domingo, 6 de octubre de 2019

CRISTAL GANA 3 A CERO RATONEANDO


Por Manuel Araníbar Luna
Empezaron bien los celestes, con deseos de llevarse los tres puntos a La Florida. Copando la cancha, atorando a los rivales, con una mística que le había estado faltando desde hacía varias fechas.  Porque  en anteriores partidos entraban a no perder, apretujándose en su área como anchovetas por miedo a salir a la calle, como si los rivales fueran sicarios  en moto.  

Solís entró muy seguro, al menos sin mantequilla en los guantes. Los de atrás bien posicionados, quitando las pelotas sin faltas, aunque regalándolas  en salida (ya se ha hecho costumbre). En el medio campo, un Piki picoteando en todos lados, moviéndose por toda la columna vertebral del campo.  El Tíbiri Távara repartiendo el delivery con moto y casco, bien acompañado por su copiloto Calca, tocándola corta y triangulando para soltar los pases a la brigada de ataques. Este asedio al rival dio sus frutos (una ensalada de frutas con su yogur encima).
Toques, goles y salsa...
La ensalada de toques comienza desde la izquierda cuando Jair parte la papaya dándosela a Piki que le agrega el plátano y le pasa la bandeja a Titi, que le entrega la sandía cortadita a Calca. Horacio le agrega el yogur haciéndole una huacha a Ferreyra. El melón besa la canasta y Alarcón señala el centro del campo. Uno a huevo tempranito, cuando todavía no ha terminado de entrar la gente del Extremo por la bendita demora en quitarles las correas y revisarles desde las medias hasta la hamaca. No nos extrañaría que para el próximo partido les exijan carné de sanidad, certificado de antecedentes y los pasen por rayos X.
Los celestes siguen tocando, armando, chocolateando, creando zozobra  hasta que a la media hora de juego un centro sin consecuencias a la bomba la rechaza Arizmendi justo para el chimpún del chévere  Távara que le mete un bombazo de contrabote. ¿La vio Ferreyra? Por supuesto que no. El Canguro recién se entera del gol por el grito de la tribuna mientras el tablero electrónico muestra la figura de un patito y un huevo. ¿Cuánto tiempo hacía que la hinchada no era testigo de un concierto de toques como en esa media hora? Al ver esos dos goles facilones la gente sacaba la calculadora, “Si en treinta hemos hecho dos, en noventa hacemos seis”. Ya los hinchas cantaban la antigua salsa del Gran Combo: “Van bien, muchachos, van bien”!♫.
Acosados por el Chapu...
Pero luego, la algarabía empieza transformarse en preocupación. Como anticipo de navidad, los celestes le regalan el medio campo a los cusqueños, concediendo varios córneres  y tiros libres,  dando facilidades para que el Chapu la chape y empiece a meter centros a la olla. Carando sigue encarando y crea peligro, casi todas las gana. Menos mal que ha dejado la puntería en el camarín. Bien lo dice el refrán:  “cuando el diablo en el área te acecha, se puede encender la mecha”. Menos mal que Solís ha estado volando alto como un cóndor, despierto como una mosca, ágil como un otorongo y, más que todo, lechero como el que se ganó la Tinka.
¿Para el segundo tiempo Barreto les ordenará que salgan siquiera para ver si llueve? Naka,  una copia del primer tiempo. Los celestes encerrados y los sureños acosando por puertas y ventanas. ¿Cuántos tiros libres pateó el Chapu gracias a inocentes fouls de la defensa? ¿Cuántas pelotas por alto ganó Carando gracias a descuidos en la marca? No lo sabemos, pero fueron varias que hicieron jalarse las barbas a Barreto.
Una gaseosa en six-pack...
Pasaban los minutos y la gente se preguntaba cuándo Barreto iba a hacer una variante, un plan B para salir del peligro de naufragio a orillas del río Rímac. Ya había hecho cambios -Kevin por Nando y el Niño Jesús Pretell por San Jorge Cazulo-, pero igual, el equipo era una gaseosa en six-pack: embotellado y sin escape. El partido estaba ya muriendo y a Barreto al fin se le prende el foquito, saca a Titi y mete a Loba. En los pocos minutos que le queda al partido, Loba hace la repartición de los panes y la distribución de las pelotas. Para la izquierda, para la derecha, en profundidad. Ninguna le liga hasta que el Chorri Segundo la recibe  por la zurda, se la juega al centro a Loba y se sigue metiendo en espera de que se la devuelva en callejoncito, pero Carlitos cambia de planes (así es él, no esperen que siempre haga la misma), levanta la vista y mete un fierrazo como le gusta a él, con curva y dos cucharaditas de veneno. Ferreyra recibe el cañonazo curvo que le quema los guantes y la suelta.  Chorri Segundo que ya llegó a la candela le mete de un zapatazo y la chancha infla la canasta. Y al pitomán Alarcón no le queda más que señalar que es el tercero. Final. Y ahora a buscar un cebiche con harta gaseosa para poder tragar la saliva. Buenas noches.



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