Por Manuel
Araníbar Luna
Mosquera había formado
una retaguardia en la cual a Usaín, La Muralla Ayr y Pacho Vilchez se les unía
Yoshi. El flaco Delgado ayudando a Cazulo. Al medio jugaban Loba con un Piki que era el tractor que recorría ambas áreas. Adelante Irven, Rengifo y Ross, un trinche que perforaba vallas sin pedir permiso. Ya Mosquera había dicho que venía por el triunfo. Y vaya que lo consiguió.
La serenidad contra la impaciencia...
Los locales arrancaron
imprecisos, intranquilos, fruto de la desesperación por adelantar el marcador. Sus
dos centrales, bastante rezagados, sabiendo que los contragolpes rimenses eran
letales no se proyectaban a los centros en área cervecera. Lo mismo sucedía con
sus laterales. No se lanzaban al ataque porque teniendo al frente a Ussain y
Yoshi sabían que iban a quedar últimos en los cien metros planos. Bombardeaban con
fuego tupido de pelotazos al centro, y uno que otro disparo de media distancia,
pero entre el Flaco Delgado y la Muralla las sacaban todas mientras el Loco
casi ni intervenía. Cada saque de meta cervecero era una película en cámara
lenta del Loco Erick que exasperaba al equipo cusqueño, al punto que los
jugadores locales pedían tarjeta por demorar. La serenidad le estaba ganando el partido a la impaciencia.
Este corralito duró más o menos veinte minutos.
Luego el equipo celeste la empezó a tocar, a dormir, a rotar suavecito, a
disminuir los movimientos. Era un descanso premeditado, un relax, un trotecillo de pony que impacientaba a los locales. Los celestes
controlaban el oxígeno, sobre todo los defensores que se habían batido como
tigres a puros saltos, sin perder pelotas, sin nada que lamentar, pasándose la
pelota como si jugaran una pichanguita. Piki hostigaba, mordía y chocaba con toda
camiseta celeste pálido que se le cruzaba en el camino, apoyaba a la defensa a
detener las acometidas de los cusqueños, y con el mismo fuelle acompañaba a la
delantera mientras Loba la recibía y de inmediato lanzaba la encomienda para Titi
Ross y el Charapa. Este último guerreaba a punta de codazos con los dos
centrales.
Gol de Titi…
De improviso, porque en algún momento Cristal tenía
que lanzar el zarpazo, porque así tienen que ser los goles de contragolpe,
Lucho Advíncula se escapa por la derecha a su vigilante que se le había pegado
como lapa. Le saca uno, dos, tres metros de ventaja para catapultar un
huaracazo de polo a polo como un dron. La bola es un botellazo de cantina que cruza
toda la cancha y cae preciso a la zurda de Yoshi que, como buen chalaco, hace un
pase salsero, amaga por la sala y entra por la puerta falsa, descontrola a su
marcador y le quiebra la cintura ante su gente. El avergonzado marcador
reacciona y se avienta a trabarlo con un planchazo de pala mecánica y ¡crack!
suena un golpe seco de puñetazo de serie policial. Medio estadio grita “¡Hey,
réferi, cobra pues!”, pero el árbitro deja seguir. Adolorido pero siempre atrevido,
Yoshi es un guerrero troyano que sigue
avanzando a matar o morir. “¡Sigue, sigue!” gritamos todos. “¡Ya estamos, ya
estamos!”. Yoshi se queja y trastabilla. ¡Vamos Yoshi, sigue, suéltala! Yoshi obedece, y avanza con los pasos tambaleantes del cadáver resucitado de Thriller
escapando de la arena movediza. El zurdo da otro paso vacilante: “Tengo que
hacerla y la haré”; cojeando y arrastrando los pies, da dos pasos más, levanta
la cabeza y ve a los tres Reyes Magos -Charapa, Irven y Junior Ross- hambrientos
de obsequiar un gol a la sufrida hinchada rimense. Uno de ellos la tenía que pescar.
La bola va a los pies de Rengifo. ¡Métela, Charapita! La bola se le pega a las
rodillas, resbala por las canillas, y se le escapa como si tuviera pezuña
fuerte. La redonda se le vuelve a escapar y corre hacia los pies de Junior.
¡Ya, Junior, es tuya! Titi la pesca con el taco de la derecha ¿qué quiere
hacer? ¡No lo sé, pero no importa, ¡sigue, Junior, sigue! El chalaco da la
clásica media vuelta salsera del Llauca y empuja un tremendo tabazo de zurda
que clava la talope al fondo de la bolsa del mercado artesanal. “¡Gooool,
carajo, con este gol campeonamos en Lima!”, gritamos hasta ahogarnos. Uf, qué emoción.
Ahora a soportar la tormenta.
