Por Manuel Araníbar Luna
La afición esperaba al capitán. El
Perú entero esperaba al capitán. Sudamérica esperaba al capitán. El mundo
esperaba al capitán. Sólo en tres países no se le extrañaba: Dinamarca,
Australia, Francia. Ah, y uno más: Chile (también los políticos lo necesitaban
con ansias, pero de eso hablaremos más adelante).
El
equipo arrancó sin el Mudo. Gallese al arco. Lucho Advincula, Ramos, Santamaría
por el Mudo y Trauco. Al medio Tapia y Yotún, Cuevita cinco metros más arriba. A la derecha André y a la izquierda el Oreja.
Y bien de punta, con el cañón siempre cargado, el tirabuzón listo para
descorchar, y el lanzallamas para arrojar fuego, el capitán Paolo con el nueve tatuado
en el dorso.
Fulbito y full vaso…
El
once peruano empezó con toques de la volante, proyecciones por la derecha y
lanzamientos teledirigidos para Paolo de
parte de Yoshi, algunos muy cortos y otros recontra pasados. Algunos quiebres innecesarios y
triangulaciones demasiado previsibles. Es decir, como suelen jugar los peruchos,
aunque añadiéndole el estilo de Gareca que es presionar a los rivales en
salida. Luego los blanquirrojos se percataron que los árabes eran sólo
correlones y que para lo único que eran
buenos era para hacer cosquillitas con las barbas en el cuerpo a cuerpo. De tal
modo que los blanquirrojos se fueron asentando, sus pases fueron más
precisos (y preciosos), sus centros más eficaces. Es ahí donde fueron apareciendo sus cabriolas
y regateos. Aparecieron los chiches de fulbito, y en la tribuna full vaso (como
se vio al final del encuentro cuando se metió a la cancha un perucho barrigon
con la pipa llena de chela para obtener su camiseta sudada y estrujada que la
va a guardar en urna de cristal.
El primero
Tan
fácil era el partido que la goleada se inicia casi sin querer queriendo cuando
Lucho Advincula corta una salida de los fedayines, André la recoge y empieza
sus piruetas de pichanguita en pista, quiebra a Muhammad, y pisa la bola pero
se resbala con una cáscara de plátano, aunque no la pierde, da la media vuelta y casi cayéndose mete un
derechazo que le da en el diente de oro a Manzur. Nocaut. La pelota sale volando
y la pelea Tapia con Hussaín (el árabe, no el peruano) que le hace banquito.
Renato cae feo pero la llega a cabecear. La redonda llega a la cabeza de otro
moro que rechaza mal, y el encargo va a refugiarse donde André que la mata de pecho y sin que toque el suelo la empalma
de zurda. El petardo se mete hasta el fondo de la canasta del pan. Uno a cero y
el partido está más fácil que la tabla del 1.
¿Pedirle clemencia al
verdugo?
En
la segunda, Yoshi recibe un saque de banda y habilita desde su cancha a Cuevita
que se la suelta a Renato entrando en diagonal y jalando marca hacia la
izquierda, Tapia recibe de espaldas y se la da en prima y con bote al Oreja que
la mata de zurda y la remata de derecha. El fedayín rechaza y la chancha viene dando botes de conejito a
pedirle clemencia a Guerrero. ¡Bah, pedirle perdón a Paolo es como suicidarse!
Paolo, que no perdona ni a san Púchica, la mete hasta inflar las mallas. Dos a
cero y el arquero talibán, más amargo que un té jazmín sin azúcar, guapea a sus
defensas:
—والله
، كيف يحدث لهم أن يطلقوا سراح المفترس؟
Traducción:
con la cara de cachaco que ha puesto, lo mínimo que ha expresado es una mentada de
madre a su defensa y, de pasadita, a Donald Trump.
Así
se van al camarín a refrescarse un poco y a escuchar el sermón del Tigre:
—Macanudo, che, ‘tan jugando pal mundial, pero
quiero má gole, quiero! ¡Ah, y se me cuidan la pierna, se me cuidan!
Al
regreso, salen más sueltos aunque empieza a correr la patada. Los árabes son una perita en almíbar para
jugarla pero cuando los hincan son recontra picones (pregúntenselo a Trump). El
partido está papaya porque los dirigidos por Pizzi no inquietan a Gallese con
su pinta de marroquí. La defensa tiene
un par de salidas falsas pero las saben corregir corriendo la cortina y
haciendo el cruce. Los delanteros siguen la presión adelante secundados por los
pitbulls de la volante que están mordiendo hasta al árbitro. Y ojo que es
peligroso porque los árabes responden golpe por golpe y pueden lesionarlos antes de llegar a Moscú.
Pero
ahí nomás viene el tercero por obra y gracia del espíritu peruano. Loyola (hijo
del puntero derecho celeste de los ochenta) se la juega a Carrillo que amaga
con la derecha para adentro y quiebra a Mustafá, vuelve a enganchar para afuera
y le vuelve a destrozar la columna vertebral (¡pobre Mustafá!) lanzando un
centro milimétrico justo a la mitra del
capitán que la clava al piso, y con esto Paolo hace su segundo de la noche y el
tercero de los blanquirrojos.
Y
todavía hay espacio y tiempo. Se siguen rompiendo cinturas al punto que los
fedayines ya echan espuma por la boca haciendo que salgan chispas de cada
choque. Modérense muchachos, que ya ganaron. Gallese saca una pelota de arco a
arco que para Jefferson que levanta la cabeza y ve llegar Sergio Peña llegando
solo y que apunta solo, y que dispara
solo … y que se la pierde solo.
Y
no habiendo más goles que sopletear, el árbitro dice chau. Buenas noches.
ALARGUE.
¡CUIDADO,
PAOLO! Cada vez que los deportistas peruchos han tenido algún resonante
triunfo, los políticos se les han colgado para sacar provecho. Cada vez que
había triunfos peruanos en cualquier deporte, los ministros de economía han
lanzado sus paquetazos de alzas, o bien los políticos se han pegado al costado con su camiseta para salir bien
peinaditos en la foto. Mucho cuidado, Paolo, que ya te están utilizando sin que
te des cuenta.
jajaja, me habian dicho que eras muy buen comentarista pero no me imaginé que tus coemmntarios fueran tan divertidos. me he reido como loco por esta columna de hace casi un año antes del mundial. ademas eres celeste. te has ganado un lector mas. saludos desde okinawa salud cristal y salud seleccion
ResponderBorrar