EL EMPATE EN AYACUCHO, UNAS CHIQUITAS

Por Manuel Araníbar Luna    @squinaceleste

Balbín enmendó su error

Contra el Intigas en Ayacucho, Balbín tuvo mucho que ver en el empate por  causa de dos saltos. Adán es un jugador que salta muy alto y la mayoría de veces gana en los centros debido a su doble impulso para cabecear. A esto algunos le llaman ‘timing’. Hoy con estos saltos se apuntó una mala  y una buena. La mala, que anotó un hermoso gol de pelota peinada con vaselina pero en su propia valla. Es que a la altura de Ayacucho (aproximadamente 2700msnm) es difícil darse impulso por causa de la falta de oxígeno.  La buena, que se reivindicó pivoteando la pelota para el gol de Revoredo con un salto descomunal en el que sí pudo bajarles el balón a sus compañeros.

Cossio la sigue descosiendo

De a poquitos está agarrando viada. Está más canchero y se proyecta con mayor continuidad. Claro que todavía debe pulir algunas de las  necesarias virtudes de un lateral, aún le falta un poco de cintura en los quiebres, pulirse en la ejecución de los centros y regresar con más velocidad,  pero ya dejó de ser el juvenil de futuro promisorio. Ya puede ser la pieza de recambio en partidos en los cuales el dueño de la titular, Yoshimar, no pueda actuar, sea por expulsión o lesión. En el partido contra la escuadra de Ate, Alexis jugó como si hubiera sido su partido número 100 como profesional. Y en este partido contra Intigas anotó de puntapié fuerte, a rastrón y con bote, como lo saben manejar los que la conocen.

El chapita Blanco ya pinta de celeste…

En su primera conferencia de prensa, el Chapa aseguró no sentirse goleador ni tampoco el salvador del equipo celeste. En su partido de debut anotó en la primera pelota que le llegó. Hoy hizo lo mismo, la tocó muy poco, pero cuando recibió el encargo del Pincel no lo pensó dos veces y convirtió con toda serenidad. Así que si la prensa adversa se le sigue prendiendo ya tiene un parcito de goles con los cuales taparles la boca a quienes le buscan el diente de  oro a Pedro Navaja.  Aún falta mucho para que agarre ritmo pero por lo menos sabe qué hacer cuando la bola le llega ahí en el fogón, donde los camotes se asan y donde algunos fracasan.

Eté, eté , eté…

No nos gusta escuchar a enemigos de la celeste. Y mucho menos verles su estampa mientras juegan los cerveceros, pero no teníamos opción. Así que tuvimos que resignarnos a ver el partido y soportar su tono de voz cavernario y lleno de barbarismos al estilo de alumno avezado de Maranguita. Pero dijo tantas obviedades que muy pronto tuvimos que bajarle el volumen a la TV y escuchar el partido por la radio. Aunque los comentaristas radiales no son precisamente cultos, sus frases sonaban a discurso de catedrático de Lenguaje comparadas con los monosílabos del tramboyo con audífonos.