pelota que se le chorrea a varios. Chorreada o no, es el gol del descuento. Jalón de orejas por desconcentrarse. Ahí nomás el juez dictamina que se vayan a casa porque en San Marcos corre viento fuerte. Buenas noches.

 

 

 


3 comentarios:

  1. SALUD PIQUI. ASI COMO ESTA JUGANDO CAZULO TIENE PARA UN PAR DE AÑOS MAS. Y DESPUES SE DEBE QUEDAR EN EL CLUB PARA ENSEÑAR A LOS CHIGOLOS A DEFENDER LA CAMISETA Y RAJARSE HASTA QUE SE TERMINE EL PARTIDO. SALUD Y QUEDATE DOS AÑOS MAS POR FAVOR

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  2. del mismo modo que piqui casulo se jugo un partidaso debemos abrir los ojos y ver que coroso ayer malogro varias jugadas y varias situasiones de gol solamentepor egoista y jugar solo para el
    lo unico que hiso en el partido fue darle la pelota a herrera para su golaso pero despues n colaboro

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  3. MI EQUIPO PARA EL SIGUIENTE PARTIDO
    SOLIZ
    CABELLO CHAVEZ MERLO LOYOLLA
    CASULO
    MARCHAN CALCATERRA TABARA
    COROSO HERRERA

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