CHAPITA Y SU GOL DE VENENOSO CONTRAGOLPE, COMO LOS DE ANTES.

Por Manuel Araníbar Luna            @squinaceleste

A las postrimerías del encuentro, bajo un calor infernal y cuando las graderías empezaban a despoblarse, los aficionados volvieron a saborear la alegría de un tanto  bien planificado, cuidadosamente elaborado, bosquejado con plumones en la pizarra y practicado una y mil veces en el gramado de La Florida.

Salida rápida de Manicero por el centro mientras Loba disfrazándose de puntero se proyectaba por la derecha; Chapita iba midiendo la trayectoria de la pelota saliéndose de la derecha para meterse por el centro, saltando por encima de la pelota que llegó a los pies del gran timonel (léase Loba). Este, desde antes de tocarla ya sabía que el Chapa lo iba a esperar revólver en mano, mejor dicho, el chimpún listo y bien amarrado. Loba hizo lo más fácil (para él, claro está), se la jugó cruzada y rasante. Chapa también hizo lo más elemental, empujarla. Golazo simple y directo, rápido y contundente, sorpresivo y venenoso, sin adornos, con lo justo y lo práctico.

Claro que para ello se requiere velocidad de salida, vocación de juego en conjunto, disciplina táctica, sincronización y lectura de juego. Y el que genera debe hacerlo con la cabeza levantada y soltarla en el momento justo para el atacante mejor colocado. Lo demás es simplemente celebrar.

Una peculiaridad  de los cerveceros…

Y es que se habían hecho extrañar esos goles que siempre han sido característicos de la Raza Celeste. Desde los sesentas, el ataque de los cerveceros se ha caracterizado por vacunar en base a sus diabólicos contragolpes. En aquellos años,  la generación de goles sobre la marcha era trabajo peculiar  de Eloy Campos por la derecha y Tito Elías por la izquierda. Este par de fondistas salían como cohetes para darle  la posta a Gallardo  por la izquierda y Tadeo Risco por la derecha. Inalcanzables cuando aceleraban, escurridizos cuando la tomaban, letales cuando disparaban.

Para  los ochentas, los velocistas eran Loyola y Mosquera entre otros. Y en los noventas, los goles de contragolpe eran cosa de todos los domingos. Recordemos la narración de los locutores, "saque preciso de Balerio, pivoteo del centro delantero de turno y gol de Julinho". ¿Cuántos goles como este celebró el hincha cervecero? Incontables. Bastante después, para el campeonato del 2012, en el once de La Florida contragolpeaban Irven, Ross y Rengifo. Igualmente, ¿cuántas veces mojaron? ¡Uf!

Si este gol de contragolpe fue raspadilla de un verano lo sabremos en las fechas venideras. Mientras tanto la hinchada vuelve sonreír a doble cachete tras un lamentable traspié internacional, porque no todo va a ser lamentaciones y maldiciones por un olvidable blooper. De algo hay que alegrarse, ¿sí o no?
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N. de R.: Por un involuntario error no pudimos consignar a Jorge Soto, el mejor contragolpeador de la historia celeste de todos los tiempos. Como la lista es un poco larga, en estos días ampliaremos con un post más detallado. (Gracias, lector Han Solo).