Por Manuel Araníbar Luna
Entre los apodos Chapo y Chapu sólo hay una letra de
diferencia, sin embargo la distancia es inmensa entre ambos. El primero es el apodo de un mafioso y el último es un exquisito jugador cervecero.
Escurridizo y diestro para escapar de los acorralamientos al igual
que su casi tocayo, el tristemente
famoso Chapo Guzmán, el Chapu Ramúa (Chapu por Chapulín) desde que hace un lustro lo vimos en el CNI, nos causó tremenda impresión su
parecido con el Chorri, Periquito
Chiroque y Vides Mosquera, no en la fisonomía
sino en la talla, en su alegría para esquivar adversarios en alucinantes driblings con ambos pies, algo que
sólo hacen los que la conocen. Este chatín ejecuta (mejor dicho elabora, crea)
bicicletas rapidísimas, apabullantes huachas, inexplicables quiebres. Sabe
fabricarse infracciones en inmediaciones del área. Además de su juego en pared,
son excelentes sus centros con magneto a la cabeza o pecho de sus compañeros.
Asimismo,
nos agradan sus tiros libres con curva
de arco iris, algo en que será muy difícil que podrá acceder en el once de la
Florida, puesto que las pelotas paradas son de exclusiva propiedad de Loba y
Pincel. No obstante es de desear que en
algún momento se le dará a ejecutar sus disparos sobre la barrera humana.
Como la palma de su
mano…
El
Chapu es un armador de elegante manejo, sin alardes de payasadas, siempre
buscando acompañante con quién tocar, lo cual para el estilo futbolístico
rimense es ya una tradición que fue casi destrozada menos mal que en sólo en pocas
temporadas de las cuales es preferible no hablar para no amargar el desayuno.
Alfredo
Sebastián Ramúa, santafesino, nacido en Villa Gobernador Gálvez el 4 de
septiembre de 1986, a sus 29 años jamás pudo jugar en primera en su país. Llegó
el 2010 para el CNI y luego de tres años en el plagiario club cusqueño ha
llegado a la Florida a demostrar que la conoce como la palma de su mano en sus
tiempos de adolescente.
Multivitamínico…
Ramúa,
se propuso agradar y lo consiguió. Apenas la recibió mostró calidad y desde el
pitazo del Señor Bigotes hubo química entre la tribuna y él. ¿Y cuál fue la vitamina? Casi todas. La A de agradar y agrandarse, la B de buscarla, la
C de calidad para crear jugadas, la D de demostrar que sabe, la E de encarar, la G de ganas y de ganar, la
P de protagonizar, de proponer, de pedirla y pelearla. En la exigente tribuna
varias veces escuchamos un “buena, Chapu!”.
Y esta frase lanzada en un partido de presentación es un espaldarazo que así
nomás no recibía nadie desde el debut de Piki en el 2012. El Chapu, al igual
que su casi tocayo mejicano ‘el Chapo’ recibió un par de chiquitas
pero siempre supo escaparse. Aunque algunas, más que chiquitas ya eran maltoncitas,
igual, ni se dio por aludido. Con su desempeño del domingo ingresó a la
universidad celeste en el primer puesto.
Quebradero de cabeza
para Soso…
El
problema es que hay muchos creadores en el equipo. Aunque él es un verdadero
media punta que se mueve por todos los sectores diez metros más arriba de la
media volante, ayer jugó más pegado a la banda izquierda haciendo estragos en
la defensa uruguaya acompañado de Céspedes. Aunque se esperaba se una a Loba y
Costa, con éste sólo cambió de punta pero de cuando en vez.
Lo
que dejó entrever Mariano en su debut con el buzo y el tablero de La Florida es
que va a jugar ambos campeonatos con dos equipos, para no malograr las piernas
de sus muchachos., como pasó el año pasado en donde al final los jugadores
terminaron arrastrando los pies como abuelitos con bastón. Y en uno de los
certámenes el Chapu jugará con la gloriosa camiseta 10. ¿En cuál de ellos? Solo
Soso lo decidirá.
Cervecero,
¿te atreves a bosquejar el equipo con el que Soso romperá fuegos este sábado en
el Gallardo ante Huancayo?
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