Los gladiadores se comen a los leones…
Cabizbajo, derrotado, desmotivado, el arquero
maldice a Ross, los defensas lo maldicen, el DT de casa lo maldice, los hinchas
locales lo maldicen, pero la compacta barra cervecera lo celebra con gritos de
guerra y hace callar a esa especie de coliseo romano donde son los gladiadores
celestes quienes se están comiendo a los leones locales. “¡Gooooool carajo!”
grita el Loco Delgado apretando el escudo de su camiseta contra el pecho. Su
grito llega hasta el Rímac, el eco da la vuelta por el cerro San Cristóbal y resuena
hasta la Florida. ¡Gol de Júnior, de Júnior! Las barras cusqueñas enmudecen. El
tablero marca el palito frente al huevo favoreciendo a la visita.
Por la emoción del gol nadie se percata que, luego
de su pase heroico Yoshi ha quedado con la rodilla en añicos. Chasqui lo
reemplaza. Buena decisión porque ahora los sureños se van a venir con todo. Ahora aguanten el carro, paciencia, a ver si
contragolpeamos. Y así lo hacemos dos o tres veces. Los cusqueños enfurecen,
pero llegan sólo en contadas ocasiones, porque el que manda en la cancha es el once
rimense. Sigan concentrados, muchachos, que ya falta poco. ¿Poco? Faltan horas, días, semanas, ¡esto no tiene
cuándo terminar!
El burro que
baila salsa…
Harto de tanta patada recibida, Ávila le mete un
codazo a un cusqueño. Lo mismo hace Rengifo. Menos mal que el árbitro no la ve.
Necesitando jugar en cámara lenta y sobre todo mecerla y arrullarla para una
siesta, Mosquera saca a Rengifo y mete al Burrito Mariño. Loba prueba desde afuera,
pero sin mira telescópica. No, no es su tarde anotadora. Entra Neka Vilchez por
Loba que está cansado y golpeado. El Burrito también prueba un par de veces de remate
teledirigido. Dominamos, no a tal punto de comernos la cancha, sin embargo, la
pelota es nuestra, la idea de ganar es nuestra, y los cánticos de la tribuna
son nuestros. La tenemos, no la
soltamos, la aguantamos para bajarles el ritmo. Ya en las tribunas no se
escucha el huayno sino la salsa porque el Burrito a quien siempre criticamos
por amarrabolas, esta vez le exigimos que se la pegue al chimpún con silicona.
Y con el gol a favor esto es lo importante, porque la quimba salsera y los chocolates
del Burrito irritan a los sureños que en pocos minutos ya le han metido una sarta de patadas.
El reloj chino…
Todos miramos al árbitro VH buscando un gesto de
aburrimiento, de cansancio o de ganas de largarse a descansar al hotel y
repasar sus pecados cometidos. Pero este, a pesar de que es su partido de despedida
y lo esperan en casa con un chupe de camarones, no quiere irse. ¿Será que le ha
gustado el planteamiento de Mosquera? Sólo él lo sabe. Los cerveceros nos
jalamos los pelos hasta que por fin el dueño del silbato mira el reloj. ¿Será
de marca china? Ya pe', juez, acábalo ya y lárgate que tu chupe se enfría.
Mira que estamos roncos, pero ¡plop¡! ordena que se juegue varios minutos más. El
Burrito se pierde el segundo gol. Dos minutos después Irven pierde otro. ¡Maldita
sea, sopla ya que queremos celebrar! Sí que nos escucha el maldito, pero ni
caso que nos hace. Hasta que -dos años después- por fin se acuerda que el
silbato no es chicle y sopletea. Euforia, saltos, abrazos, más saltos, cánticos
con ronquera de borrachos. Ya tenemos una oreja de la copa en mano. Y fíjate
qué gran preparativo de aclimatación ha hecho Mosquera que cuando termina el partido
Ávila y Piki, que fueron quienes más corrieron, al final de los noventa todavía
están frescos.
Ya tenemos la mitad de la torta. La otra mitad nos
la comemos en Limón. Buenas noches.
(Continuará en el Nacional).
QUE RECUERDOS... NOS FUIMOS A PIE HASTA EL RIMAC LO CELEBRAMOS EN LA CALLE Y EN EL PARQUE QUE SE LLENO DE CELESTES ESTUBIMOS CHUPANDO HASTA LAMADRUGADA EN EL PARQUE
ResponderBorrartiti jugo muy bien ese año y metio el gol del triunfo no hay que negarlo pero para mi el jugador de ese partido fue casulo y lo sige el loco eric delgado que salvo muchos ataques
ResponderBorrarEste blog ha sido eliminado por un administrador de blog.
BorrarPara mi todos jugaron bien. Hay q destacar q en ese campeonato el rendimiento del equipo fue parejo. Le doy la razón al cronista porque la revelación fue Cazulo sin dejar de lado el proceso de aclimatacion del comando de Mosquera. si Cristal hubiera ido a jugar el mismo dia como hacen todos los equipos que van a jugar a esa altura el resultado no iba a ser el mismo.
ResponderBorrarPOR FAVOR SENOR MOSQERA SAQUELO A REBOREDO Y AL NOBIO DE LA TOMBA
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