Por Manuel Araníbar Luna
¿A
quién quieren asustar? ¿No conocen la gloriosa historia celeste? En épocas en
que los asistentes a los estadios del Perú eran pasivos espectadores, en la
Bombonera el cervecero ha rechazado a punta de combo, chalaca y mitrazo los sucios ataques de más de cien matones hinchas
de Boca que contaban con la alcahuetería de la prensa argentina.
¿A
quién quieren asustar? La prensa mundial ha rechazado el salvaje ataque de
fanáticos de River a Boca mientras que aquí la prensa alcahueta se calló en
todos los idiomas cuando el bus de Cristal recibió toda clase de proyectiles
tanto en el Grau del Callao como en los
recintos de Matute y Gremco y el antiguo Lolo Fernández (donde, para redondear
el faenón del dirigente porcino, quemaron el bus cervecero), sin olvidar las canalladas
de público adverso en canchas de Cusco y Arequipa.
¿A
quién quieren asustar? Para muestra una imagen. Esos tres jugadores de
la foto (Chito, Eloy y Mellán) no le
temían ni al diablo con metralleta. Por el contrario, los rivales se les corrían. Ya pues, inocentes fanáticos del equipo rival y no tan inocentes
redactores de la prensa chicha, dejen de fanfarronear y vender gas licuado, que
los rimenses están vacunados de
nacimiento contra todos sus insultos,
menosprecios y ninguneos. En los sesenta y dos años de su historia, el cervecero ha resistido sucios ataques con pedradas, ladrillazos, pilas (de
las más grandes), llegando al extremo de la aparición de extraños objetos en las
puertas de su camarín de visitante en Matute colocados por El Hombre Invisible
(porque nadie lo vio).
¿A quienes hay que temer?
¿A
quién quieren asustar? Ya Loba lo ha dicho, “Pueden gritar lo que quieran, en
la cancha juegan once contra once”, aunque olvidó decir que los celestes han
sabido pelear y salir airosos en proporción de once contra catorce (árbitros y
asistentes). Se ha ganado y se ha perdido pero la historia también nos ha dicho
que las comadres toda la vida han recibido la escandalosa ayuda de árbitros parcializados
a quienes sólo les faltaba patear los
penales de los rivales. A esos seudo árbitros sí hay que temerles.
¿Y
cómo hay que actuar? No metiendo la pierna fuerte en la cercanías del área propia
porque siempre nos muestran las amarillas a los inicios de estos partidos trascendentales
con el fin de amansar a las fieras. No discutirles los fallos porque son una
invitación a las tarjetas amarillas. No pisar el palito de provocaciones, codazos, insultos y empujones porque siempre las amarillas se
las muestran a los nuestros.
Por
último, Matute no es el Castillo de los Monstruos ni el Planeta de los Muertos
Vivientes ni mucho menos el Fuerte Apache (aunque el humo de las tribunas lo
haga ver así).
Vamos,
celestes, nuestra presencia no está en el gramado pero sí en las tribunas. ¡Entremos
a ganar!
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