Por Víctor Soto Dueñas.
Fue como si fuera ayer. Soñé de niño contigo. Y te vi
nacer. Fuiste, eres y serás el hijo que cargué en mis brazos. Sabes todo el
afecto que te di. Todas mis emociones. Todas mis batallas. Nada ni nadie borrará
todas estas locuras que más que una aventura fueron la mitad de mi vida. Lo
admito y no me arrepentiré jamás. Con el más puro sentimiento celeste, con una
foto tuya en una mano y una copa de champagne en la otra te dedico este brindis hoy
en tu día, hijo amado. ¡Feliz día Extremo Celeste!
Mi primera locura…
El primer partido que fui a
ver a Cristal fue en Iquitos. El Sporting vs CNI en el estadio Max Austin, más
o menos entre el 85 y 86. Cristal jugaba de preliminar. El partido de fondo era
Hungaritos vs UTC. Así empieza la historia. Me enteré que Cristal
llegaba a Iquitos por Faucett. Fui junto con mi padre a la tribuna de Occidente.
MI viejo tenía dos entradas para Occidente que le había obsequiado el arquero
Vargas del CNI, muy amigo de la familia. En la tribuna nos encontramos con un
amigo de mi viejo que se sentó junto a nosotros. Cuando Uribe metió un gol, el
amigo de mi papá lo gritó y yo grité mucho más fuerte. En mi emoción vi que la puerta de Occidente
que daba hacia la cancha estaba abierta. No me aguanté, bajé y me metí corriendo
a la cancha a celebrar el gol y abrazar a Uribe. Un grupo de policías entraron
a tratar de darme palazos siendo yo aún un niño. Al ver esto, mi papa se metió a
reclamar. Total, acabamos en la comisaria del estadio. Para suerte mía, pudimos
acabar de ver el partido porque el comisario de aquel entonces era amigo de mi
padre. Ese fue el primer impacto. Pero faltaba el segundo.
Ya había visto en las
repeticiones de los partidos por TV que existía una pequeña barra en la tribuna
Oriente a la cual yo soñaba con pertenecer. Ya me estaba imaginando que cuando los
barristas celestes en Lima vieran mi aventura en la cancha la iban a comentar. Eso
me emocionaba mucho más.
En el aeropuerto…
El autor con los antiguos barristas |
Al llegar con mi padre a
casa, ya yo estaba averiguando todo. Apenas terminé de almorzar le dije a mi
papá que iba a dar una vuelta. Prendí la moto (allá a nadie le llama la atención
ver a un niño manejar moto), y me dirigí al aeropuerto para ver al equipo del Rímac
antes de su vuelo de retorno. En ese tiempo se acostumbraba que los equipos de
Lima regresaran a la capital el mismo día, tan pronto terminaba el partido. Vi
a los jugadores celestes que se levantaban para dirigirse a la sala de espera
para tomar el avión. Vi a Uribe, a un joven Percy Olivares y me emocioné. Recuerdo
que Uribe me miraba y se reía recordando que yo era el chibolo que se había
metido a la cancha para abrazarlo. Antes de entrar la sala, me sobó la cabeza y
me dijo “¡ese chibolo!”. para mí fue la máxima emoción comprobar que me habían
reconocido. Anteriormente los había visto en repeticiones, pero esa tarde los
estaba viendo en vivo. ¡Y para colmo habían festejado mi primera aventura por mi
equipo! Esa fue la génesis de toda esta divina locura que siento por el Sporting Cristal.
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