martes, 21 de abril de 2020

LA FINAL DEL 2012 EN LIMA, (I) PRIMER TIEMPO


Por Manuel Araníbar Luna
Las entradas ya se habían agotado desde antes. Mosquera seguía concentrado en la estrategia. El elenco rimense llegaba a la final con una baja, Yoshimar Yotún, quien una semana antes se había lesionado en un choque con Jhoel Herrera. Otros compañeros llegaron golpeados. Burrito, Irven y Ross durante la semana se habían recuperado a medias. En general, todos llegaban con un serio desgaste físico tras el agotador partido en altura.

Un mono con metralleta…
En el cuartel general rimense se tenía varios factores a favor, experiencia, tribuna llena de extremistas celestes, excelentes jugadores que jugaban casi de memoria y- más que todo- la ventaja de un triunfo de visita, lo cual obligaba a que los visitantes arriesguen todos sus naipes.  La prensa y los simpatizantes celestes no pensaban lo mismo. Si se había ganado de visita contra el clima, la altura y todas las argucias–opinaban los hinchas- el triunfo venía fácil. Este exceso de confianza nos podía matar. En definitiva, los celestes no se atrevían a cantar victoria hasta el domingo a las 5:30 pm. Y si por cosas del destino llegaran a los penales, la espera podía prolongarse hasta una hora más.
En el equipo contendor, el guardavallas titular fue la primera baja por lesión siendo reemplazado por Goyoneche. Para agudizar sus problemas, como mono con metralleta, el dirigente cusqueño en sus intervenciones mediáticas andaba paranoico disparando y atacando a todo el mundo. Para agudizar la crisis interna, expulsó del equipo al goleador del campeonato, Andy Pando. Increíble.

Buscando vacunar de madrugada…
Los cusqueños entraron a jugarse el todo por el todo y a definir de madrugada. sorprendieron con un par de llegadas peligrosas del ratoncito que era una ladilla para la defensa cervecera. Asimismo, no perdían ocasión de rematar de larga distancia. Tampoco hacían ni cosquillas. Como había sucedido una semana antes en cancha cusqueña, luego de quince minutos de intensos ataques los visitantes le quitan el pie al acelerador. Los celestes, que han arrancado sin un 9, agradecen y comienzan a tocar como las fotos tamaño carnet, de frente, de perfil, de cachete, de culata. Y tal como había sido el estilo de Mosquera durante todo el año, atacan con seis: dos cuchillos por las bandas y cuatro bayonetas por el centro. Esta vez Junior está jugando un poco retrasado, y como Charapa no figura en la plantilla, se mete por el centro dejándole la punta a Pincel que juega apoyado por Pacho Vilchez. La hinchada reniega porque quiere ver a Titi en la punta, pero Mosquera sabe muy bien por qué lo hace. 
Junior vuelve a matar…
Así se gesta el golazo con una serie de toques entre Pacho, Loba y  Renzo. Este moja el pincel de Miguel Ángel en un tarro de pintura celeste, levanta la ñata, mira al Irven que se va por derecha, calcula la distancia y los hámsteres de su cerebro le dicen que debe mandarla bombeada. La acaricia con el dedo gordo y la cucharea. La chancha va volando en curva de arco iris a la mitra del Irven. Sin embargo, la pelota llama a la torre de control indicando que va a aterrizar tarde por una pendejécima de segundo. Irven, al ver que se ha pasado de colocación, se da impulso hacia atrás sabiendo que no la va a meter. ¿Qué hace? Ya que se da cuenta de que no va a ser el padre del gol, decide dar la pelota en adopción y la pivotea con la oreja para el primero que la pesque pero no hay nadie. ¿Nadie?! Un rayo con camiseta turquesa llamado Junior Ross se mete a 100km por hora por la zona franca, aparece de la nada y con un par de trancazos deja tirado al Alloco que se aloca. La bola viene dando botes de canguro y Ross la cachetea de derecha con furia, la chancha gira como un trompo, vuela como una cometa y le infla los cachetes al arco atragantándolo con un bombón de medio kilo de aire. ¡Goooool, carajo! Con el bullicioso rugido de cuarenta mil leones, el estadio es un manicomio pintado de celeste. Vuelan las picapicas y los contómetros. Las tribunas se quieren venir abajo. No, no es un temblorcito cualquiera, es un terremoto grado 8 en la escala de SCelcius en este gigantesco monstruo de cuarenta y tantas mil cabezas que se agitan y gritan, que gozan y lloran con la certeza que la gloria viene después de siete años de sequía. Si este no es el Apocalipsis predicho por Nostradamus para el 21 de diciembre, por lo menos es la cuota inicial.  
¿Y ahora? Tocar, triangular, amansar, esperar que se aviente la visita, y luego devolver golpe por golpe. Así se gestan contraataques letales, rápidos, venenosos. Piki Ross quebrando a sus dos marcadores y cambiándola de banda. Ávila metiéndose por el centro para dejarle la banda a Burrito Mariño. Impotentes, mareados, aturdidos ante tantos toques, contragolpes y cambios de puesto y de ritmo, los visitantes empiezan a cortar a punta de golpes. Kerosene decide quemar sus municiones que sólo son cohetecillos y luces de bengala. Resumiendo, mucha presión y cero balas. Así se van al descanso. (PACIENCIA, YA VIENE EL SEGUNDO TIEMPO ¡Y LA APOTEOSIS!)

3 comentarios:

  1. es es mi Sc. se extraña el futbol por esta maldita cuarentena. mi querido equipo este año debe campeonar de todas maneras. Este año Mosquera tiene un gran reto porque la calidad y cantidad de jugadores no se iguala a la de ese inolvidable año de la recuperacion de copas. La estamos ganando cada dos años. Este año llegamos a la estrella #20. fuerza cristal por la rptm

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  2. EN ESE PARTIDO TODOS JUGARON BIEN, Y TODOS LOS Q ENTRARON DE SUSTITUTOS ENTRARON BIEN. POR DESGRACIA VENDIERON A VARIOS JUGADORES, SACARON A AYR Y AL CHASQUY, ECHARON A MOSQUERA. ESA DIRECTIVA ERA UNA MAFIA.

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  3. lo que dice poder celestes es la verdad, queremos campeonar este año y por favor no vayan a vender a los jugadores como paso ese año. quienes deben irse son los que no se rajan por la camiseta y entre ellos canchita que da declaraciones de que se quiere ir del club y regresar al gayinero. que se vaya porque es una falta de respeto al club que le esta pagando sueldo.

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