Por Manuel Araníbar
Luna
Tras una semana de angustias de barruntos,
conjeturas e indecisiones, de mirar la tabla al revés y al derecho, de mirar
qué está podía pasar, todo el mundo
martillaba la calculadora, repasando estadísticas y leyes de probabilidades que oscilaban minuto a minuto. Las casas de apuestas habían
hecho saltar de alegría a los más inocentes y romper los boletos con furia a los más conocedores.
Decisiones... cada
día...
Si,
había que decidir. No había vuelta atrás. Había que enfrentarse a un equipo de
jugadores avezados, mañosos, curtidos, que se las sabían todas. En la tienda
celeste reinaba un silencio de filósofo oriental. Buen criterio. El que calla
va ganando su partido, al menos en la tensa espera. Pero llegó el momento de
tomar una decisión. Por otra parte,
había que entrar a matar desde el saque. No obstante, como se esperaba, los
visitantes se encerraron a aguantar los bombazos, la andanada de balas. Era
inútil, la pelota no entraba.
“Decisiones...todo
cuenta...”
En
su tema Decisiones, Rubén Blades canta “esperar es mejor a ver si la regla viene”. No obstante, en la tienda
de los celestes no se esperaba ninguna regla sino goles, y con ansiedad. Y la
ansiedad, hermanos celestes, es hermana
siamesa de la torpeza; la desesperación es un camión sin frenos cuando se juega
contra el reloj. Por tanto, los deseos
de hacer las cosas bien se quedaban en una mochila del camarín. Porque no se
quería jugar bien, se pretendía ganar sin importar si se jugara bien o mal. Y por desgracia se jugaba
mal. La línea creadora ni era línea ni
era creadora porque estaba bloqueada, asfixiada. Y este es el error. Cuando un
equipo entra a la cancha con la
metralleta en la mano y sin anteojos el perjudicado puede ser su propio arco. La volante visitante desbarataba todo intento
de elaboración. No quedaba más que la inspiración personal. Pero esta tampoco traía
ni la luz de una velita misionera. No había cómo entrar a la fiesta, ni
triangulando en corto ni en largo con los laterales.
Lo
único que quedaba era patear desde afuera, que en eso el Chévere está
practicando con mira telescópica. Pero tampoco le ligaba.
El partido ya se estaba jugando desde el
lunes, decíamos, sin pelota. Y el
domingo la perforación la valla de los visitantes llega asimismo por un
movimiento de Palacios sin pelota a raíz de un disparo rasante de Calca (no le
pregunten a Horacio si fue pase o disparo al arco porque ni él mismo lo sabe).
El asunto es que el disparo era demasiado suave para dirigirse al arco y
demasiado fuerte como para habilitar al Chorri Segundo. El torpedo se abre paso
entre una nube de piernas para tentar a
Palacios como la serpiente del edén. ¿La pescaría? No, el yorugua toma otra
decisión en un milésimo de segundo. Saltar para no cometer el error de Adán ante
la manzana del árbol del bien y del mal.
Una sabia decisión. El globo pasa como bengala a ras de piso. Y el resto es el
rugido de todo el Gallardo que está lleno de cemento a cemento. Uno a cero y la hinchada canta, baila,
aplaude y salta. Así se van al descanso.
Saquen y hagan sus apuestas...
Para
el regreso los visitantes le gritan al mundo que tampoco son mansos. El equipo huanuqueño acusa el golpe, lo asimila y se aleona. La
defensa cervecera se bate a duelo. Los contraataques se suceden en dame que te
doy. Su volante no da concesiones, y su elaboración hace pasar malos momentos a
los cerveceros. Error de la zaga, Tuesta le gana una chalaca a Jair y la mete.
Balde de café amargo para todo el mundo. Pero Loba entra a fabricar fantasías,
habilitar, repartir, organizar al equipo que está perdiendo chances. Un defensa
de camiseta blanca le quita la chapa de golazo del campeonato a un sombrerito cajamarquino
hecho por Titi. Piña al cuadrado. Más tarde un tiro libre del Chévere afloja
los pernos del poste. Otra piña al cubo. Luego, una mano escandalosa comete el penal
que le salva la vida a los celestes. Define Loba como los dioses. Pero antes de
terminar, una pelota bombeada es salvada con la justas evitando otro
vergonzoso empate.
¿Y?
Y nada pues. Se gana tres puntos, más dos de la reserva dan cinco. Cristal pasa
a la punta. Esto se define el próximo domingo. Mientras tanto hay que hacer
como lo dice la estrofa de Blades, “saquen
y hagan sus apuestas...” Buenas noches.
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