Por Manuel Araníbar
Luna
Foto: Cristian Alva |
-¡Gooool!-
el grito de miles de hinchas resonó en todo el estadio. Pero el partido ya
había terminado. Los hinchas de las otras tribunas voltearon a mirar de dónde eran
aquellos aplausos y gritos. La ovación provenía de la tribuna Sur. ¿Gol? El partido ya había terminado. Aún no terminaban los preparativos para proclamar al campeón del Descentralizado
Los reporteros gráficos buscaban el mejor ángulo en el grupo de los jugadores campeones que
sonreían abrazándose con la camiseta blanca recién puesta, besando a novias,
esposas e hijos, declarando a los medios, posando para imágenes de la
posteridad.
¿Gol?,
los redactores buscaban un nuevo detalle en el grupo de cerveceros para subir
de inmediato el dato a las redacciones. ¿Era tal vez alguno de los pintorescos apodos
que los barristas sueltan haciendo coro?
¿Gol? Ya faltaba poco para soltar el confeti de
tinte carnavalesco y la niebla de la
gloria que envuelve a los jugadores celestes cada vez que campeona y levantan
la copa entre nubes de comparsa carnavalesca y el vuelo del pica-pica impulsado
como por avión a chorro.
Sí,
la barra había gritado “gol”. Y es que en el área chica en los alrededores del
punto de la pena máxima, un jugador se había encaminado hasta ahí, al área picante,
sin adversarios de camiseta roja que lo habían
hostigado durante todo el partido, mentándole la madre en su víspera,
llenándolo de escupitajos. Claro, no había ningún marcador rojo que lo jalara
dela camiseta. El jugador era jaloneado
pero por su pequeño hijo que iba agarrado de su mano y pateando una pelota.
El
padre era un jugador llamado Basilio Gabriel Costa, Gabi para todos, y el niño era su hijo. Y Gabi, padre al fin, se
dejaba jalonear. El niño pateó desde el
punto G y la pelota había inflado las mallas. Luego del tanto anotado por el
nene, la afición ovacionó a Gabi. Y se lo merecía por varias razones: por la campaña
realizada en el Torneo de Verano, por su actuación de los últimos 95 minutos en
que –terco, cargoso, empeñoso, insistente o como quieran llamar a un jugador que
es una piedra en el zapato para todos los marcadores - fue uno de los valores
rimenses, por el pase gol salido de sus pies para Piki y de este a Renzo, para
el zurdazo. Pero en ese instante Gabo se sintió en la gloria porque estaban
ovacionando el gol anotado por su chibolito que, con toda probabilidad, dentro
de unos quince años podría figurar en la plantilla juvenil de un equipo de
primera haciendo cumplir la refranesca frase “De tal palo tal astilla”.
Gabo
(o Gabi, igual da), agradecido levantó el brazo agradeciendo a la tribuna. Y
regresó del área chica hacia el grupo del centro del campo tal como había
llegado: jaloneado por el nene y pateando la pelota, con el plus de una ovación
para él y para el bebé. La sonrisa de satisfacción fue el mejor regalo para la
madre del bebé. Era víspera del Día de la Madre, pero para Gabi fue un regalo
por el Día el Padre.
AUNQUE EL GABI NO ES HINCHA CELESTE SIEMPRE SUDA LA CAMISETA LAS PELEA TODAS PERO A VESES PECA DE INDIVIDUALISTA PORQUE QUERER HACERLA EL SOLITO
ResponderBorrarESO SI RECONOSCO QUE HISO UNA BUENA CAMPAÑA ESTE TORNEO DE VERANO LA MAYORIA DE SUS PASES FUERON PARA QUE LAS METIERA HERRERA
total quien te entiende? tu mismo te contradices , primero dices que costas peca de individualista por quererla hacer solito y despues dices que la mayoria de pases fueron para herrera. lo cierto es que costas para mi fue el generador de goles para herrera y tiene un espiritu de lucha que no lo tiene, por ejemplo, yulian mejia. para mi los mejores de este torneo fueron cuatro, merlo, ballon, costas y herrera.
Borrarel apellido es COSTA. Costas es el entrenador narizón de los cagones de hace años.
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