Por Manuel Araníbar
Luna
Hoy,
en el Día de la Mujer no hay mejor manera de rendir homenaje a la mujer celeste que un saludo a las representantes femeninas del Sporting Cristal y -sin desmerecer a nadie- en
primer lugar a doña Esther Grande de Bentín, la madre de todos los celestes.
El hada madrina...
Venerada
por todos los trabajadores del club, era el hada madrina que -sin distinción de raza o condición social- concedía milagrosos
favores y prestaba su auxilio en los momentos difíciles. Su ayuda fue siempre
desinteresada y siempre prefirió el perfil bajo. Detestaba la publicidad y el
autobombo. Si hoy en día estuviera entre nosotros seguramente odiaría los
famosos selfies y el exhibicionismo de tantos personajes dirigenciales que ruegan por salir en TV obsequiando un
panetón a un niño pobre.
Doña Esthercita en silencio y lejos de las cámaras, hizo
cien mil veces más que eso y con la condición de que no se le haga publicidad.
Matadoras celestes.
Son
todo un espectáculo. Algunas de ellas madrugan para ir a su centro de estudios
y de allí a entrenar o competir con el Sporting Cristal. Otras trabajan y
estudian, lo que les complica el panorama para repartir sus horas de
entrenamiento. Pero todas, al enfrentar un rival, dejan de lado toda
preocupación personal, estudiantil o laboral para concentrarse en sus saltos, armados,
bloqueos, mates y remates, para gritar con furia y palmotearse con sus
compañeras por cada punto ganado.
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