Por Manuel Araníbar
Luna
En el futbol internacional se sale
a ganar y no a jugar. Todo se planifica en la pizarra y se analiza en vídeos. Y
cada día el futbol de inspiración se está convirtiendo en fútbol mecánico. El fútbol maquinaria está
dejando atrás al fútbol arte. Los
jugadores trabajan disciplinadamente, marcando tarjeta, poniéndose el overol y
agarrando las herramientas, porque en el futbol rentado a nivel del primer
mundo el futbol es una profesión y no una diversión.
Hoy
se pide jugadores de más de 1.80mts y guardavallas que bordeen el 1.90m. Su
masa muscular y su resistencia vital son científicamente controladas del mismo modo en que lo hacen
con su masa muscular y resistencia vital, cronometrados en velocidad de
desplazamiento.
Claro
que en el trabajo de Gareca se trabaja
en lo mismo, de modo igualmente científico, aunque con jugadores que no reúnen el somatotipo del futbolista europeo. ¿Qué
le queda al Tigre? compensar las deficiencias con inspiración peruana, la
chicha de la cancha de fulbito con el toque veloz en pared con pasos de salsa y
festejo. Muchas veces el toque de pichanga de barrio le ha dado resultados;
cuando los peloteros cholos entran endiablados les rompen la cintura a los
roperos europeos más maceteados. Y aquí nos detenemos en la frase “cuando entran endiablados”, que quiere
decir, cuando están inspirados para improvisar. El domingo no todos rindieron
como se esperaba. No solemos alabar a los muchachos cuando pierden un partido, pero estamos hablando de rendimiento. Estos fueron los que destacaron:
MEDALLA
DE ORO Y DIPLOMA DE HONOR. Para Lucho Usaín Advíncula, que no sólo la descosió
sino que la cortó finito como para un tiradito de pejerrey. Le salieron todas
las habidas y por haber. Un par de pases al contrario pero sin nada que
lamentar. Además, si todos fallaron en salida Lucho , con tanta velocidad, no
se iba a quedar atrás. Bien lo dice el antiguo proverbio “Gol tapa caquitas”.
MEDALLA
DE PLATA. Para San Pedro Gallese, el santo patrón que nos salvó de una goleada.
La Tarántula agarró de todo, pero terminó vendido como Jesucristo por tantas
fallas en salida de sus compañeros. Su preparador de arqueros mejicano de Los
Tiburones Rojos ha hecho maravillas: ahora sale a cortar con mayor soltura,
salta más alto y se levanta mucho más rápido.
MEDALLA
DE BRONCE. Para Pedrito Aquino. Más que jugar, lucha con el cuchillo entre los
dientes, vive los partidos con dos corazones y corre con tres pulmones. Corrió
la cancha de ida y vuelta cuantas veces quiso, como en el partido contra Holanda,
pero esta vez los teutones lo exigieron más. Hoy corrió por lo menos 15km.
MEDALLA
DE ACERO INOXIDABLE. La Foquita. Armó juego desde diez metros antes de la línea
central. Cambiando de posición constantemente creó desconcierto entre los
alemanes que se multiplicaban para tapar las vías de acceso dl trío Orejas,
Cuevita y la Pulga para darle pelotas adelantadas. Lamentablemente, en su mejor
oportunidad, a la Foca se le quemó el foco y la mandó a la tribuna.
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