Se perdió contra San Simón, ¡y qué!

Por Ángel Carreño.

Serenol Forte…

Algunos están despotricando por las redes sociales por el horrible partido de hoy. Pero calma, relax, un poco de Serenol forte con un gran sorbo de agua helada. Este revés no hay que tomarlo a la mala. No se le va a echar más petróleo a la candela. Se trataba de darle oportunidad a los rezagados por uno u otro motivo. Desde hace tiempo estábamos cargoseando por que le den su oportunidad a varios chibolos que necesitaban foguearse con mayores, pero todo a su momento. ¿Cómo vas a hacerlos entrar contra un rival experimentado como el Aurich, como las dos universidades norteñas o como nuestros innombrables enemigos? Se iban a quemar, ¿sí o no?

En algún partido tenían que pisar la cancha con los mayores y esta era la oportunidad necesaria. No había nada que perder y se jugaba de visita. Este punto es muy importante porque los muchachos deben foguearse contra todo tipo de público y en las condiciones más difíciles, ya sea por factores de clima, altura o público adverso.

Un blooper lo comete cualquier arquero.

Nadie tiene derecho a sepultar al arquero Araujo, como algunos estúpidos lo están haciendo, posteando en las redes sociales. Bloopers han tenido desde Casillas hasta Buffón, pasando por el Loco Delgado y Penny, y nadie se escaldó por eso. Sin embargo,  estamos en el país de los descontentos y a todo le ponemos peros.

Sánguche de palta con mayonesa…

El equipo estaba lleno de chibolos. Claro, es bueno debutar ganando pero si se pierde no les vamos a llenar la partida de defunción. Analicemos ahora lo que pasó. A veces achacamos los puntos perdidos al árbitro por injustos penales en contra o expulsiones, a fallas garrafales de la defensa, a falta de motivación y a una serie de factores externos. Esta vez lo que faltó fue:

1. Orden. El equipo parecía un sánguche de palta con atún y bañado en  mayonesa: chorreaba por todos lados. Los celestes jugaron  a nivel de chacra en donde el futbol se practica con pelota hueva en partidos de veinte contra veinte y con dos piedras en lugar de arcos. Nadie siquiera la puso al piso y dijo “tú para allá, yo por acá. Tu corre y yo te la juego en callejón” ¡Así cómo!

2. Panorama. El Loba es el timonel, un maestro en despejar la mesa debillar, abrir cancha, cambiar de frente y habilitar juego, pero en ausencia de Carlitos hay que preparar a los muchachos para que no se embarullen. Por momentos no veían más allá de sus narices. ¿eran miopes? No, estaban desorientados, más perdidos que mermelada en cau cau.

3. Ganas de ganar. O de no perder. Con la llegada de Vivas, el equipo agarró otra  mística. Salían a pelearlas todas, hasta en el entretiempo. Esa misma actitud continuó con su sucesor Ahmed. Pero hoy no sabemos qué les pasó porque entraron a la cancha pesados, amodorrados, como si se hubieran soplado un tazón de sopa de frejoles dos minutos antes del inicio. Después del segundo gol se derrumbaron y el equipo local casi anota un par de goles más.

CODA

Ahora ya pasaron las pruebas en esta Copa del Inca, todos han tenido su oportunidad, aunque algunos han  recibido más minutos que otros. Se les ha dado descanso a los lesionados. Todo eso bien, ahora viene la de a verdad: el campeonato descentralizado.

EL OBJETIVO: La meta, la mínima meta, es sobrepasar  los títulos de un par de antiguos rivales que se llenan la boca jactándose de sus campeonatos ganados (alterando las cifras y añadiendo hasta las copas de champán de sus bodas, por supuesto). Y ya nos falta poquito. No perdemos la fe que, al paso que vamos, los vamos a sobrepasar, pero para ello se requiere amor a la camiseta, guapeza y calidad. Recién en agosto se podrá parchar los baches, así que hay que pelear con las armas que tenemos. No hay tiempo para lloriquear, porque  a los llorones los ayuda la prensa chicha que no es amiga nuestra.