Por Manuel Araníbar
Luna
Del cielo bajó
un pintor
a pintar una hermosura,
Y era el 100
de Lobatón:
¡El Loba-100, qué
pintura!
Estaba
el partido por llegar a los 80’. Los celestes jugaban entrampados. Era como tratar
de jugar en pared dentro de una sala llena de muebles: chocaban con todo, se
molestaban por todo porque no les salía una ni para muestra gratis. Los
visitantes habían amarrado el juego de tal modo que los celestes llegaban muy
de vez en cuando bastante estorbados.
Y se hizo la luz. Chapita que había estado cargoseando pero sin
suerte, intenta un buscafoul y lo
consigue cuando el soplapitos suena la chicharra señalando falta para adentro. Para
desgracia de la visita, esta se marca al lado izquierdo de su cajón, es decir pintadita
para Loba. Y Pinto, (¡pobre Pinto!), requinta sudando vino tinto porque adivina
lo que se le viene. La tribuna salta de contento como si hubieran cobrado
penal en vez de tiro libre fuera de la zona prohibida. Cosa extraña para los
que no conocen a los rimenses, pero no
para quienes conocemos la magia del chimpún de Loba. Apenas el árbitro sopletea
el tiro libre todas las miradas convergen hacia Carlitos. Y este con la responsabilidad
de capitán, de consumado matador y de verdugo del sufrido arquero Pinto (¡pobre
Pinto!) se cuadra frente a la pelota. Conversa en voz baja con el Pincel, que
sabe que una pelota en ese lado es propiedad de Loba y además sabe que nadie se
la va a pedir.
Todos
sabemos también que cuando Loba está hambriento aúlla y dispara a matar. Eso lo
sabe Pinto desde hace ya varios goles en su valla.. Tiembla Pinto, (¡pobre
Pinto!), tiembla porque adivina lo que le va a pasar. El Maestro del chimpún de
oro apunta a la barrera que se siente perturbada
por la presencia de Cossio que se les pega
como chicle, sobándolos, soplándoles las orejas, murmurándoles que ya viene el gol de Loba. Pinto ya está recordando el gol de antología del año pasado cuando Carlitos
se la filtró como pericote por debajo de las piernas de sus defensores.
Una Montaña Rusa en
el Templo…
¿Qué
estaría imaginando el pobre Pinto? ¿Qué se la iba a chorrear por debajo de la barrera como
el año pasado? Pobre Pinto, les rogó a sus marcadores por María Santísima y la once
mil vírgenes que por favor no salten. Pero Loba es impredecible, siempre saca un gol
de su empeine como si fueran conejos de la galera de un mago. Y Carlitos no la pone por un costado ni por
debajo. La pasa por encima de la barrera
despeinando la melena a los sufridos defensas. La pelota sube hace una curva y
baja como si se deslizara sobre una invisible montaña rusa. Pobre Pinto.
La
tribuna estalla, las graderías tiemblan. En el Trébol, los pasajeros del metropolitano se preguntan
de dónde viene ese griterío y hasta la misma tombería se asusta creyendo que es
un atentado terrorista o el petardo de
un sicario. Nooooo. Es la gritería de gol del Extremo seguida de la conocidísima
mentada de madre colectiva cuando a un
fuera de serie como Loba mete un gol digno de la Guerra de las Galaxias. Pobre
Pinto, hay que secarle las lágrimas.
Pobre
Pinto, se ha hecho caserito de los goles de Carlitos. Ya se comenta que para su
próximo contrato exigirá que otro tape por él cuando juegue contra el Cristal.
Pobre Pinto, nació para ser víctima de Loba.
El Lobacién...
¿Lo
tenía planificado Loba? No, porque los que los magos de la pelota no escriben
en borrador ni hacen bosquejos con
plumones en pizarra de acrílico. Es el caso de Loba que siempre nos
sorprende con una pintura así, digna de Picasso y Dalí, con partituras sinfónicas de Mozart en el esférico.
Durante
la semana por las redes celestes se mencionaba que era posible que Loba anotara
su gol número 100. Es decir el Lobacién
que lo va haciendo una marca, un logo, el tatuaje imborrable del número 27 del elenco
rimense. Pero este gol no debía ser un golcito cualquiera, de esos que se
anotan en cancha de fulbito entre solteros y casados. Tenía que ser un gol con mayúsculas,
bombardas, pica-pica, fuegos artificiales y reflectores a lo Hollywood. Pero aquí
en el Perú los medios sólo le queman sahumerios a las conocidas comadrejas. No
importa, Lobita, los celestes sabemos celebrar sin ayuda de nadie. Y para los envidiosos hay una frase que les achicharrará la lengua:
"A Loba lo que es de Loba, y adiós, que les vaya bien".
¿Cómo les quedó el ojo?
"A Loba lo que es de Loba, y adiós, que les vaya bien".
¿Cómo les quedó el ojo?
BUENA CRONICA. TE PASASTE VARON, UN GOL DE LOBA ES UN REGALO PARA LOS OJOS. SALUD LOBA
ResponderBorrarMas que lo de "Loba" resalto tu pluma generosa Manuel Aranibar Luna. Si estos escritos pudieran estar en voces de los que narran los partidos, sería un comentario digno de aplaudir. Desde esta butaca y luego de haber leído de cabo a rabo la reseña, me pongo de pie y aplaudo en silencio. Gracias "Esquina Celeste".
ResponderBorrarMuchas gracias por sus generosas frases, Maestro con mayúsculas . Un abrazo de gol olímpico.
ResponderBorrarmaestro manuel, mis felisitaciones, hacia tiempo que no leia una cronica tan extraordinaria para loba por su golazo y tiene mucha razon en la tv le echaron la culpa del gol a la barrera por no aver saltado. esque esos tarados no sabian que loba el año pasado se la clavo por debajo de la barrera justamente porque saltaron. como entonces iban a saltar el sabado?
ResponderBorraramigos yo fui al estadio pero no vi la repeticion de los comentarios y no se quien fue el que le echo la culpa a la barrera
Borrarfue malasquez o mifflin en cmd??? fue el imbecil de canal siete nabarro??? fue el meremelero gonsalo y erik osores???