Por
Manuel Araníbar Luna
Dicen que el fútbol peruano siempre
es víctima de maldiciones gitanas, sortilegios de tumbas egipcias y maldiciones
de la Viuda Negra. Gana a los más difíciles y se complica con los menos
peligrosos. Jamás hemos creído en cábalas ni supercherías pero lo de ayer hizo
pensar a más de uno en regar la Florida y el Gallardo con agua de ruda. Porque más
piñas no pudieron resultar.
Cabe
resaltar que no todo es fruto de la saladera cuando el DT visitante entra a la
cancha con la firme intención de apretujar a sus once jugadores y pegarlos con
cola sintética extrafuerte alrededor de su arco. No se le puede exigir,
tampoco, a que enfrente al Cervecero con sus mismas armas, habiendo sufrido la
ingrata experiencia de perder el Torneo de Verano contra los rimenses hace
poquito nomás.
En posta como una peste…
Pato
(15) tuvo poco trabajo, pero respondió en las pocas que lo exigieron. En particular
un tiro a boca de jarrón que la supo barajar y dos pelotazos fáciles. El mismo
Chaveta con Ch (12) jugó más armando juego que como marcador, salvo en algunos
momentos cuando tenía que ayudar a frenar a un platanazo de dos metros
apellidado Boghosián, un jugador muy alto pero más lento que una tortuga. Vagosián se la pasó todo el partido
dándole con el codo a los jugadores rimenses ante la vista y paciencia del
árbitro (?). Chavetita, al proyectarse tuvo el apoyo de Revoredo (12) que, aunque
no pasó por situaciones difíciles, se ganó la cartulina por frenar a un
delantero del equipo rojo que se le escapaba. Por su parte, Merlo (10), lo bueno
que hizo con la mano lo borró con el pie haciéndose expulsar al dejarse llevar
por la calculada provocación de un jugador visitante que se convirtió en el
mejor actor de la película llamada Demoremos
el juego hasta morir. Mientras que por el ala zurda, Jair (12), se
proyectaba con la ayuda de Johan Gómez (11) que salía desde diez metros más atrás
dela línea central. Gómez, que intentaba penetrar, la tenía difícil con tres
jugadores rojos que lo atoraban en posta como una peste.
Ni con mirilla
telescópica…
Con
muy poca necesidad de quite en el medio
campo, Piki (14), al ver que la bola chocaba con los palitroques de la visita
empezó a adelantarse y enviar pases en profundidad al estilo de los clásicos deliveries en callejón de Loba (14). El capitán
y cerebro de la media cancha afinó la puntería con mirilla telescópica pero no
hallaba cómo encontrar un clarito. De vez en cuando sacaba un zapatazo pero sus
disparos fueron bastante imprecisos. Siempre
fiel a su estilo de obrero constructor, Ballón (14), subía y bajaba llevando
pelota de acá para allá, pero nada le salió. Inclusive dos de sus disparos de media distancia se perdieron en el
bosque.
Costa
(14) intentaba, quebraba, porfiaba con
su característica cargosería, pero al eludir a uno le caían tres. Cambiaba de
punta y le caían cuatro. Se metía por el centro pero se estorbaba con Herrera
(12). Es que, ya lo hemos dicho, en el área rival no sólo había once jugadores
rivales, también estaban metidos diez celestes como cuñas. Por tanto no se
podía triangular. A veces salía una pared pero sin consecuencias, uno se la pasaba
al amigo pero la devolución no llegaba nunca porque siempre chocaba en las
piernas de un intermediario vestido de
rojo.
Un bosque de piernas…
Rojo
también, pero de ira, El Comanche, al ver que no la podían meter contra un
equipo de diez jugadores, hizo cambios apresurados. Sacó a un Loba cansado, aburrido y golpeado y
metió a Calca (12) que poco pudo hacer al intentar armar juego y patear de
media distancia contra un bosque de piernas y un árbitro miope. Sacó a Gómez y
metió a Yuly (11) que no podía elaborar. ¿Qué hizo Mejía, o mejor dicho, qué intentó
hacer? Disparar de media distancia y logró empalmar una pero de derecha, la
cual es su pierna coja. Cero balas.
Había
que meter todas las balas en la metralleta. El Comanche, quedándose sólo con
dos defensores atrás, sacó a Jair y metió
a Johan López (11), que fue como cambiar a conejos por cuyes, porque la
diferencia no se notó. Los visitantes se envalentonaron al salir expulsado
Merlo (¡y yala!). Su DT metió a Yuya y Neuman, quienes hicieron algunos amagues que no asustaron a
nadie. Así las cosas, y con la desesperación de los asistentes, el reloj fue
implacable, y Palomino (05) el inepto
del pitito, dando de alargue menos minutos de lo que debía durar un partido con
tanta demora de la visita, sopleteó y dijo chau para tomar su lonche de invitación
en Matute. Buenas noches.
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