Por Manuel Araníbar
Luna
Feo
primer tiempo. Un equipo irreconocible. Si no fuera por la camiseta celeste, un extraño podría pensar
que el once que estaba jugando en Huaraz era un equipo de obreros jugando una
pichanguita después del cebiche sabatino.
Ni una chiquita…
Y
es que, contra otros planteamientos contra los cerveceros hechos por otros
equipos, el elenco de casa entró a atorar a los celestes desde el pitazo
inicial. Pasaron veinte minutos antes de que la pelota llegara al área huaracina.
Los locales no dejaban hilvanar jugadas. Mordían por todos lados al punto que
sacaron de quicio a Ray que casi se gana la roja. Justo es decir que a los
celestes no les salía una chiquita partida por la mitad. Los pases equivocados,
la pelota que se les chorreaba. La defensa celeste era rebasada con pases a sus
espaldas. Y todo esto por dos factores adicionales: la altura (a 1000 metros sobre el
nivel del mar), y la lluvia que empapó la cancha, formándose champas y pequeños
pantanos, que ocasionaban un desgaste adicional a los ya cansados jugadores rimenses,
lo cual no es un atenuante. Jugaron mal y punto.
La Oveja, el mejor…
En
resumen, el equipo era una lágrima. Y nos referimos a diez jugadores, todos
ellos cargados de fallas. ¿Quién se salvó? La Oveja Viana, que sacó peligrosas
pelotas con entrada gratis a platea. Y tanto fue el cántaro al agua que sucedió
lo que se temía. Gol de Rosario por un pase a espaldas de los defensas. Mauricio
nada pudo hacer. Y así se fue el primer tiempo, sin pena ni gloria ni goles
celestes.
Para
el segundo tiempo Chemo mandó a triangular. Y así los creadores celestes se fueron adueñando del medio campo. La
defensa se pegó a la volante. Los delanteros se siguieron metiendo centímetro a
centímetro. Claro que las fallas y las faltas, además de las escapadas y
contragolpes de los locales se siguieron suscitando por ambos lados.
Tantas veces, Bambetta…
Fue
entonces que Gambetta cambió el curso del partido regalando un penal a los
rosarinos. Un débil empujoncito de recién nacido que ni siquiera hizo tambalear
al delantero rayado. Revisando el video del partido pudimos contar unos once
empujones de jugadores de ambos equipos que no fueron sancionados. ¿Y por qué
causa, motivo, razón o circunstancia? Habrá que hacerle una cráneografía al
soplapitos.
Dos
a cero y el partido parecía definido hasta que una falta fuera del área fue
cobrada por Tití Ortíz que con un remate magistral dejó paralizado a Salomón. Pero
ya era muy tarde, los celestes a duras penas levantaban la pierna con la lengua afuera. Bambetta (con B
pero sin gota de sangre en la cara) sopló el flautín y se fue al hotel. La
directiva huaracina se lo agradece. Los celestes abandonan el campo mandándole
saludos a la familia del árbitro. Buenas noches. ¿Buenas para quién?
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