Por
Manuel Araníbar Luna.
Hoy nuevamente estaremos presentes en el Día de la Raza Celeste en el Gallardo.
Como esta tarde se rendirá homenaje a los campeones del año 68 al conmemorarse
el 50° aniversario de ese glorioso campeonato, publicamos una crónica
testimonial de dicha gesta que vivimos en el Estadio Nacional siendo
adolescentes.
Piratas al ataque…
Primer chasco. Cuando llegamos, 6:30pm,
ya no había entradas. Caballero nomás, a buscar la reventa pero esos malditos piratas -a quienes sólo les falta la pata de palo y el parche en el ojo- son psicólogos
aquí y en Sebastopol. Aprovechando la desesperación de los chibolos celestes
nos ofrecían entradas de Norte con precios como para millonarios de Occidente.
De arranque un bucanero en guayabera nos pidió tamaño billetón. Nika, estábamos misios, fuimos a
buscar otros más, pero estos simplemente nos arrochaban. Es que nuestra vestimenta
no ofrecía garantía de pagar buen billete. Más bien se las ofrecían en susurros
a los que llegaban en auto propio por la Arequipa y Petit Thouars.
¾
Tengo
Occidente, tengo Norte, hablen, hablen, hablen.
Nadie nos rebajaba precios. El desaliento estiraba las jetas y arrugaba
la frente. La hora avanzaba, ya era
noche, calurosa noche, pegajosa noche, angustiante noche, desesperante noche. Previo
al partido de la verdad se jugaba una final al revés, los dos últimos se
estaban peleando la baja. Los espectadores ya no caminaban hacia el estadio,
corrían. Y los ¡uf!, los ¡yaaa!, los ¡noooo! se escuchaban como un coro de
locos en una cueva y obligaban a que la gente corriera, ¡como si pudieran alcanzar
a ver el gol cuyo grito acababan de escuchar! Claro, esos apuros resultan risibles
para el que está perdiendo las esperanzas de entrar pero no para quienes tienen
su entrada en mano.
Por la radio en AM escuchábamos la
rasposa voz de don Oscar Artacho y su
Pregón Deportivo indicando que se había terminado el preliminar, decretándose el
descenso del recordado Mariscal Sucre. Pero eso ya no importaba, la desesperación
nos hacía jalarnos los pelos hasta que encontramos a uno de los que nos había
arrochado media hora antes.
¾
Hable,
pe’ tío, Popular.
¾
No
tengo, ¡y ya me voooy!
¾
Ya
pe’ tío.
¾
¿Ya,
cuántos son?
¾
Cinco.
¾
Ciento
cincuenta, ¡y ya me vooooy!.
Un platal, no alcanzaba, maldita sea. Juntamos
pálidas, loritos y solanos (billetes
de diez, de cinco y monedas de sol). Ciento cinco, y el maldito filibustero no
cedía. “Ciento cuarenta o nada. ¡Ya me
vooooy!”. Pero uno de los patas sacó un as de la manga, mejor dicho veinte
lucas de la media.
¾
Ciento
veinticinco, pe’ tío.
¾
Ya,
suéltenlos antes de que me arrepienta, ¡y ya me voooy!
Maldito
forajido, nos dejó misios, sin galletas, sin gaseosa y sin pasaje de regreso al
Llauca, pero cuando está desesperado por entrar a ver una final un hincha no tiene hambre ni sed. Y olvidando
las burlas a los desesperados de antes, corrimos hacia Norte imitando a los que
nos precedieron y subimos las gradas de dos en dos. Tampoco había tiempo para
reír.
El Sólido Norte en Norte…
Segunda sorpresa, el estadio lleno, recontra
lleno de hinchas que por el cantito provinciano con las eses bien marcadas venían
desde la frontera con Ecuador hasta Moche: tumbesinos, piuranos y chiclayanos
haciendo causa común por el Sólido Norte, que aquella noche la tribuna Norte estaba más
sólida que nunca versus algunos hinchas celestes dispersos y sin voz (aún no
había barra).
¾
¡Hoy
campiona el Auriche, paisa!
¾
¡Clarisisísimo, paisa, y a celebrarlo
con chinguirito!
Y arrancó el partido. Pero en ese
arranque no estuvieron el Gato Vásquez, fauleado con la rodilla hinchada como
camote, ni el Jet Gallardo. Pucha, qué desgracia, don Alberto venía recuperándose de una lesión al muslo causada
en entrenamiento en La Florida. Lo acabábamos escuchar en Pregón Deportivo con
la oreja pegada a esos antiguos radios a transistores que funcionaban con seis
tremendas pilas, tan grandes que pesaban un cuarto de kilo cada una (más
adelante veremos el uso que les dieron al final). Es que el Jet tenía una manera de
correr a tranco largo y patear a la carrera con todo el cuerpo en el aire; de
ese modo bastaba un inocente toque para hacerlo volar y lesionar sus delgados
muslos. El radio nos lo habíamos turnado uno a uno para escuchar el partido preliminar, visto que las pilas las habíamos
comprado con una chanchita (el trato era que si no conseguíamos entrada escucharíamos
el partido en las afueras del estadio hasta el milagroso momento de la segundilla (¿sabrán los chibolos lo
que era la segundilla?).
