Por Manuel Araníbar Luna.
Una cosa es jugar bien y no ganar y
otra es ganar sin jugar bien, pero en las
últimas fechas los cerveceros lo único que ganaban era su sueldo. Nada les
salía bien, como si les hubieran regado el campo con agua salada. Y cuando amanecen
con el santo de espaldas no la meten ni disparando con bazooka. Por ello, muchos
no quisieron ir al Gallardo temiendo otra absurda derrota.
Y
entraron esta vez con triple G: con ganas de ganar, de gustar y de golear. Y es
que a los cerveceros, cuando les dejan jugar se despachan a su gusto (y
últimamente, los rivales se tiran para atrás como cangrejo). Entraron con novedades,
Johan “Real” Madrid reemplazó a Jair por la zurda y Frankito Ysique en el
puesto de Piki. No obstante, juegue
quien juegue, los cerveceros del Cacique Comanche siempre actúan de memoria,
con el mismo libreto: Atacar, atacar que el torneo se va a acabar.
Los
celestes empezaron la contienda jugando a lo que saben, con el mismo libreto
aprendido de paporreta del Comanche. Toques en triángulo, y veloces incursiones
por las bandas para abrir la cancha, y desde
ahí lanzar pelotas a rastrón para que la meta el primer chimpún que la toque… pero,
pero, pero nadie la tocaba, la gorda se paseaba como leprosa, nadie la quería
empujar. Madrid, con la cancha volteada, porque su lugar es a la derecha, hace
un quiebre y, entre ambos ayacuchanos le hacen pan con chicharrón, camote y cebollita.
El juez Haro la ve clara y señala el punto G de gol. ¿Y ahora quién la iba a
patear? Obvio, el goleador, porsu,
porque le faltaban tres para igualar a Esidio. Ema fusila al arquero y el partido
se pone uno a huevo. Y a Herrera ya le faltan dos.
Gol de Lobea…
Los
celestes siguen abriendo la cancha como cuchillo para el pan francés. Ema cambia
de puesto constantemente, y con ello jala marca para que aproveche Gabo, pero
este ha entrado a chambear con un chinchoso tirón que no lo deja tirar. Luego, siempre por las bandas, López (que
juega con el 20 y este 20 cumple 19), centra como se lo ha inculcado el
Comanche, al área a baja altura, para que la pesque Emanuel, ¿y dónde está Ema?
Metido en el área chica. Quien está en el área grande es Loba. Y la pesca como
en sus grandes tardes, en primera, de una, en guan, o como le llamen. Le mete
una cachetada con la zurda, y la chancha se mete nomás, quebrándole el espinazo
a Espinoza. ¿Gol de volea? No, gol de Lobea, que no es lo mismo ni es igual. Porque
Loba es así, piensa rápido y patea sin mirar porque ya ha estudiado el panorama dos segundos antes. Así se van al descanso. Uf,
la hinchada suspira, uf, por fin van ganando por dos tantos de diferencia como
en las dos primeras ruedas. Así se van a tomar una limonada al camarín.
¡Vaya, qué bella!
Antes
de regresar a la cancha el Comanche, más cargoso que una suegra, les insiste
que hay que meter más goles. Que Emanuel se movilice por todos lados, que
adelanten las líneas. Y antes de los diez minutos, el chibolo López lanza una
bomba para el centro, igualito al del primer tiempo, para buscar nuevamente a
Herrera, a quien todo el mundo quiere ayudar para que suba en el ranking, ¿dónde
se ha metido Emanuel?, al costadito de él, pero como los centros son maquinales,
quien la recibe al centro es precisamente Loba que la pecha, la torea en pleno
bote, le da una pinchadita y le hace
cortina veneciana de espaldas, para que vaya Ballón y la meta a la valla. ¡Y vaya,
qué bella la hace Ballón sin mucha bulla! La bulla viene después al celebrar la
hinchada un gol tan bello. Tres a huevo y parece que vienen más.
Cuando
Loba amanece endiablado los ángeles se esconden y le dejan cometer los siete
pecados capitales. Si Loba chapa la
batuta para dirigir la sinfonía, los
músicos le dicen amén. Gabo se la juega a Emanuel para que sume goles. Sin
embargo, Ema se viste de Loba y se la juega a Marquitos sin mirar, ¡Toma, y
sírvete! Y Marquitos al verla en bandeja, con salsa tártara y salsa criolla, se
pone servilleta al pecho y se despacha de zurda. A mí no me van a decir que ese
pase de Ema no huele a pase de Loba. Cuatro a huevo. Aun así, los celestes, con tantos días en ayunas,
quieren más.
Zancudito hace la media
caja…
¿No
decíamos que Loba ha puesto su rúbrica, sello y logotipo a los pases de gol? Este
quinto, igualmente tiene aroma a chimpún de Loba. Gabo le entrega la encomienda
a Marquitos, que hoy ha estado diablo, ha dado pases de gol, ha puesto centros
y ha anotado. Se mete entre los dos
centrales, elude a uno que le mete un cabe, y trastabillando se la juega con
bote de conejito a Ema (sin mirar, en Loba style). Herrera no hace más que
bombearla para hacerle un sombrero cajamarquino al pobre Espinoza. Cero y van
cinco. Ema, bocabajo celebra hundiendo
la cabeza en el pasto sabiendo que solo le falta un gol para alcanzar a Esidio.
Entra Christofer faltando seis (también faltaba el gol seis). Córner de López y
el Zancudito salta tan alto que le sobra medio cuerpo a su marcador. Fuerte al
piso y al ángulo. La pelota da bote y
entra. Esto está consumado: los cerveceros se han puesto media caja. Y el juez Haro
pone en claro que el marcador es bien raro y dice “aquí paro”. Buenas noches.
Siempre me gusta leer las crónicas de Manuel Araníbar! Son muy jocosas y divertidas, y a la par expresan el sentimiento del hincha que se incomoda con cada gol que no pudo ser...
ResponderBorrarhacia tiempo que no veia jugar a costa tan mal. ninguna jugada le salio bien. si lo que dice el comentarista acerca del tiron que lo hizo que lo cambiaran hay que guardarlo para la final porque costa es muy necesario. eso si debe moderar su comportamiento delntro del campo, a cada rato le sacan amarillas. me gusto tambien el modo que jugaron lopez y madrid. en cambio chaves siempre hace una de mas. buena cronica
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