Por Manuel Araníbar
Luna
Ya no se podía regalar más puntos. Luego del receso y con las orejas
coloradas de tantos jalones y un lavado de cabeza con harto champú, los
cerveceros entraron a la cancha con la convicción de ganar y con una novedad. El Zancudito Christopher
arrancaba de 9 mientras Emanuel, el rompemallas del año, miraba recontra picón
desde la banca.
No contaban con su
astucia…
Sabedor
que los pupilos del Franco venían, como todos los visitantes, a encadenarse con tranca
y candado en su área, y había mandado que sus defensores se le peguen con cola
sintética a Gabo y a Calca, el Comanche los hizo rotar de puestos, con la
compañía de Josepmir y Piki que tenían licencia para correr toda la cancha.
Así
empezaron a llegar, aunque bastante estorbados. Pero Franco no contaba con la astucia de
Condorito, que viendo que a Gabo lo marcaban en posta de tres, mandó a Jair a
proyectarse acompañado de Marquitos López. Ambos fueron un dolor de muelas, de
cabeza y de columna vertebral para la línea defensiva de la visita.
A
todo esto, Gabo tiene una costumbre muy
saludable para el equipo pero tóxica para sus marcadores. Cuando lo están hostigando
(como siempre), regresa a recuperar, y sale a ensamblar rompecabezas de Lego acompañado de Chavetita, como lo hace Robin con
Batman. Pero además, tiene otra sana costumbre, se
cambia de puesto como de calzoncillo, se mete por el centro, luego por la izquierda
y después regresa a su banda natural derecha, creando con ello un vértigo de tiovivo
para la defensa visitante que no sabe si seguirlo o esperar que regrese a su
banda como borracho a su casa.
La saladera se quita
con champú…
A
todo esto, Marquitos se quitó la solemnidad de alumno chancón de la primaria
para dedicarse hacer travesuras, como en el recreo del colegio cuando no lo vigila
el auxiliar. Salía a toda velocidad, rompía cinturas, hacía paredes, quebraba por
acá, centraba por allá. En fin, se paseaba con su marcador y con quien le
saliera al paso. Gabo, entonces, al recibir un pase de Piki, arma una pared con
Josepmir que la toca para Marquitos, y este se la pasa a Gabo con un taco digno
de cracks ranqueados en las Ligas Mayores. Gabo agradece y sigue metiéndose sin
pedir permiso a los visitantes que sólo atinan a mirar tiesos como palitroques
la serie de toques de los palomillas del Rímac. Se filtra entre dos amarillos y
un tercer back se lanza en lanza carretilla para impedir que el pericote se
meta. Pero tarde, muy tarde, la pelota entró suave por debajo del marcador y Carballo
sólo chapa el aire y un cachito de grama. La pelota entra suave, tranquila,
serena y segura de llegar a casa sin que se lo impida el guachimán del barrio. Ovación
de la barra, Gabo se golpea el antebrazo y agradece al cielo celeste. ¡Puf, al
fin! la hinchada suspira aliviada, se están quitando la sal, el jugo de piña y
las maldiciones de los malévolos chamanes.
Franco
se jala los pelos e increpa a su marcador. “Te dije que no te despegues de
Costa”, ignorando que Gabo ha entrado a la cancha untado de vaselina. Uno a
cero y los celestes siguen endiablados, quieren más porque si han metido un gol
tocando tan facilito, es lógico que metan tres al hilo. Siguen metiéndose como
en su casa pero Carvallo -seleccionado al igual que el Pato- está en su tarde.
Como para cerrar el
estadio…
Para
el segundo tiempo, la visita reacciona y equipara las acciones. Franco los
manda adelantarse y meter todas al
ollazo pero los celestes de atroya se baten como gladiadores. Un par de
fogonazos son atajados por el Pato con seguridad de guachimán. No obstante, a
cada ataque del equipo quesero, los cerveceros responden con venenosas transiciones
(antes de Condorito les llamábamos contragolpes) donde Marquitos se luce y
pierde un par de goles. En la segunda oportunidad, la que lo iba a consagrar, arranca desde el antes de la línea central, dejando
a cuatro queseros como estatuas y cuando se enfrenta al Carvallo, este se la
saca con el chimpún. Que si esa pelota entra, cerraban el estadio y a Marquitos
le estarían lloviendo ofertas desde Europa.
Otro
par de escapadas del 20 celeste, generan zozobra en la zaga de Cajamarca. Gabo
se pierde una que no tiene nombre ni apellido, lo mismo que Herrera que ha
entrado con la pólvora mojada. Madrid reemplaza a Marquitos, que ya no tiene
gasolina, GLP ni GNV. Justiciera ovación al chibolo. Legario, ya sin aire por estar
siguiendo las veloces escapadas de López, da una débil sopladita de octogenario
indicando que es hora de almorzar. Buenas noches.
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