Por Manuel Araníbar
Luna.
Si hay que resumir el encuentro la
palabra es esa. Hay que comprar puntería. Dos pelotas al palo y otras cinco que
no entraron ni con orden judicial dicen mucho del divorcio de los artilleros
con las redes. Además Irven marró un tiro penal.
Se esperaba una
goleada.
Los
cerveceros arrancaron con una línea defensiva integrada por Revoredo, Piki,
Garcés y Abram resguardando la valla de Viana. Ballón de tranquera, Loba y el
Cuy en el montaje, y adelante Gabo, Ray e Irven en el bandidaje. En el papel, y con la foto del tablón en la
mano, todo pintaba bien. Los hinchas se frotaban las manos, saboreando un pan
comido porque los rojos están bien metidos en el sótano del edificio y sin
ascensor. La discusión no era si los celestes
irían a ganar o perder, sino por cuánto iban a golear. El mismo Pablo había
puesto a varios chibolos como repuestos en caso de alguna avería en el motor. Pero
el arco se les cerró o lo movieron de lugar porque erraron como ciegos. No nos
podemos explicar cómo la mandaban a la chancha afuera cuando lo más fácil era
meterla.
El gol mal anulado de Abram.
El
Papá Noel más regalón fue Irven, con varios disparos desviados, culminando la
saladera con un penal que la mandó a la tribuna vacía. Lo siguieron en los
obsequios el Gabo, Ray, Josepmir y
hasta Loba que se perdió una de cabeza. Pero
no todas fueron desviadas. Abram metió una pero se la anularon aunque estaba
habilitado. Los cojumentaristas dirán que fue finita.
Se
llegaba, sí, pero la definían masticada, pateaban sin pensar o, por el contrario,
la pensaban demasiado. Al ver que no la metían, Pablo exigió a los celestes a que se manden con
todo. Piki, seguido de Ballón, Renzo y Abram se metían a empujar el equipo quedando
atrás a Garcés jugándose un solitario para cuidar las escapadas de los rojos que
vinieron a rescatar aunque sea un punto, tirándose para atrás y contragolpear
cuando llegara la ocasión. Y esta llegó cuando el hijo de “Lindas Tardes”
Archimbaud se perdió una de cara al arco de Viana. A esto, se notó la mejoría
del Charapa, que cortó muchos avances norteños y supo romperla en primera, sin
poses dribleadoras de crack, como se debe
hacer en determinados casos.
La suerte sepultada…
Al
notar que los minutos pasaban y las cosas se le ponían de color rata, Pablo se
jugó todas las fichas metiendo a Rojitas
por Gabo, luego a Calca por Loba, y por último al chibolo Olivares por el Cuy, pero
ya estaba escrito que esa pelota no iba a entrar ni con salvoconducto, ni con orden
judicial ni con tanques. Para coronar la jornada piñosa, Irven, el actual
goleador cervecero, se falló un penal
bien sancionado por infracción contra Ray. Como nunca, se le ocurrió mandarla alta,
y la bola remeció el letrero de la tribuna vacía. Cuando entró Olivares ya la
suerte no sólo estaba echada, yacía en cristiana sepultura bajo dos metros de tierra.
El Zancudito demostró que no le corre al área pero se enredó en la única
ocasión que le tocó. El tocayo de Revoredo, Renzo Castañeda, sopló el Pitágoras
y los rojos festejaron el punto, mientras que los celestes lamentaron la
pérdida de dos. Buenas noches.
CODA
Unos crecen y otros se
achican. Lo que son las cosas. Para la final Cristal vs. Aurich
en el 68, el Estadio Nacional estuvo repleto
de hinchas norteños, en tanto sólo un
puñado de celestes alentaba en la tribuna. Esta vez en el cemento asignado a la
visita sólo había ocho hinchas rojos, lo que indica la poca fe a su equipo.
Magia Negra.
Dicen que los brujos más famosos del Perú son los de Salas y Mórrope (Lambayeque).
Se meten a cementerios, roban calaveras y ejecutan una serie de rituales
mientras sacuden maracas, soplan
aguardiente para hacerle la malilla a los enemigos. Ahora bien, las malas lenguas soltaron el runrún que entre los ocho hinchas rojos había
un par de chamanes de Salas moviendo maracas como cantantes salseros para hacer
magia negra de los rojos contra los celestes. Nada de eso, los peloteros peruanos son así. Le hacen pelea a un equipo muy superior y fracasan con el más débil. Recordemos la goleada sufrida ante La Bocana, colero del año pasado.
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