Por Aldo David
Alvarado, El Doctor Celeste.
Había fallecido mi querida
madrecita y el velatorio se hizo en la misma casa donde crecí. Entre tanto
trajín, propio de estos tristes momentos, me paré en la acera de enfrente a meditar
mirando la fachada. Recordé entonces mi infancia y mis primeros años como
hincha del Sporting Cristal.
El
inspirador de esta pasión fue mi padre que durante muchos años fue dirigente de
básquetbol del Sporting Tabaco y, como efecto dominó, su hinchaje pasó del
Tabaco al equipo cervecero, a partir del año 56 en que el equipo celeste campeonó
en su primera campaña en el
profesionalismo. De ahí viene el dicho “El equipo que nació campeón”. Por ese mismo efecto, mi hermano Abraham y yo
nos hicimos fanáticos.
Mis primeros grafiti.
Las remembranzas se agolpaban. Evoqué los
primeros años de mi adolescencia. Yo andaba por los trece años y era ya un
furibundo hincha que recortaba periódicos y revistas para pegarlas en la solapa
de mis cuadernos, y por las noches, provisto de crayolas, garabateaba mis
primeros grafitis cerveceros en las paredes de todo el barrio.
Recordé,
asimismo, que durante los fines d semana, mi viejo se dedicaba a hacer
arreglos en casa. Reparar un mueble,
podar el pasto, regar el jardín, eran tareas puntuales. Un sábado decidió
pintar la casa.
—Hey,
Aldo y Abraham, vamos a pintar la fachada y el patio. Tú, Abraham, trae la
escalera. Tú, Aldo, anda compra lijas y pintura en la ferretería. Ah, y unas
cuantas brochas.
Mientras mi padre pintaba una parte del patio,
Abraham, lijaba por el otro lado. A mí, me ordenó pintar la fachada. Cuando
terminé la primera mano, mientras esperaba que la pared seque para darle la
segunda, noté que le había salpicado pintura al medidor de fluido eléctrico. Agarré
un waype, limpié las manchas y, por esas repentinas inspiraciones de todo adolescente
hincha furioso del equipo rimense, pinté las iniciales SC sobre la tapa del
medidor.
Pasaron
los años, la fachada fue pintada varias veces. Después, dejamos de lado la
pintura para cambiarla por revestimiento
de cerámica, lo cual le dio al frontis un toque más moderno, además, más fácil
de limpiar. Pero el medidor quedó intacto.
Y
hete aquí que, por esa nostalgia del hogar donde pasé mi infancia, se me
ocurrió acercarme al medidor recordando la anécdota de treinta y tantos años
atrás. La sorpresa me hizo dar un salto. Las iniciales continuaban en el
medidor.
LINDA CRONICA ALLA ARRIBA EN AMANCAES LO HACIAMOS EN LA CANCHA DE FULBITO CON ESPRAY O CON PINTURA AL DUCO. BOY A TOMARLE FOTO PORQUE HASTA AORA ESTAN LAS MARCAS QUE HICE DE CHIBOLITO
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