Por Manuel Araníbar Luna
A raíz de la frustrada ocupación de
la explanada de Matute, durante toda la semana los medios adictos a
las comadres habían hecho tremenda (y por tanto, rochosa) campaña a favor del
equipo de casa, mencionando las palabras “hinchada fiel, amor al escudo,
recuperación legítima” y otros titulares que echaban tanto humo que los
ecologistas protestaron por la contaminación del medioambiente.
Por
su parte la dirigencia del equipo local vio que este era un buen pretexto para
llenar su estadio al que la invasión de los evangelistas había llevado más
gente que su propia hinchada.
La mano de Ray Barreto...
Serenos,
cancheros, acostumbrados a jugar ante todo tipo de público hostil, los celestes
pisaron la cancha con tranquilidad, como si fuera un partido más. Y
hete aquí que los locales que habían propalado varias arengas las habían trasladado a sus camisetas con el texto “unidos somos fuertes…”. Todo bien en la
previa, pero en vez de expresar su mística dentro de la cancha y no fuera de
ella, arrancaron temerosos, cometiendo infracciones al borde de su área. Tan
nerviosos andaban que antes del minuto y medio ya Cruzado había metido dentro
del área una mano más grande que la de Ray Barreto ante el disparo de Emanuel que
todo el mundo vio menos el árbitro apellidado… perdón, ¿cómo se apellida el
invidente? ¿Alacrán?, ¿Alianzarcón?, Alharacón?, ah, Alarcón, gracias.
Un drón se metió en el arco...
Los
cerveceros estaban en su salsa, atacando por todos lados, poniendo nerviosos a
los locales, uno de ellos barre a Johan López. Tiro libre, menos mal que esta
sí la vio. Se paran frente a la bola el zurdo Mejía a la derecha y el ambidiestro Herrera a
la izquierda. Butrón no sabe quién lo va a fusilar y se cuadra como para
recibir el misil de Yuly que se arrepiente un milisegundo antes; por tanto, el
que fusila a Butrón es el multivalente Emanuel en bola con curva platanar que
pesca a Leao a contramano y contrapié. El arquero sólo la ve pasar como un
dron. Sorry, locales, esta vez no los
acompañó el santo ni el rezo del profeta Santana. Uno a cero, y el partido recién
empieza.
Pero
los cerveceros cometen el error de jugar con un solo contención que es el Piki,
quien no se daba abasto para controlar a los armadores matuteros. Conocida su
manera de proyectarse al ataque, dejaba un tremendo forado en la zona de bloqueo
por donde se metió Cruzado habilitando a Quevedo que bate al Pato.
Emanuel llega al #30.
Pero
la alegría les duró poco. Herrera había anotado su gol 29, ¿y si haciendo un
pequeño esfuerzo anotaba el #30?, no estaba de más hacer el intento. Madrid se
hace un jugadón en diagonal y se la cede a Johan que la mete arrastrada a la
candela. Y no se sabe de dónde se aparece La Maquinaria entre tres defensores y
la añade cortita para dejar patitieso a Leao, que queda alelao. 2 a 1. y los
celestes se repliegan hasta el momento
en que el árbitro miope sopla el silbato.
Al
regreso, los cerveceros se vuelven a replegar peligrosamente, cediéndoles iniciativa
a los locales que se apoderan del medio campo (primer partido en este año que
vemos a los celestes renunciando al armado de jugadas con el fin de
contragolpear cuando se presente la ocasión). Pero el árbitro Alacrán, venenoso
como su chapa, sopla el pito indicando que el partido se suspende hasta el
lunes… (CONTINUARÁ MAÑANA)
CODA.
En
el partido de ambos equipos para el Torneo Apertura, antes de cumplirse el
minuto de juego, el árbitro cobró un penal contra Sporting Cristal por haber chocado
la pelota en la mano de Jair ¡estando de espaldas!, y para colmo le mostró la
amarilla. Esta vez Alharacón, a quien la camiseta y el cargo le quedaron
grandes, no quiso ver la realidad. Y eso que la mano de Cruzado fue más
rochosa. Para él no hubo mano, para todo el mundo no hubo árbitro.
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