Por Manuel Araníbar
Luna
Cuenta la tradición que en el cuarto
del rescate un Atahualpa prisionero ofreció regalar a los españoles dos cuartos
llenos de oro y uno de plata si le daban su libertad. Hoy en Cajamarca, al
igual que el emperador Inca, un equipo rimense prisionero del equipo cajasho regaló
tres puntos de oro.
Ni mordían ni pinchaban...
Errático
y vacío de ideas, desde el guardarredes hasta Corozo, el equipo de Barreto no
ataba no desataba. La línea defensiva era una coladera. Los locales se metían con
conchudez por una puerta descuidada donde
cuatro defensas jugaban como si recién los hubieran presentado. No se hablaban,
no gritaban “mía” ni “rómpela”. El medio
campo no generaba ni bloqueaba, salvo algunas cosillas interesantes del Chévere
que se salvó con nota 11 gracias a su tiro libre del gol del descuento y un par
de pases que no llegaron a buen puerto. La contención no mordía y la delantera
no pinchaba con su estilete. Adelante, por la derecha sacrificaron al chibolo Romaní
manteniéndolo aislado como paciente con coronavirus. Por la izquierda y el
centro Canchita y Corozo se marcaban solos.
En
suma, se jugaba como equipo de liga distrital con una pequeña diferencia: un
equipo de amateurs juega con ganas mientras que este timorato Cristal andaba trabado
en un partido de pinball en el que la pelota pasaba por encima de la línea defensiva
en pelotazos diagonales que causaban pánico.
Escuchando rock por los
audífonos...
El
Pato cometió un par de errores de colegial, de los cuales uno ingresó a la
canasta. Con estas dubitaciones y movimientos erráticos sucedió lo que se veía
venir, un gol tempranero que daría un campanazo de alerta ignorado por los defensas
que jugaban escuchando rock por los audífonos. Cinco minutos después consintieron
que les metan el segundo.
No
había ideas ni táctica para llegar al área contraria. De vez en cuando se
juntaban para unas paredes que no conducían a ningún lado. Las acciones eran
individuales. Todos jugaban para su santo. Luego, un par de fouls darían la oportunidad
del descuento tras un manotazo de ahogado del Jacoibo Libman por causa de un centro del Chévere
con curva platanar que fuera aprovechado por un empeñoso Corozo que la metió de mitrazo
sin despeinarse la peluca. Por desgracia, Canchita cayó en el juego de un
volante local provocador y se fue antes de tiempo a la ducha de agua helada para
enfriar su furia asesina. Así se fueron al descanso.
Enamorados en el
Metropolitano...
Para
el segundo tiempo los celestes variaron su juego, se enseñoreaban en la cancha Adiós
al pelotazo. Ahora se tenía la pelota al pie. No obstante, estaban jugando como
enamorados dentro del Metropolitano repleto: Bastante toque pero nada de
penetración. Se presagiaba el gol del empate. No obstante, es un hecho que la inocencia,
la piconería y la impulsividad son acérrimas enemigas del futbolista
profesional. Pisas el palito y una vez
que caes en la trampa pagas pato. Y pagó Pato Huerto. Minutos más tarde, Revoredo
cayó en lo mismo con todo su morral de años de experiencia. Esto se puede esperar de un calichín pero no
de un profesional a pocos días de participar en la Libertadores. Total, se
pierde por planteamiento inexplicable del entrenador, por inocentes fallas de la línea defensiva y por
irresponsabilidad de tres jugadores.
El
resto que lo explique Barreto. Buenas noches.
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