Por
Manuel Araníbar Luna
El cielo de Lima amaneció de color panza de burro.
Fue así como amaneció el Sporting, descolorido, apático, desganado. El Churre,
que conoce al equipo por haber sido miembro de esta casa, sabía que había que
anular la línea creadora cervecera. Así, desde el inicio ordenó copar la salida
del equipo celeste.
Casi
gol de desayuno…
Y
empezando el partido en esos peligrosos pasecitos entre los defensores con Viana, este se tropieza, se forma un zaperoco
al borde el área y la valla celeste se
salva de un gol de desayuno. Menos mal
que La Oveja tiene reflejos rápidos y sus estiramientos son los de un hombre chicle.
Hasta
los 30’ cuando el Irven anotó el gol de penal, Cristal no jugaba: vagaba
errabundo mirando al equipo contrario. El once cervecero se debatía en el caos,
acorralado como cuy en tómbola. Su línea
creadora no hilvanaba ni la basta del pantalón, no ataba ni los pasadores, sin
la serenidad ni la capacidad de armar un rompecabezas de cuatro elementos. Los
visitantes coparon tanto las acciones que en determinado momento, del medio del
campo para acá podías contar hasta veinte jugadores.
Cumple goles, feliz ♫♫♫…
Y
la zozobra no se terminaba, porque otra escapada de la visita (queda la duda si
fue offside no cobrado por la señorita guardalíneas) casi termina en gol. Menos mal que los reflejos fueron rápidos. Luego, un
tal Joya traba a Titi dentro del área y Kevin sopletea penal que define Ávila
con solvencia (Feliz cumple, Irven, hoy mejoraste, 27 años y 85 goles).
Más
tarde llega el desgobierno. No, no hablamos de política sino del manejo del
árbitro. Bronca en el área celeste cuando un ayacuchano golpea por detrás a
Viana, este responde con un puñete, y casi casi los botan a ambos con todo
merecimiento (¿qué te pasó, Mauricio?).
La
defensa seguía abierta. La defensa era una jaqueca. La defensa era un Papá Noel
celeste que regalaba la pelota. La defensa se abría como bailarina de ballet. Y
de ello se provechaban los visitantes que se
metían siempre por la izquierda ganándolas
todas por volumen ofensivo, por volumen corporal, por velocidad y por mañas,
aprovechando la talla cuy y el peso pluma de Chavetita.
Lluvia en la parrillada…
Para
el segundo tiempo el planteamiento mejoró pero no gran cosa. Digamos que estaban
20/40. Los celestes se acordaron que una de sus armas es el contragolpe para llegar como tiene que
ser, con rapidez. Y así fue como las acciones se equipararon a 50/50. Pero siempre
llueve cuando uno está en lo mejor de la parrillada al aire libre. Costa, a
quien habían estado pellizcando el trasero durante todo el partido, pisó el
palito al igual que Viana minutos antes y, delante de la banderillera, metió la
pata. Roja.
Vaca recién parida…
Entraron
Garcés por Loba, Ray por Tití y Pacheco por Rojitas. Y el motor que ronroneaba
en primera puso correr al once a ochenta por hora, atacando por los dos flancos
con el Irven como repartidor de bolas. Así
fue que, tras un corte de ataque de
Garcés, la chapa Ray al centro, la suelta para Irven y pica haciendo diagonal,
recibe la devolución y define con la zurda dejando a Villasanti como vaca recién
parida. 2 a 0 con un gol de tres toques, como los del equipo de Mosquera en el 2012,
que aún se hacen extrañar.
¿Antes?,
nada. ¿Después?, nada, Ortega sopla la caracola y se va dejando una actuación
para las polémicas de la TV. Buenas noches.
CODA.
Aún quedan conchos.
Todo el mundo celeste anda aún terminando de botar la bilis luego de varios
meses de incomodidades y fracasos, de blasfemias e inseguridades, de caos y
caras largas. Y el hincha celeste, por exigente y fogoso que es, quiere que un cambio de DT implique un cambio
de sistema de juego ipso pucho, para
ayer. No pues, tengamos en cuenta que la llegada de Pablo ha sido una boleteada
de domingo para lunes. Por tanto, casi sin desayunar ha tenido que empezar a remendar
lo descosido, despertar a los timoratos, tapar las goteras, amansar a los
broncosos, afilar los cuchillos y templar la comba. Lógico, no hay tiempo.
Démosle un respiro hasta que el equipo se afine, se limen los callos y se
calmen las aguas porque ayer aún quedaban conchos y rezagos de los
planteamientos de los tres últimos entrenadores.
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