Por
Manuel Araníbar Luna.
“Si del cielo caen limones
aprende hacer limonada”.
Muy
sabio y tercermundista el refrán, al igual que el conocido “un clavo saca otro clavo”.
En la coyuntura actual, el DT de La Florida, viéndose desprovisto de sus jugadores titulares a causa de lesiones y convocatorias a la selección con miras a la Copa America, tuvo que poner un tiempito en cancha a muchachos que ya figuraban en la planilla del primer equipo pero que contaban con pocas oportunidades de actuar oficialmente. Habia que jugar con lo que se tenía a la mano. Y dio en el clavo porque en el triunfo del domingo ante el elenco cusqueño, las actuaciones de los pulpines celestes fueron, si no gravitantes, por lo menos aprobatorias.
En la coyuntura actual, el DT de La Florida, viéndose desprovisto de sus jugadores titulares a causa de lesiones y convocatorias a la selección con miras a la Copa America, tuvo que poner un tiempito en cancha a muchachos que ya figuraban en la planilla del primer equipo pero que contaban con pocas oportunidades de actuar oficialmente. Habia que jugar con lo que se tenía a la mano. Y dio en el clavo porque en el triunfo del domingo ante el elenco cusqueño, las actuaciones de los pulpines celestes fueron, si no gravitantes, por lo menos aprobatorias.
Los que odian el
banquito…
Aparte
de los importantísimos tres puntos, este encuentro sirvió para constatar si los
que calientan el banquito quieren quitar el pegamento y las tachuelas de los
fundillos. Porque un jugador cervecero que quiera triunfar debe obedecer los mandamientos básicos del manual de La
Florida: primero debe amar a la celeste, odiar el banquillo y luchar por
apoderarse del titularato en la primera oportunidad que se le presente.
Rojas.
A sus veinte almanaques (14/04/1996), Alexis
Rojas Castilla merece oportunidades que ya se las habían dado a otros y que fueron
desperdiciadas por inmadurez, desidia o sobradera. El domingo ante el equipo
cusqueño, Rojas hizo que su marcador las vea negras, quebrando una y otra vez,
para diestra o siniestra, metiéndose al área con la conchudez y el desparpajo
de los más avezados delanteros, metiendo bombazos medidos, y unos centros
curvilíneos como cintura de reina de belleza; jugando al toque con el cumpa más
cercano; apoderándose de la cancha como si ya hubiera jugado cien partidos en
el primer equipo; demostrando con ello que está para más. Algunos hinchas
descontentos arguyen un deficiente biotipo,
falta movilidad, nulo dominio de la zurda y que patatín patatán en la cresta
del gallo. No nos atrevemos a vaticinar que va que va a fracasar ni que irá a marcar diferencias como lo hizo
el Chorri. Démosle más minutos y después veremos qué pasa. Lo cierto es que en
este específico encuentro aprobó el examen para pasar el ciclo. Y lo más
importante, se metió en el partido, la sudó, la mereció. En cambio, otros
jugadores que manejan ambos pies, que
cuentan con más experiencia y que son más veloces, no la viven ni la sienten ni
la sudan y mucho menos les interesa.
Bernaola.
Otro joven que está luchando por
apoderarse de la camiseta número 3, gritó a los cuatro vientos que sí se puede.
Brian Robert Bernaola Acosta (17/01/1995,
77.0kg/1.79m) reveló con su actuación
que ya está aprendiendo mañas y triquiñuelas de sus mayores, trabando
con el cuerpo sin cometer infracción, proyectándose a los centros al arco
contrario, y con ello jalando marca. En suma, es un buen proyecto que para
hacerse realidad absoluta necesita más minutos jugando al lado de los tíos queridos para aprender más
destrezas, para agarrar más confianza, y sobre todo para comprenderse con su
pareja de área (no nos referimos, claro está, a su flaca).
Edinson Chávez.
Chavetita, a sus 22 años (20/11/1993, 63.5kg/1.70cm), más avezado para este tipo de partidos (anotó
el gol del triunfo en la final con Aurich), por buen tiempo había estado afilando la
herramienta en el banquillo; y esta vez aprovechó la coyuntura regresando con
ganas de marcar la pauta, proyectándose, adelantándose, buscando huecos por dónde
meterse como una trucha.
Después
entraron Súccar y Rebagliatti, que pusieron temple pero muy
tarde, el equipo jugaba ya con el desgano de haber redondeado el 3 a 1 y los jugadores
ya no querían meter más goles sino almorzar. Por otra parte Grados, parece que
sólo va actuar mientras Penny esté con descanso médico.
Claro
que los celestillos tuvieron fallas. Uno no va a pedirles que las ganen todas.
Por ahí, hubo algunas bolas perdidas, unos ataques malogrados, un par de
bloopers, pero eso pasa en las mejores familias. No obstante, la hinchada
celeste es muy exigente, quiere las cosas puntuales, el almuerzo a la una y la
cena a las ocho. Y muchas veces se pierde la paciencia cuando no se consigue
puntería y precisión ni en la ferretería del barrio.
¿Y
si en un próximo partido estos mismos chibolos la terminan embarrando? Tampoco
los lapidaremos. Caminante no hay camino, se hace camino al andar…
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