Celestes 3, Canallas 1, el Rayo sigue quemando vallas.

Por Manuel Araníbar Luna.

Desde que Bigotes soplo el vamos, el partido en el Rosas Pampa se vislumbraba difícil. Cancha dura, clima riguroso, equipo difícil de local y de visitante. Se veía difícil, asimismo por la actuación de Santi, un árbitro que siempre fomenta partidos polémicos, y no siempre es imparcial.

Las apuestas de la tribuna…

Se llegaba, asimismo, arrastrando un empate en casa, lo cual más que sumar tres era restar dos. Y desde el inicio se vio que  Chavetita y Piki en los saltos no ganaban una. Los otros dos, El Charapa y Abram ganaban pero cada pelota que les alcanzaba Viana era un rifa para que los huaracinos apostaran en la tribuna: “te apuesto una chela a que se la quitan”.

Menos mal que La Oveja supo contrarrestar con buenas estiradas los remates aprovechados por los arietes locales en centros pasados o al área donde habitualmente ganaban por estatura y por contextura.

Y es que el saque del arquero al pie del marcador debe ser  generador de ataques pero en el  área contraria, no en la propia. Lo cierto es que todos los equipos del presente campeonato ya conocen  cómo son las salidas de los celestes y las limitaciones para crear jugadas.

Dos dolores de cabeza…

La idea es que, en primer lugar Loba sea la salida y distribución de la merca, y Ballón, además de atracar, sea la puerta del escape contra incendios. ¿Qué hizo el DT rosarino? Mandó tapar a Loba y a Barbas, y la carretera de salida se embotelló al llenarse de camiones aurinegros que corrían como balas. ¿Qué tuvo que hacer Pablito? Desclavó ese molestoso clavito y ordenó rotación. Bajaba Titi y subía Barbas, Loba se metía al centro y Ávila retrocedía. Bajaba Rojitas y subía el Charapa. ¿Qué se formó? Un zaperoco en el medio campo huaracino en el que no sabían a quién tapar. Entonces se niveló el partido apenas los celestes tomaron un poco de oxígeno. Los contragolpes eran mortíferos. Las pelotas generadas por Titi y Loba iban cruzadas en diagonal para que la tomen Ávila y Ray, dos dolores de cabeza para los Charitos.

El salto del conejito…

Es así que Irven, cuando la inquietud le da por abrirse por la izquierda y ronda en su clásico paso de chalán le da resultados. Quiebra hacia adentro y se corre hacia el medio, y suelta un patadón que el rey Salomón baraja con el pecho pero la pelota le rebota como el conejito de la pila. Corren los defensas, se arroja Salomón, corre Irven, vuela Ray y al tercer salto del conejito le mete furioso tabazo  achorado que choca en el larguero y se rebota tras la raya pero, terca la gorda,  vuelve a chocar arriba pidiendo la reconstrucción de la violación. Esta vez la sacan de chalaca pero ya el rey  Salomón estaba vencido. Uno a cero. Y los celestes se crecen.

Hay poco oxigeno pero muchas ganas. Pablito empieza a gritar pidiendo orden. Y el equipo se ordena. Ávila se multiplica por todo el sector delantero, entra como quiere, driblea como quiere, alimenta a sus cumpas como quiere. Y hasta se toma prestada una del repertorio de Loba cuando suelta un pase al vacío en Callejón de Huaylas. El Rayo, como lo hizo toda la noche, se mete entre Diagonal y Larco, le gana un par de trancos a su cancerbero y suelta el zurdazo, rasante y esquinado, y deja  llorando solo a Salomón. Dos a huevo.

Penal de codo…

Minutos después una  pelota golpea al codo de Piki pidiéndole propina. Bigotín sopla y señala el punto G; de nada le vale a Piki reclamar que el codo estaba pegado al cuerpo y que no le iba a dar propina a nadie. Define Lavandeira de patadón al centro mientras la Oveja se lanza a la derecha. 2 a 1.

Cinco segundos después el inefable Santi sanciona tiro de esquina. Y cuando Loba lo va a patear, vuelve a soplar pidiendo descanso, dejando a Carlitos en coitus interruptus, en tremenda pindinga de lobo adolescente. Este Mr. Bigotes es más voluble que quinceañera pituca. Primero dice sí y después dice que no.  Así se van al camarín. Pablo se frota las manos, de satisfacción y de frío.

Para el segundo Paul Mc Cartney, los celestes entran más tranquilos. Aclaremos, más tranquilos de la mitad para Adelaida porque por Detroit están en angustias por los pelotazos a espaldas de los marcadores. Los locales se abalanzan por todos lados. Algunas pasan y otras no, pero cuando pasan lo hacen como potros sin bridas, dejando a los celestes rezagados.

Pero los rimenses no se entregaban. Cuando se podía salían los contragolpes para Irven –todo un obreriito- que, como huanuqueño que es, sabe jugar en altura. Claro que a veces los pases, por la altura del Rosas Pampa, salían de arco a arco y daban unos botes de cheques sin fondos en una cancha tan chica que parecía de futbol-7

Tres clavitos de Pablito…

 Pero mal que bien, se pueden controlar las arremetidas del Sport Charito, en parte porque los potros  no piensan cuando se meten al caballazo. Las arremetidas siguen y en una se lo llevan a la carrera a Chavetita, Piki hace el cruce y entre los dos rellenan el pan con pescado. Otra sopleteada del mostachero. Penal y tarjetita rojita para Rojitas (y esto por qué?). Esta vez Mauricio no se avienta, lo espera, y Lavandeira se la dispara al cuerpo. Viana se luce y la saca afuera.

Luego penal para los cerveceros por un jalón dentro del área. Ya era tiempo, porque durante todo el partido el defensa de los Charitos estuvo haciendo lo mismo, jalando camisetas como para que le regalen una, pero no le regalan camiseta sino un tiro penal. La mete Irven de pelota rodada. 3 a 1. El miedo al empate desaparece, pero por siaca Pablito mete tres clavitos. Ysique por Loba, Costa por Tití y el Pana Rolando por el Rayo. Enfrían el partido un rato más. Don Santi sopla el pututu y los cerveceros se regresan con tres puntos. Buenas noches.

Coda

Ya se están haciendo más constantes los bloopers entre Viana y los defensas cuando se las entrega corta. De eso se aprovecharon anoche los aurinegros para asfixiarles la salida, que si Mauricio no tuviera tan buenos reflejos ya se hubieran comido tres. A mejorar, muchachos. O a cambiar esa jugada que ya está demasiado rochosa.