Por
Manuel Araníbar Luna
De antemano y antepié se adivinaba este partido iba
a ser manejable con rival tolerable,
soportable, abordable, ganable. En los primeros treinta el rival como siempre
esperando. En la escuadra cervecera la puja por anotar quitaba claridad. Pero Loba
entonces se cuadró en el ombligo del campo, agarró la batuta, la escuadra y el
compás y empezó a repartir pases de
cortesía, de callejón oscuro, en cortada y en serruchada para que las pelotas
entren al arco sin pedir permiso al portero Villasanti. Así, con la simpleza
que da el capitán, la vida es bella y los goles vienen solos.
Claro que ayudaron los subibajas de Cossio (15) por la
zurda y un Paolo De la Raza (está bien escrito, esta vez sí que jugó con raza) entrando como estilete por la diestra y
metiendo centros bombeados, rasantes,
venenosos. Esta vez Paolo metió los centros como con mira telescópica; fue su
mejor tarde con quites y cruces, con cortinas y relevos, con proyecciones y
centros. 15 de nota.
Un ángel de la guarda con barbas.
Los dos centrales sobrios, especialmente por alto. ¿Hubo
fallas atrás? Yes sir, pero imperceptibles, no tan rochosas como otras veces. El
Oso (14) la tuvo tan fácil que se daba tiempo y maña para proyectarse a los
centros (dos mitrazos suyos besaron los parantes). Revorator (13) no pasó
sustos, y tampoco se los ocasionó a sus cumpas. Diez metros más arribita, Piki
(15) y Barrabarbas (15), como siempre subieron y bajaron. Ballón muy mosca, fue
el ángel de la guarda con barbas de Paolo cuando este se mandaba acompañando
los ataques.
Calca (13) hacía los cambios de ritmo y refrescaba las marcas contra Carlitos. Loba (18) como siempre, un arquitecto, un jefe de distribuidor
de exportaciones, haciendo lo difícil con la simple, Ávila (14) muy bien como media punta, llevando a la
redonda desde atrás y moviéndose por todos los frentes de ataque. Al menos esta
vez no se la mandaron para que las pelee por alto, y esa es una buena señal de
que los backs por lo menos leyeron la pizarra de acrílico del camarín. Todo
bien pero ero ya iban treinta y no había señales de parto.
Primer gol.
Hasta que por fin nace la primera ranita en tres toques: Lobaton es el autor intelectual.
Y es que Loba siempre hace la fácil, cinco segundos antes ya sabe para dónde va
a correr De la Haza por la banda, y con
el pase del dos caras se la pone a Paolo
para que la cachetee en centro bombeado que llega preciso a la mitra de Picante (16),
y a este sólo le queda cabecearla al lado contrario de Villasanti que llega a
su palo dos semanas después, cuando ya la pelota se abrazaba con las drizas.
Ranita del Picante para la Guardia Extrema, ovación en todo el estadio.
Y es que Picante venía arrastrando una deuda con
los celespectadores , porque hasta
ese momento no había mojado en el Gallardo. Hasta que por fin la hizo pegado a
occidente derecha donde saltaba y cantaba la gentaza de la Guardia Extrema que
lo gritó y saltó hasta enronquecer. Tarea para la próxima, que la meta en la tribuna
Roberto Palacios, el bastión del Extremo,
para que imiten también su ranita en la tribuna Julio Cesar Uribe toda la batería del Extremo Oriente.
Segundo gol.
Calca culebrea y se lleva a dos, se la da a Loba, quien no pierde tiempo y se la manda teledirigida al Alexis Cossio a quien lo
persiguen cinco rojinegros, y muy atrás el Picante. Alexis levanta la mitra y
ve se da cuenta que es imposible dársela. No le queda entonces nada más que mandársela
fuerte y arrastrada, lijando el piso, al
mismo palo del pobre Villasanti. ¿Qué pensaba el arquero, que la iba a centrar
para el Loco de la Ranita? Nosotros pensábamos lo mismo, pero Cossio (15) la
descosió. 2 a cero, y la gente sin ser bruja adivina que esta tarde pinta para
goleada.
Tercer gol.
Hay partidos que son así, como si a uno la bola se la dieran convertida en el
cubo mágico. Esto le pasaba al Irven que
Ávila andaba piña, no le salía ni la más fácil, hasta ese momento había fallado
tres y un penal. Pero ya que no le salían las cosas, se dedicó a ayudar a su gente. Dribleó a dos y se la puso a Loba
para su perfil derecho a cinco metros del área grande, como agua helada para un
camello. Este que vio a Villasanti tendiendo la ropa al filo de su área. Miró para
su derecha y como es su costumbre le manda un globito que entra flotando como
dron al arco de la visita. El toque de un maestro merece ovación, rabo y dos
orejas para este matador rimense. En su
tanto se cumplió su clásico lema “Haz el
gol sin mirar por dónde”.
Cuarto gol.
Ya el partido se terminaba. El árbitro ya miraba su reloj de veinte lucas en
Mesa Redonda pero Ávila es más terco que el turco, si había fallado un penal
tenía que despenalizarse a pesar que cuando la falló la tribuna le aplaudió en
hermoso gesto. Pero cuando un jugador está picón la sigue y la persigue hasta
que la consigue. Joazinho hace un par de amagues dentro del área y se la pone
en bandeja al Irven. Y a este que la suerte le había sido esquiva no le queda más
que empujarla. Grita fuerte, se sube a las mallas del Extremo y su gente que le
es fiel ovaciona hasta enronquecer. Silbatazo del juez y a celebrar. Ayacucho
es un corazón atravesado por cuatro palos de anticucho.
Coda.
HERPETÓLOGO. Parece que el salto de la ranita del
Picante se debe a que de niño quiso ser herpetólogo pero le ganó el fútbol. No,
no abran el diccionario, herpetología
es la ciencia que estudia a las ranas, sapos, serpientes y demás reptiles. Menos mal que el Picante no ingresó
a la Universidad, nos íbamos a perder sus ranitas.
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