“Los bienes y las glorias de la vida
O nunca vienen o nos llegan tarde...”
(Manuel Gonzales Prada)
Un respetuoso caballero en su vida fuera de los estadios. Un caballero al momento de entrar a la cancha con un ondeante banderín celeste en ristre. Un caballero al saludar a la tribuna levantando los brazos. Un caballero mostrando con orgullo la banda de capitán.
Un caballero al estrechar efusivamente la mano a
los árbitros y en el cambio de banderines con el capitán adversario. Un
caballero en el lanzamiento de la moneda al aire para elegir cancha o bola. Un
caballero al tomarse la foto codo a codo con los jueces y el capitán contrario. Todo un caballero hasta el momento en
que el juez pitaba el ¡vamos!
De caballero a
demoledor…
Entonces
la metamorfosis. Luego del silbatazo el caballeroso volante cervecero se
convertía en un tigre que guapeaba, que metía la pierna con fuerza pero sin mala intención, apoyando a la defensa y a la delantera,
aunque era más de contención que de armado. También sabía tocarla fino, sí,
pero -como decía Didí- ¿para qué mandar a Nico a tocarla en corto si en el
Cristal teníamos demasiados jugadores finos? Eloy, Tito y Mellán y Chito imponían
respeto en la defensa. Y en el medio campo se necesitaba un escudero armado
para cortarles las alas a los creadores rivales, y en la volante cervecera de
los sesenta es puesto estaba reservado para un solo jugador: Nicolás Nieri.
Por
saber cuidarse de los excesos extrafutbolísticos y conocer al dedillo los fundamentos
de la educación física, Nico supo desarrollar un supernormal aguante para
trotar los 90 minutos sin bajar la guardia ni soltar el acelerador, sin
ablandar los choques ni dar por perdido ningún partido. Y lo demostró en las
olimpiadas de Roma, enfrentándose sin flaquear a poderosas escuadras de
verdaderos atletas. (Para una mejor descripción de su estilo rompedor y actitud
guerrera, hay una simpática anécdota de
Nicolás Nieri en un enfrentamiento con el Santos de Pelé. La publicaremos en el
siguiente post).
De dinamiteros y
arquitectos…
Desde
aquellas lejanas épocas de los sesentas, en la volante cervecera siempre se
formaba un equilibrado binomio de jugadores disimiles, de diferente
característica, un dinamitero al lado de un arquitecto, un Caín acompañando a
un Abel: los Abeles generadores de fútbol, jugadores pensantes que armaban
paredes como Ramón Mifflin y Pepe Del Castillo; y los Caínes, obreros de
demolición de casco y overol que destruían las creaciones de jugadas de los adversarios, como es el
caso de Nico. El capitán cervecero reunía todas las características de los jugadores que
se ponían la camiseta 5 o 6. Es decir los rompedores. Sus contrapartes en la
volante fueron Ramón Mifflin y Pepe del
Castillo. Ellos elaboraban jugadas y Nico les cuidaba las espaldas.
“¡Mejor saca los córners
con la mano!...”
Antes
de Nico, el volante trajinador por excelencia del futbol peruano era Carlos
Lazón, conocido como Tres Pulmones. No obstante los medios
escritos soslayaron el generoso despliegue físico de Nico, quien lo hacía a
mayor velocidad. Oscar Artacho decía que si Lazón tenía tres pulmones Nico
tenía cuatro. Pero el volante cervecero tenía otra virtud, era el rey de los
saques laterales, unos centros virtuales que ejecutaba con inusitada fuerza.
Para
graficar la contundencia en sus lanzamientos basten un par de anécdotas. Una vez
le preguntaron de donde provenía tanta fuerza para sus saques. “Es que soy albañil”, respondió, “y era cierto, cuando era adolescente ayudaba
a mi tío que era albañil”. Y ahí está la explicación, los albañiles peruanos
se lanzan los ladrillos de un piso a otro, y muchas veces los lanzan de dos en
dos. En cierto partido le lanzaron un grito desde la tribuna Occidente:
-¡Hey, Nieri, mejor
saca los córners con la mano porque con el pie no vas a llegar!
El tercer tiempo…
Hoy
Nico Nieri abandonó la cancha de este lado para jugar el tercer tiempo en la otra cancha, la de la gloria, la de los
inmortales, siempre ondeando brazos en alto el legendario banderín con el
escudo celeste de flecos juguetones, mostrando su cintillo de capitán a la tribuna
de los que partieron primero. Y nos parece estar viéndolo, siempre
caballeroso para entrar al cielo e intercambiar banderines con sus rivales de
ayer, lanzándole saques laterales a los ángeles. Hoy es demasiado tarde para rendirle el homenaje que mereciera en vida.
Ya lo decía el Maestro Gonzales Prada:
Los bienes y las
glorias de la vida
O nunca vienen o
nos llegan tarde.
El señor Nicolas Nieri fue mi profesor de educacion fisica en secundaria. Me hice hincha de Cristal sin saber que el habia jugado porlos celestes. un gran profesor. el nos contaba sus epocas jugando al lado de Miflin y Gallardo.
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