Por Manuel Araníbar
Luna
Se sufre pero se gana…
Es
mejor ganar sufriendo que perder riendo. Es mejor es ganar jugando mal que
perder jugando bien. La hinchada celeste en estos casi sesenta años ya se ha
acostumbrado a vivir sufriendo con los triunfos celestes. Cada semana se vive
una película de aventura donde el equipo pasa mil penurias para terminar
ganando con ases salidos de la manga. Este último partido no fue la excepción.
“El que pega primero…”
“El que pega primero
pega dos veces”. Al recordar este dicho el hincha se
saltoneó cuando los rojos vacunaron apenas a los 3’. Pero aparte de anotar en
gol de piyamada, los norteños se habían apoderado del partido como si fueran locales.
Llegaban y llegaban una y otra vez en triangulaciones con una facilidad
tremenda como si estuvieran enfrentando a conos de entrenamiento. Y se
perdieron unos goles que no nos queda más que agradecer a Rengifo , Céspedes y
compañía por errar unos disparos que hubieran cambiado el partido. ¿Qué le
ocurría a los celestes?, ¿se habían aburguesado tras el triunfo en Trujillo? ¿Embrujados?
¿Demasiado confiados?
Naka.
La
razón es que Mosquera –por ser un canterano de la Florida y DT del equipo
campeón del 2012- conoce al dedillo las virtudes y defectos de más de la mitad
de los jugadores rimenses. Sabe cómo taparlos, cómo bloquearlos, cómo
aburrirlos, cómo secarlos y exprimirlos.
Fue por ello que a Pincel y Calca les
puso doble candado. Además le jugó a Cristal al estilo suyo de hace tres años:
salida rápida y madrugadora desde el pitazo inicial, contragolpes a 100 por
hora generados por las bandas, y
llegadas de Fórmula 1.
Una telenovela llorona...
En
los centros el Mudo y Martinez perdían casi todas. La volante generadora,
sufriendo al estar rodeada por el buen bloqueo de los rojos, no armaba ni un
rompecabezas de tres piezas. Lo que sí cambió fue
el planteamiento de Ahmed. Mandó salida rápida y cambios de frente. Sheput se
repuso de dos o tres pelotas perdidas en salida y comenzó a hilvanar jugadas. Y
era que transcurrida la mitad de ese primer tiempo se llegaba pero no con la
claridad requerida. El apuro no deja pensar y menos elaborar. Era una telenovela filmada
en el Gallardo que hacía llorar. Pero ese tiro libre pudo ser la llave que
abriría a una defensa cerrada como la del once visitante. Esa media hora
fatídica terminó entonces cuando los rimenses recuperaron el control luego de
que Sheput anotara ese gol digno de las Grandes Ligas, el cual merece nota
aparte.
¿Seguimos?
Seguimos. Entonces se equilibraron las llegadas. Ya lo había anticipado Penny,
iba a ser una pelea de boxeo: golpes, contragolpes, ganchos de izquierda con
ambos contendientes al filo del nocaut. Iría a ganar quien cometiera menos
errores. Y es que tantas oportunidades tuvieron rojos como celestes. Por ello demos
las gracias nuevamente a los rojos por
su falta de puntería, al saque a rastrón
de Gallese, y al taquito del árbitro. Más que trabajo de equipo se ganó por inspiración
de individualidades. Esto sin desmerecer a todos los celestes que supieron
remontar un marcador a punta de lucha, sacrificio y oportunismo.
Ah, el famoso refrancito de líneas arriba se cumplió porque empezando el segundo
tiempo los rojos volvieron vacunar. Menos mal que Calca empató con su clásico
autopase y cambio de ritmo para equilibrar la balanza.
El gol de Irven...
Como
siempre, los cojumentaristas se mandaron con todo discutiendo sobre “la falla del árbitro”.
En
primer lugar el árbitro “es” cancha. Y por tanto, así choque con la pelota o
con un jugador la jugada no se invalida.
Segundo,
el árbitro no tuvo la culpa del mal saque de Gallese
Y
tercero, la pelota entró al arco. Y que discutan lo que quieran, el gol es
válido aquí y en Sebastopol. Ahora síganle buscando cinco pies al burro que los
van a encontrar muy fácilmente.
Por último, y esto es ya una constante, ninguno de ellos resalta la rapidez mental y puntería de Ávila, que fue lo que había que destacar.
El
dicho se cumplió pero luego de este difícil partido habría que modificarlo así:
“El que empata dos
veces, mata tres veces”
CODA
Hay
que ser siempre agradecidos. Gracias nuevamente a Gallese, al árbitro y a los delanteros rojos
por el favor concedido. Dicho esto sin cachita.
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