Palomillas versus chiclayanos…
Los cerveceros en aquellos años tenían
un estilo de juego de toquecito, los llamaban ‘Los Palomillas del Rímac’ y la jugaban en paredes cortas y rápidas,
de pa’ ti pa’ mí, de tuya y mía, lo que ahora los españoles
le llaman tiki taka. Durante aquellos años habpian roto cintiras y quebrado espinazos con ese toque de fulbito. Pero el elenco
norteño tenía un medio campo rompedor, además eran dirigidos por el Tano
Bártoli, un pelado que sabía mucho (dos años después campeonaríamos bajo su conducción). El Tano hizo bajar a su puntero Merino y a Catalá, convirtiéndose su clásico 4-2-4 en
un 4-3-3 para contener las proyecciones de Eloy Campos y Tito Elías. De ese
modo los celestes tuvieron que jugar especulando, tocando al costado y esperar
que los norteños se manden, pero no se mandaron. Total, no pasó nada en ese
primer tiempo, sólo nervios y algunos amagos de boxeo, que sí los hubo, como en
toda final.
Dos goles en cinco minutos…
Para el segundo tiempo Didí mandó al
campo a un Gallardo que –aunque medio abollado- moría de ganas por entrar. Las órdenes
eran que Mifflin le mande las bolas en callejón, como le gustaba al Jet, y este
no perdió tiempo. De arranque recibió un pase y soltó un petardo que descalabró
las redes. Uno a cero. Saltamos unos
pocos hinchas en cada una de las tribunas.
En aquellos tiempos, como aún no
había barra organizada (sólo existía la del Boys), las celebraciones sólo eran
de gritar gol y aplaudir. Gritamos ¡Cris-tal,
Cris- tal! con los dos pulmones pero sólo nos escuchábamos nosotros puesto
que la gritadera la ponían los hinchas norteños venidos de Chicla York City. Minutos después el Jet se metió a la carrera y -lo
que dijimos arriba-, un pequeño toquecito en el muslo lo hizo rodar siete metros
hacia los fotógrafos. Pito fuerte y pena máxima. Los rojos se pusieron más rojos
por la furia y se le fueron con todo al juez de luto pero el del pito no se dejó avasallar, fue penal
y desocupen por favor. Hubo intentos de agresión pero fueron sofocados (aún no se
habían inventado las tarjetas amarillas). El Jet puso a la gorda en el punto G de gol, tomó viada y la martilló con
la zurda. El arquero Sanguinetto ni la vio, sólo debe haber escuchado a lo
lejos el grito de gol de los escasos cerveceros puesto que los treinta y cinco mil
hinchas norteños enmudecieron.
Los Cuatro Guardianes del Espacio…
Entonces retornó el juego pícaro, el
toque y el taco pero como siempre ocurre, los celestes se confiaron. Los rojos
se mandaron al todo o nada. El Chito De la Torre trabó a un rojo que cayó haciendo
pantomima. No era para tanto pero el árbitro decidió compensar. Penal y 2 a 1. Con
ello los rojos atacaron con todo pero el área estaba defendida por Los Cuatro Guardianes
del Espacio Celeste: el Chito De la Torre, el Doctor Campos, el Leñador Mellán
y Tito Elías que no dejaron soplar al ciclón ni la más pequeña brisa. El árbitro
dijo chau y los pocos celestes saltamos de alegría. ¿Recuerdan lo de las pilas?
Algunos picones las mandaron a la pista de ceniza cuando los celestes daban la
vuelta olímpica. Algunas rompieron cabezas
Y no nos importó regresar a pie. Así es
verdadero hincha, sólo siente el cansancio al llegar a casa. Era la tercera estrella cervecera. Ya vendría la siguiente dos años después.
EXCELENTE CRONICA. MI VIEJO ME CONTABA LO MISMO. A ESA DEFENSA NO LA PASABA NADIE Y GALLARDO ROMPIA LAS REDES AUNQUE A VECES LE FALLABA LA PUNTERIA Y LA MANDABA ALAS NUBES, JAJAJA, SALUD CELESTES.
ResponderBorrara ganar el domingo carajo como se les gano en el 68
ResponderBorrarbuena cronica pero hay un error. elpartido no se jugo en el 68 sino en enero del 69. lo acabo de leer en un periodico.
ResponderBorrarEfectivamente, el partido se jugó a inicios del siguiente año pero la crónica habla de la final del Descentralizado del 68, y no que el partido se haya jugado en ese año. La fecha exacta fue el 15 de enero del 69.
ResponderBorrarEse equipo fue la base para la selección de Mexico 70, especialmente desde el arco hasta la volante de armado: Rubiños, Campos, Chito la Torre, Tito Elías (que renunció por motivos familiares), Pepe Del Castillo,
ResponderBorrarRecuerdo que el partido preliminar lo disputó Centro Iqueño con Mariscal Sucre. Ganó el Centro Iqueño, y Mariscal Sucre se fue a Segunda. Ambos partidos los transmitió la TV. Creo que fue Canal 9.
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