Por
Manuel Araníbar Luna
Apenas
nos enteramos de su contratación nos sumergimos en la web en busca de su
biodata y sus actuaciones en los planteles en los que jugó (Temperley,
Estudiantes, All Boys), de pasadita buscamos en Youtube. Ahí pudimos ver los
goles que anotó. “No está mal”, dijimos, “ahora queremos verlo en el Sporting
Cristal”.
Ya
en Lima, algunos arguyeron una serie de defectos: que era demasiado bajo, que
lo que se necesita es un central y no un media punta, que la máscara del Zorro
y que patatín patatán. Pero, como dijo la novia del enano, “el tamaño no es lo
que importa sino su rendimiento”. Si no, miren al Chorri, miren al Irven, miren
al Piki.
En
sus primeros partidos con la celeste anotó un par de golcitos pero para algunos
seguía sin llenar la vista. Es que la afición celeste no quiere palabras, lo
que quiere el hincha son goles, pide goles, exige goles. Pero el Trompita
quería justificar su sueldo. Ya había demostrado que ganas no le faltan, que el
espíritu de lucha tampoco pero, a pesar de los golcitos le faltaba el golazo
decisivo, el que se anota contra aquel enemigo gratuito que nos odia por
quitarle campeonatos y por ganarle a cada rato en el estadio de Gremco.
El
Maxi se había fallado dos chances no muy cantadas pero sí esperadas en el
primer tiempo. Llámenle por apurado o por falto de puntería, nosotros le
echamos la culpa al arquero de la visita que salvó a su equipo de una goleada.
Para sacarlo en procesión…
Pero
en el segundo tiempo ya había anotado el Irven el segundo gol. Habían expulsado
al Yoshi (¡hasta cuándo Yoshi!), y la visita estaba apurada por empatar a punta
de pelotazos a la caldera del diablo que no le dieron frutos ni raíces ni nada
que se pueda cosechar. Por el contrario, la cosecha fue un tercer gol. Una pintura
de gol como para ponerle marco, construirle unas andas y sacarlo en procesión
para el mes de octubre con hábitos celestes y escapulario con la imagen del
viejo Balerio.
Era
un tiro libre pegado a la esquina de Norte con Oriente. La visita esperaba un
centro de Loba, pero Carlitos es caprichoso y medio Contreras, porque siempre
hace el reverso de lo que espera la visita. No sabemos si el Trompita Núñez se
la pidió pero el Loba es así, hizo la clásica, se la dio en cachetada sin
mirarlo y el Maxi la enganchó para adentro. Y cuando los troncos de la visita
estaban pensando hacerle un pan con mojarrilla para cobrar la herencia de
Michael Jackson, el Trompa volvió a enganchar a la contraria y se escurrió como un lenguado entre ese par de postes
llamados defensores. Ambos quedaron pan con pan mirando hacia la tribuna esperando
que les tomen fotos con el celular, mientras tanto ya estaban llegando otro par
de refuerzos con camiseta percudida pero ya el Maxi había descorchado un
patadón a rastrón que sonó como el destape de una botella de champán. La chancha
pasó entre las piernas de la otra pareja de troncos, de otro que marcaba al Irven, por debajo del
arquero para abrazarse con las redes, feliz de haber recibido tan amable trato.
No los perdones, Maxi…
La
afición estalla y el tablero está allá, mostrando un tres a cero definitivo. Maxi,
se quita la camiseta como para obsequiarla a la tribuna, cuatrocientos hinchas
la esperan. El árbitro le saca la amarilla más que todo por mero trámite,
porque en realidad quiere pedirle autógrafo. El Trompa no se lo concede y más
bien se reconcilia con la hinchada y hasta con los mismos periódicos chicha. Pero
sólo en ese mágico momento del orgasmo del gol porque el Maxi esta semana no atiende
a esos payasos que le habían dado con
palo por el solo hecho de jugar por la celeste.
No
los perdones, Maxi, porque sí saben lo que hacen.
Para mi fue el mejor jugador del campo. ojala jugara siempre asi. pero tambien hay que agradeser a loba porque los tres goles salieron de sus pies.
ResponderBorrar