Por
Manuel Araníbar Luna
@squinaceleste
El
pitazo del bigotón dio inicio a un partido que se avizoraba movido como el mar
chalaco. Con velocidad, con adrenalina, con la necesaria piconería para que un
partido tenga visos de batalla. Arrancaron los characatos con la idea de
asfixiar a los celestes por todo, de quitarles oxígeno, y con ello atarlos de
brazos y piernas.
No
obstante los celestes se repusieron luego del primer cuarto de hora. La primera
sorpresa fue la ausencia de Jair Céspedes y el Mudo, lo que dio lugar a la
elevación del rendimiento de Alexis Cossio y Abram, quienes la están sudando
más en su pelea por el titularato. Esto hace que los jugadores luchen por
quitarse el terokal de la banca la banca y se esfuercen por entrar a cancha con
ganas de ganarse los frejoles.
Dos hamsters
celestes…
La
volante celeste estuvo un tanto irregular; los rápidos mistianos los rebasaban
porque, con un Piki retrasado, Barrabas andaba muy solo en la contención.
Tocaron hilvanaron, se buscaron, destacando en ello la movilidad de los dos que
más se mostraron de la cancha como texto con resaltador celeste: Irven Y el
Chapu. Estos dos vivarachos pericotes se encargaron de causar jaquecas a
Reynoso, quien tiene bastante espacio para la migraña. Eran dos hamsters, de
esos que no descansan ni para hacer su pupú que volvieron locos a los peloteros
arequipeños. Cambiaban punta, avanzaban, retrocedían, alteraban trayectorias a
puro pulso y sobre todo sin miedo a la altura mistiana, la cual les afectó
menos que un partido en Chosica.
Hasta
que a los 28’ una falta cobrada por la izquierda fue pedida por el Chapu. Este
lanzó un centro combado, retorcido, enroscado, caprichoso. Saltaron todos, y
varios se apretujaron dentro del área. Pero nadie tocó la bola que caía limpia,
incólume, sana y salva, dándose el lujo de rozar hombros y cabelleras, caspa y
gel, pero ninguna la desvió. Tapado por celestes y rojinegros, el arquerito ni
la vio cuando la redonda enjabonada se le chorrea por debajo del sobaco y da
bote antes de inflar la canasta. Maldijo su suerte, pataleó pero ya el bigotón
había señalado el centro de la cancha. Uno a cero y los huairuros se mandan con
todo. Esto consigue que los celestes empiecen a contragolpear y acelerar golpe
por golpe en más ocasiones. Y esto se transforma, damas y caballeros, en un
dame que te doy. Hasta que el Pítoman los manda al camarín.
SEGUNDO PAUL
MCCARTNEY.
Igualito
que en el primero, arrancaron con las mismas ganas y la misma velocidad, cada
ataque de los hijos del Misti era respondido por los hijos del Saint
Christopher, el Misti bajopontino. Y tempranito nomás, cuando los espectadores
se estaban acomodando, un disparo del Chapu choca en la pantorrilla de un
piñoso rojinegro. ¿Y a quién le llega? A Costa que sólo la añade. El Yorugua
embaraza las redes y se lo grita al mundo para que lo escuchen en la frontera
con Brasil como si hubiera hecho quintillizos. Vale, mi querido cabeza de
huevo, ese es el gol de la confianza.
Pero
las acciones siguen. Penny salva varias que ya las estaban gritando como gol en
las picanterías. La defensa, aunque con algunas indecisiones en la línea del
offside, se bate con lo que tiene. Como no estaba Loba, uno de los puntos
débiles es la pérdida de las pelotas en salida, pero aun así se llega por ambas
puntas.
Tres Pitágoras
ciegos…
Al
promediar el segundo tiempo ya todo está dicho. Los mistianos no iban a empatar
ni con ayuda de la Virgen de Chapi, salvo que recibieran un ayudita como en el
año pasado. Pero la ayuda les llegó de un trío de Pitágoras que de vírgenes y
de matemáticos no tienen nada: los jueces de línea y el Señor Bigotes. Un penal
que -como el extraterrestre que embarazó a una gringa- jamás existió. Don
Bigotes obedeció a su banderillero y señaló el punto G. Dos a uno y ya faltaba
poco.
No obstante, aquí viene otra gracia del ‘pita por gusto’. Una contra
celeste que se la lleva a toda carrera el chibolo Ray como un rayo llegando al
área con dos escuderos. Y se forma una pelotera en área characata. Un tremendo
¡uf! se escucha en la tribuna porque la pelota no entró, pero en la repe todos
vimos una mano rojinegra, una inmensa mano como la de Ray Barreto, el tocayo de
Sandoval. Claro que no la vieron los cieguitos, ¡porla! ¡tres veces porla! Pero
esto ya lo pondremos en otra cortita. Además los celestes ganaron bien, con
varios chibolos, y con mucha clase. ¿Entonces, para qué renegar?
Pita
el bigotón pero el Cabezón Reynoso no pitea; esta vez no se atreve a mostrar
los bolsillos del lompa. Lógico. Buenas noches.
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