Por Manuel Araníbar Luna
En días previos al
recomienzo de la Liga 1, las miradas del hincha voltean a chequear cómo van las
cosas este año con el regreso de Mosquera como estratega de la Máquina Celeste.
Asimismo, habrá variaciones en la distribución de funciones en el equipo. Claro,
porque el DT sabe redistribuir puestos. En lo que no habrá variación será
en la capitanía. Ya se sabe quién seguirá siendo el caudillo esta temporada:
Jorge Cazulo, el Piki.
La V de la Victoria…
La V de la victoria que está
haciendo el Piki tiene una explicación. Hoy
en día el capitán indiscutido es él. Se
encargará de manejar el equipo dentro de la cancha. ¿Cuál es la mira de un
capitán que se precie de serlo? Predicar con el ejemplo. Jalar de las orejas a
los pusilánimes. Encaminar a las ovejas descarriadas. Inyectar actitud y deseos
de ganar el campeonato. No vale quedar segundo.
Para quienes desconocen la
historia cervecera. Cazulo llegó a Sporting Cristal luego de jugar el 2011 en la
Vallejo como volante ofensivo por derecha. La pupila de Mosquera se enfocó en el
temperamento de Piki y luego de previo análisis lo reprogramó como 6. Y no se
equivocó. Ese inolvidable 2012, con el logro del campeonato, Piki se consolidó
como el mejor jugador en su puesto, el mejor jugador extranjero y por si fuera
poco, el mejor jugador del campeonato. Un
par de años después por su temperamento y liderazgo se ganó el puesto de capitán
cuando no jugaba Loba. Hoy en día, es el capitán indiscutido que tendrá de
nuevo la responsabilidad de hacer respetar dentro y fuera de la cancha lo que
representa el cintillo de conductor del equipo.
Un capitán de opereta…
Algunos creen, erróneamente,
que la capitanía sólo sirve para el cambio de banderines y la elección de la
cancha tras el respectivo sorteo. No es así. Para clarificar el tema recordemos
el tema de la capitanía en la selección de hace unos años, cuando hubo un
capitán del seleccionado nacional que triunfaba en el extranjero, pero no supo ni
quiso asumir la responsabilidad de llevar el cintillo en el antebrazo; no la
supo hacer valer dentro ni fuera del equipo. Cundió entonces la alcahuetería,
la permisión de indisciplina y la atribución de funciones de jefe (y dueño) de
equipo junto a una argolla a la que los mermeleros denominaron Los Cuatro Fantásticos, al punto de decidir la plantilla del equipo titular, de jugar cuando le daba la gana y, por último,
ante las divergencias con el Director Técnico, tuvo la sinvergüencería de decir
“Si está él no sigo yo”. Una enorme diferencia entre un capitán-capitán como
Piki y un capitán de opereta como el mencionado exjugador.
Ah, por si acaso, la V del
Piki está en mayúsculas. No vale ser menos.
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