Por Manuel Araníbar Luna
¿Quién dijo miedo?
En
una salsa olvidada de los ochenta, Quién dijo miedo, sus estrofas dicen:
“Quién dijo miedo, señores, /quién teme a
murmuraciones, / en este mundo gigante / el que no echa pa’lante / atrás
quedará”. Y bien, esta letra, sin
ser un dechado de creación literaria bien pudo haber sido el lema de los
celestes al entrar al campo porque jugaron sueltos, cancheros, esperando la
avalancha anunciada en las bravatas propaladas por la chicha impresa. Pero en
vez de recibir un ataque despiadado se encontraron con que el equipo local jugaba
temeroso, a la de mentirita, como pollitas asustadas ¡y en su propia cancha y
con toda su gente! Los cerveceros se preguntaban ¿Y dónde está ese cuco? Seguro se quedó en las
series de dibujos animados porque los locales no fueron fieras en ningún
momento. Más bien cuando los cerveceros esporádicamente apretaban, la defensa
local temblaba.
Imitando a Muhammad Alí…
El gran Muhammad Alí, el días
antes de sus peleas solía vanagloriarse atarantando a sus rivales de turno con
frases como “Soy el mejor”, “te voy a
destrozar” y una serie de frases agresivas que calentaban el ambiente y convertían
sus peleas un show mediático. Y la palabra está bien puesta, “show mediático”.
Los diarios chicha conocen bien este negocio y –como partidarios de las
comadres- empezaron a fomentar batallas y a calentar los ánimos creyendo que
con ello iban a meter miedo (y vender más periódicos). Pero Alí era el mejor
del mundo y si se jactaba de ello sabía por qué lo decía. En cambio en el
estadio de Gremco, el equipo local no tenía ni la uña del meñique del gran Alí.
Atrás quedaron sus frases, porque una cosa es lanzar bravatas y otra cosa es
tener con qué demostrarlas, porque los títulos no se ganan con frases (aunque a
veces se evita la baja con arreglos bajo la mesa).
Pero ya Loba lo había dicho otras veces “En la cancha juegan once contra once y juego tan concentrado en el
partido que los insultos de la tribuna no me llegan a los oídos”. Trastocando
la frase, el capitán rimense bien pudo haber dicho “los insultos de la tribuna me llegan…” . Y todo limeño sabe muy
bien lo que quiere decir esta última frase sin necesidad de completarla
¡720 metros cuadrados
menos!
Y
con esta frase en los oídos entraron los rimenses al campo. Como si estuvieran
jugando en su casa. ¡Pero alto ahí! Al estadio Gremco se le suele decir
monumental, que quiere decir descomunal, gigantesco, enorme.
Ello en lo que se
refiere al edificio en sí, pero los jugadores celestes que ya han ganado varias
veces sin miedo en esa cancha notaron algo raro. Se sentían más grandes (y lo
fueron), como que la cancha les quedaba chica. Y no estaban equivocados. Los locales
que fanfarroneaban a lo Muhammad Alí, sacaron
a relucir del fondo del closet un miedo que lo tenían bien escondidito, ¿Qué hicieron?
Tatatatáaaan! ¡Habían achicado la cancha! La encogieron ocho metros, que
multiplicado por, digamos, noventa, nos dan 720 metros cuadrados menos. Ese fue
el tamaño de su mentada garra.
Nueve puntos de
sutura…
Tan
timorato jugaba el equipo local que su propia hinchada los azuzaba para que
ataquen. Pero –sin menospreciar a nuestros amigos llaneros porque no es nuestra
costumbre- una cosa es jugar contra equipos venezolanos del fondo de la tabla y
otra cosa es enfrentar a un equipo que
en las últimas fechas del campeonato supo desaparecer esos malditos nueve puntos
de sutura que todo el mundo imaginaba que no se iban a borrar ni con crema de
concha nácar, esos malditos nueve puntos
regalados en tres partidos sucesivos que hicieron que la misma afición cervecera
perdiera las esperanzas de remontarlos. Pero, como dice el juguero del mercado, uno toda la vida no va a ser piña. Ya lo
había dicho Penny “ya estábamos hartos de
que nos dieran por muertos”, entonces unos cuantos carajazos bien dados
fueron la motivación, el rocotito, el baldazo de agua helada que los hizo
despertar de ese letargo, logrando con ello la obtención del título del
Apertura.
Y
luego, la celebración en cancha, en las narices de los locales, con justicia
pero siempre con la humildad de los grandes, y sin minimizar a nadie ni creerse
la última flatulencia en la cámara de gases.
Y
bueno, que los envidiosos de siempre le sigan poniendo peros, que las bases
dicen “ganador” y no “campeón”, que no ganaron sino que empataron, que su tía con
diez hijos murió virgen, y que las uvas
están verdes, ¡bah!, como dice el viejo vals de Félix Pasache:
Déjalos que critiquen
y murmuren, no me importa...
el que gana un Campeonato es campeòn, esta en la esencia de la palabra CAMPEONATO...ganador puede ser el caballo que gana una carrera o el que sale permiado con un nùmero de la Tinka..
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