Por
Manuel Araníbar Luna
Dice el refrán que al que madruga
Dios lo ayuda. Y esto se convirtió en realidad en el Iván Elías Moreno de Villa
El Salvador porque el elenco cervecero vacunó muy temprano, cuando los espectadores
recién bajaban de las mototaxis.
Mannequin Challenge…
Chavetita
-madrugador él, ganoso, quimboso- le gana el vivo a la defensa de la
franja cuando el Loco Erick los estaba acomodando y, con una pila en cada chimpún, comienza a
meterse desde la banda derecha con la redonda amarrada al empeine, eludiendo
palitroques y rompiendo cinturas, quebrando a uno y otro lado cuando ¡juá!, lo traba una camioneta
con camiseta de marcador. Gambetta, con el pito en la jeta, sopletea y señala
el mañoso punto G. Fallo inapelable, no
obstante el Loco reclama y discute, más que todo para poner nervioso a Loba,
pero el capitán celeste no se come la treta psicológica. Con toda la parsimonia
que le da la experiencia, Carlitos prepara,
apunta y… a la voz de fuego, en vez de fusilar, la coloca suave y arrastrada al
fondo de las drizas. El loco ni se mueve,
como si posara para 'Mannequin Challenge”. 1 a cero.
Todos conocemos como arbitra Gambetta, una especie
de imitador de Salomón pero con silbato y pantalón corto. Según su criterioso
arbitraje, si da penal para uno, tendría que darle un penal al otro. Y de ese
modo decide repartir el jamón en partes iguales: seis minutos después, tras una
pelota perdida en salida, y en medio de un tumulto de jugadores, un disparo da en el codo de Aquino. Definen
el penal y se decreta el empate. 1 a 1. Y este partido promete convertirse
en un partidazo.
A dormir la siesta…
Pero
naka, son sólo promesas de congresista nomás, porque el primer tiempo es una
invitación a la siesta. Partido de medio
campo donde, como se ha hecho costumbre, a Loba y a Calca los rodean y no los
dejan armar. Se repiten fouls, interrupciones, pelotas afuera, bloqueos, malas
salidas, trampas del offside, malas llegadas, malos remates, y un concierto de
patadas a todos lados menos a la pelota. Hasta que el pitazo del descanso
despierta a los espectadores. Por lo visto, ambas escuadras han entrado a la cancha a buscar el
empate porque pretensiones de ganar no se han visto ni de pasadita.
Gol de Gavilán…
Para
el segundo tiempo las cosas no parecen cambiar. Al igual que la primera etapa, se
reiteran los errores en ambos conjuntos,
la pelota es agraviada a tal punto que pide una denuncia por maltrato. Y el
espectáculo decae. La gente se vuelve a adormilar. Ramúa que ha entrado por
Loba lanza un tiro libre desde la derecha. La bola con curvita se le pasa a
todos pero aparece el guerrero Piki quien -como nunca fue una palomita- se
lanza en gavilán y deja al Loco más tieso que Robocop. 2 a 1. Los barristas celestes –los que
nunca se duermen- saltan y hacen temblar el cemento.
Quince
aburridos minutos después, el tercero es casi un escaneo del segundo. Otro tiro libre con rosca del Chapu viene a
buscar la cabeza de Piki pero Velasco se propone meter su gol aunque sea en su
propia valla y lo consigue. Después, uno que otro intento de ataque de
ambos. Pacheco se pierde un gol queriendo definir con el chimpún pero le da con
el badilejo. Y el triunfo cervecero, como la destrucción de la capa de ozono,
es definitivo. Buenas noches.
CODA.
Nota 20.
Nota aprobatoria para las barras cerveceras que esta vez saltaron, palmearon y
cantaron los mismos gritos y canciones, dejando de lado antipatías contra
algunos jugadores, y aclamándolos como debe ser, como siempre fue, como todos
deseamos desde que se formó el Extremo Celeste: un solo grito, un solo canto,
una sola imagen, una sola bandera: la celeste gloriosa. Si así fuera siempre…
¡Qué buena colcha! Cuando
un espectador desprevenido observa un partido por TV en el Iván Elías el
gramado artificial de la cancha luce como una alfombra verde. Pero esto es un
engaño. Será regalo para la vista, pero para la integridad física de los
jugadores es un peligro, además de un obstáculo para la libre trayectoria del
esférico. Esa cancha estaba más arrugada que una cama destendida, hacía que la
pelota salte como un conejito. Para la próxima a ver si le pasan una plancha a esa colcha, a
ver si por lo menos se estira. ¡Qué buena colcha!
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